En un pequeño pueblo, rodeado de campos verdes y colinas suaves, vivía Rodrigo, un campesino soñador y creativo. Amante de las películas y la fotografía, Rodrigo encontraba su mayor alegría en capturar la belleza de la naturaleza y los animales a través de su cámara.
Un día soleado, decidió visitar la granja de su hermana Francisca. La granja, un lugar lleno de vida y color, era el hogar de muchos animales, incluyendo una vaquita, un toro, un burro, una mula, y dos cerditos muy inquietos llamados Agustín y Brunito.
Rodrigo llegó a la granja con su cámara, emocionado por la oportunidad de fotografiar a estos encantadores animales. Francisca lo recibió con una gran sonrisa y juntos comenzaron a recorrer la granja.
Primero, se encontraron con Valeria, la vaquita, que pacía tranquilamente en el prado. Luego, vieron a Catalina, la mula, que llevaba una carga de heno con gran diligencia.
Sin embargo, no todo fue tan sencillo. Los cerditos Agustín y Brunito corrían por todos lados, jugando y revoloteando, haciendo casi imposible capturarlos en una foto. Rodrigo intentaba una y otra vez, pero justo cuando iba a tomar la foto, los cerditos se movían.
Gloria, la amiga de Francisca y vecina de la granja, observaba divertida los intentos de Rodrigo. «Tienes que ser astuto con esos dos», le dijo entre risas. Inspirado por sus palabras, Rodrigo tuvo una idea. Decidió usar su creatividad para atraer a los cerditos.
Con la ayuda de Francisca y Gloria, preparó un pequeño escenario en el corral con algunas verduras y una manta colorida. Los cerditos, curiosos y hambrientos, se acercaron cautelosamente. Rodrigo se escondió detrás de un pajar, cámara en mano, listo para capturar el momento.
Agustín y Brunito comenzaron a jugar entre las verduras, olvidándose de correr. Rodrigo aprovechó la oportunidad y, con paciencia y habilidad, tomó una serie de fotos maravillosas. Los cerditos, en su elemento natural, lucían felices y despreocupados.
Al final del día, Rodrigo tenía en su cámara una colección de hermosas imágenes de todos los animales de la granja. Más que las fotos, lo que se llevó Rodrigo fue una experiencia inolvidable y la satisfacción de haber superado un reto con creatividad y paciencia.
Conclusión:
Este cuento nos enseña que a veces, para alcanzar nuestros objetivos, necesitamos adaptarnos y ser creativos. Los desafíos pueden convertirse en oportunidades para aprender y crecer, y a menudo, la solución está en ver las cosas desde una perspectiva diferente.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.