Cuentos de Animales

La Aventura Prohibida de Jacinto el Jaguar en la Selva Misteriosa

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En lo profundo de la selva, donde los árboles son tan altos que parecen tocar el cielo, vivía un joven jaguar llamado Jacinto. Jacinto era un jaguar muy curioso y lleno de energía. Siempre soñaba con grandes aventuras y exploraciones. Sin embargo, había una cosa que su mamá, Mama Jaguar, le decía una y otra vez: “Jacinto, no te aventures en la Selva Misteriosa, es un lugar lleno de sorpresas y puede ser peligroso”. Pero Jacinto no podía evitar preguntar: “¿Qué habrá en la Selva Misteriosa?”.

Un día, mientras Jacinto jugaba con sus amigos, un colorido loro llamado Lolo y un pequeño armadillo llamado Armi, no pudo contener más su curiosidad. “¡Vamos a la Selva Misteriosa! Quizás haya muchas cosas emocionantes por descubrir. ¡Prometo que volveré antes de que Mama Jaguar se dé cuenta!”, dijo emocionado. Lolo, que siempre fue el más aventurero del grupo, aplaudió con sus alas. Armi, que era más cauteloso, dijo: “No sé, Jacinto. Mama Jaguar nos ha advertido que no debemos ir allí”.

Pero Jacinto estaba decidido y, después de mucha conversación, Lolo y Armi decidieron seguirlo en su aventura. “Está bien, pero debemos ser cuidadosos”, dijo Armi, mientras sus patitas temblaban un poco.

Así que los tres amigos, llenos de emoción y algo de nervios, comenzaron su camino hacia la Selva Misteriosa. Al principio, el sol brillaba y todo parecía alegre. Los pájaros cantaban y los insectos bailaban en el aire. Pero a medida que se acercaban a la selva misteriosa, el ambiente comenzó a cambiar. Las sombras se volvían más densas, y el canto de los pájaros se apagaba poco a poco.

De repente, llegaron a un lugar donde la luz del sol apenas podía pasar entre la espesa vegetación. Jacinto miró hacia arriba y vio unas enormes lianas colgando. “¡Miren eso! ¿No sería divertido balancearnos como monos?”, dijo, emocionado. Sin pensarlo dos veces, Jacinto corrió hacia las lianas y comenzó a saltar de una a otra. Lolo y Armi lo siguieron, aunque un poco más cautelosos.

Mientras jugaban en las lianas, una suave brisa sopló entre los árboles, trayendo consigo un extraño sonido. “¿Escucharon eso?” preguntó Lolo, con los ojos bien abiertos. Todos se quedaron en silencio. El sonido se volvió más claro y parecía la risita de un pequeño animal. “Vamos a ver qué es”, propuso Jacinto, y los tres se adentraron más en la selva.

Mientras se acercaban al origen de la risa, se encontraron con un hermoso claro lleno de flores de todos los colores. En el centro del claro, había una pequeña tortuga llamada Tula que se estaba riendo mientras giraba alegremente en el suelo cubierto de hojas. “¡Hola, amigos! ¿Por qué están tan serios? ¡Vengan a jugar!” exclamó Tula con una sonrisa radiante.

Jacinto, Lolo y Armi no pudieron resistir la invitación. Comenzaron a jugar con Tula, corriendo y saltando por el claro. Se olvidaron por completo de cualquier preocupación o advertencia. Rieron y disfrutaron como nunca antes. Sin embargo, de repente, Jacinto recordó las palabras de su madre. “Oh, no. ¡Mama Jaguar se va a preocupar!”, dijo preocupado.

Fue entonces cuando notaron que el sol comenzaba a ocultarse detrás de las copas de los árboles. Armi miró a sus amigos con preocupación. “Es hora de volver, pero… ¿cómo vamos a salir de aquí?”.

Tula, que había estado escuchando, les dijo: “No se preocupen. Conozco un camino que los llevará a casa. Muchos animales pueden ayudarlos a regresar”. Así que se despidieron de Tula, quien les llevó a un pequeño sendero. Pronto se dieron cuenta de que el camino no era tan fácil como parecía. Las raíces de los árboles estaban enredadas y había sombras que parecían moverse a su alrededor.

Mientras avanzaban, comenzaron a sentir un poco de miedo. “¿Qué es eso?” preguntó Lolo, señalando una sombra oscura que se movía entre los árboles. Era el gran árbol de la Selva Misteriosa, con un aspecto bastante imponente. Jacinto sintió que su corazón latía rápido, pero también sabía que debían ser valientes. “No permitiremos que algo nos detenga. Vamos juntos”, les dijo.

Al llegar al árbol, Jacinto tomó una gran bocanada de aire y se dirigió hacia él. “¡Hola! Somos amigos de la selva y estamos buscando regresar a casa”, gritó. El árbol lo observó con sus ramas extendidas. “¿Y por qué se aventuraron aquí, pequeños amigos?”, preguntó con una voz profunda y amistosa. Jacinto recordó la advertencia de su madre y se sintió un poco avergonzado. “A veces la curiosidad nos lleva a lugares peligrosos. No escuché a mi madre”.

El árbol sonrió y dijo: “La curiosidad es importante, pero la sabiduría lo es mucho más. Cada aventura tiene su lección. Recuerden que siempre hay un retorno si actúan con responsabilidad”. Con eso, el árbol movió sus ramas y un camino claro se abrió entre los arbustos.

“¡Gracias!” dijeron todos al unísono, y con cuidado, comenzaron a seguir el nuevo camino que les conducía hacia su hogar. A medida que se acercaban a la salida de la selva, Jacinto reflexionó sobre la aventura. Había sido emocionante, pero también un poco aterradora. “Prometo que nunca más desobedeceré a Mama Jaguar”, dijo.

Finalmente, salieron de la Selva Misteriosa justo a tiempo para ver el sol ponerse. Al llegar a casa, Mama Jaguar los estaba esperando, algo preocupada. “¡Hijos, pensé que no volverían!”.

Jacinto se acercó y le dio un apretón de patas. “Lo siento, mamá. Fui un poco imprudente, pero aprendí una lección importante hoy”. Mama Jaguar sonrió y lo abrazó. “Lo importante es que regresaste sano y salvo. La próxima vez, escucha siempre tus instintos y las advertencias”.

Desde ese día, Jacinto, Lolo y Armi se convirtieron en los mejores amigos, disfrutando de muchas aventuras juntos, pero siempre recordando escuchar a sus mamás y ser responsables. Y así, con un corazón lleno de felicidad y una nueva sabiduría, Jacinto supo que la mejor aventura es aquella que se comparte con amigos, pero siempre, con sensatez.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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