En el corazón de un bosque muy frondoso y colorido, donde los rayos del sol jugaban a esconderse entre las hojas de los árboles, vivía un pequeño conejo blanco llamado Mejo. Él era conocido por todos en el bosque por su pelaje suave como el algodón y sus ojos brillantes llenos de curiosidad y alegría. Sin embargo, a pesar de su felicidad, Mejo tenía un pequeño problema: no tenía un hogar propio donde refugiarse y descansar.
Un día, mientras Mejo saltaba alegremente entre los arbustos buscando zanahorias silvestres, se topó con Marla, la mariquita, que estaba muy preocupada. Mejo, con su habitual simpatía, se acercó a Marla para preguntarle qué sucedía.
«Oh, Mejo,» suspiró Marla, «he notado que siempre estás fuera, sin un lugar donde dormir tranquilo por las noches. ¿Por qué no tienes una casita como todos los demás?»
Mejo, rascándose la cabeza con una de sus patitas delanteras, respondió con una sonrisa tímida, «Bueno, nunca he tenido un lugar que pueda llamar mi propio hogar. Pero me encantaría tener uno, ¡sobre todo si pudiera tener un pequeño huerto para cultivar mis propias zanahorias y verduras!»
La idea de ayudar a Mejo a construir su casita y huerto iluminó el rostro de Marla. «¡Eso es una idea maravillosa, Mejo! ¿Por qué no organizamos a todos los animales del bosque para construir tu hogar ideal?»
Y así, Marla y Mejo se pusieron manos a la obra. Marla voló por todo el bosque, contando la situación de Mejo a cada animal que encontraba. Todos estaban emocionados por ayudar, pues Mejo siempre había sido un buen amigo para todos.
Al día siguiente, animales de todas partes del bosque llegaron al claro donde Mejo solía dormir. Estaban allí los pájaros, que traían ramitas y hojas; los castores, que aportaban su habilidad para cortar madera; los osos, que ayudaban a levantar las estructuras pesadas, y hasta las ardillas, que se encargaban de los detalles más pequeños y finos.
Trabajaron todos juntos durante días. Mejo se sentía abrumado y agradecido al ver a tantos amigos trabajando duro para ayudarle. Mientras tanto, también se preparaba un espacio especial para el huerto. Las gallinas y los gansos picoteaban el suelo, dejándolo perfecto para la siembra, y los topos ayudaban a airear la tierra, haciendo que fuera perfecta para las plantas que Mejo soñaba cultivar.
Finalmente, después de una semana de duro trabajo, la casita y el huerto estaban terminados. La casita era pequeña y acogedora, con un techo de hojas gruesas que la protegía de la lluvia y el sol, y un pequeño porche donde Mejo podía sentarse a mirar su huerto. El huerto estaba lleno de zanahorias, lechugas, tomates y hierbas aromáticas que perfumaban el aire.
Esa noche, todos los animales del bosque organizaron una gran fiesta para celebrar. Había frutas frescas colgadas de los árboles, nueces y bayas en abundancia, y, por supuesto, una gran cantidad de verduras frescas del huerto de Mejo. Todos bailaban y cantaban bajo la luna, felices por el éxito de su esfuerzo comunitario.
Mejo, con lágrimas en los ojos, no podía dejar de agradecer a cada uno de sus amigos. «Gracias, gracias a todos,» decía, «sin su ayuda, nunca hubiera podido tener un hogar tan maravilloso. ¡Prometo que siempre estaré aquí para lo que necesiten!»
Desde ese día, el bosque se llenó aún más de alegría y comunidad. Mejo no solo había encontrado un hogar, sino que había reforzado los lazos de amistad y cooperación entre todos los habitantes del bosque. Y así, entre juegos y risas, Mejo y sus amigos vivieron muchos años felices, compartiendo no solo su hogar sino también muchos momentos especiales.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero la amistad y el amor en el bosque de Mejo, eso nunca tendrá fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.