En un bosque mágico, donde los árboles brillaban con luces de colores y los animales hablaban con voces agudas, vivían cuatro amigos inseparables: Seuz, un zorro astuto y rápido; Kitty, una gata curiosa y juguetona; Fionna, una cierva gentil y sabia; y Norma, una nutria divertida y traviesa.
Una tarde de invierno, mientras los cuatro amigos jugaban en el bosque, notaron que el aire estaba lleno de un aroma delicioso. Seuz, con su nariz fina, olfateó el aire y dijo: «¡Es el olor de las galletas de Navidad que hace la Abuela del Bosque!». La Abuela del Bosque era una figura mítica en el bosque, conocida por sus habilidades culinarias y su bondad.
Kitty, con sus ojos brillantes, preguntó: «¿Qué es el Premio de Navidad que siempre menciona la Abuela del Bosque?». Fionna, con su voz suave, respondió: «Se dice que la Abuela del Bosque otorga un premio especial a los animales que demuestran bondad, generosidad y trabajo en equipo durante la temporada de Navidad».
Norma, con su cola larga y peluda, exclamó: «¡Quiero ganar ese premio! ¿Cómo podemos hacer para ganarlo?». Seuz, con su sonrisa astuta, dijo: «La Abuela del Bosque siempre deja pistas y desafíos para que los animales puedan demostrar sus habilidades. Debemos buscar esas pistas y trabajar juntos para resolverlos».
Los cuatro amigos decidieron empezar a buscar las pistas que la Abuela del Bosque había dejado para ellos. Comenzaron a explorar el bosque, siguiendo el aroma de las galletas de Navidad. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de un árbol grande. Se acercaron y encontraron un pequeño papel pegado en la corteza del árbol.
Kitty, con sus uñas afiladas, despegó el papel y lo leyó en voz alta: «La Abuela del Bosque necesita ayuda para decorar el árbol de Navidad. Busca el regalo que está escondido en el bosque y tráelo de vuelta a la casa de la Abuela del Bosque». Los cuatro amigos se miraron entre sí y decidieron que ese era el primer desafío que debían superar.
Comenzaron a buscar el regalo en todo el bosque, siguiendo pistas y rincones que solo ellos conocían. Después de un rato de búsqueda, al fin encontraron un pequeño paquete envuelto en papel de seda, escondido detrás de un arbusto. Seuz, con su habilidad para abrir cosas, deshizo el envoltorio y encontraron un hermoso adorno de cristal para el árbol de Navidad.
Con el adorno en mano, los cuatro amigos se dirigieron hacia la casa de la Abuela del Bosque. Al llegar, encontraron que la Abuela del Bosque estaba sentada en su sillón, rodeada de hornos y utensilios de cocina. La Abuela del Bosque sonrió al ver a los cuatro amigos y dijo: «Bienvenidos, mis queridos amigos. Me alegra que hayan encontrado el regalo. Ahora, necesito ayuda para preparar la cena de Navidad. ¿Podéis ayudarme a preparar las galletas y los pasteles?».
Los cuatro amigos asintieron con la cabeza y se pusieron manos a la obra. Kitty, con su destreza en el arte de la repostería, se encargó de mezclar los ingredientes. Fionna, con su habilidad para decorar, se encargó de hacer los diseños en los pasteles. Norma, con su energía y agilidad, se encargó de meter las galletas en el horno. Seuz, con su habilidad para cortar y picar, se encargó de preparar los ingredientes para los pasteles.
Después de un rato de trabajo duro, la casa de la Abuela del Bosque estaba llena del delicioso aroma de las galletas y pasteles. La Abuela del Bosque sonrió y dijo: «Excelente trabajo, mis queridos amigos. Ahora, la última prueba es la más difícil. Debéis trabajar juntos para resolver un acertijo que les daré».
La Abuela del Bosque les dio un papel con un acertijo escrito en él. Los cuatro amigos se reunieron alrededor del papel y leyeron el acertijo en voz alta: «¿Qué es lo que es más ligero que una pluma, pero incluso el hombre más fuerte no puede sostenerlo durante mucho tiempo?». Seuz, con su mente astuta, pensó durante un rato y luego exclamó: «¡Lo sé! La respuesta es la respiración. La respiración es más ligera que una pluma, pero incluso el hombre más fuerte no puede sostener la respiración durante mucho tiempo».
La Abuela del Bosque sonrió y dijo: «_correcto, Seuz. Ahora, mis queridos amigos, es hora de que les dé el Premio de Navidad». La Abuela del Bosque se levantó de su sillón y se dirigió hacia un armario. Sacó un paquete grande y lo entregó a los cuatro amigos. Dentro del paquete, encontraron un hermoso libro de cuentos, lleno de historias de Navidad y de aventuras en el bosque.
La Abuela del Bosque sonrió y dijo: «Este es el Premio de Navidad. Espero que lo disfruten y que sigan siendo amigos y trabajen juntos para hacer que el bosque sea un lugar más mágico y maravilloso». Los cuatro amigos se abrazaron entre sí y agradecieron a la Abuela del Bosque por el premio. Y desde ese día, los cuatro amigos continuaron trabajando juntos, resolviendo desafíos y haciendo que el bosque fuera un lugar más divertido y emocionante para todos.
Mientras los cuatro amigos se iban, la Abuela del Bosque sonrió y se dirigió hacia su sillón. De repente, escuchó un ruido proveniente de fuera de la casa. Se levantó y se dirigió hacia la puerta. Al abrir la puerta, encontró a un lobo huérfano, perdido y solo en el bosque. La Abuela del Bosque sonrió y dijo: «Bienvenido, pequeño lobo. Te acepto en mi hogar y te voy a cuidar. Y como sabes que trabajo con los cuatro amigos que vinieron antes, entonces eres bienvenido para trabajar con ellos y ser su amigo y ser parte del equipo».
El lobo asintió con la cabeza y la Abuela del Bosque lo abrazó. Y desde ese día, el lobo se unió a los cuatro amigos y juntos formaron un equipo inseparable, trabajando juntos para hacer que el bosque fuera un lugar más mágico y maravilloso.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.