Había una vez un pequeño cerdito llamado Oink-Oink que vivía en una granja muy bonita. Oink-Oink era de color rosa, con una cola rizada y unos ojitos muy curiosos. Le encantaba explorar la granja y jugar con sus amigos animales. En la granja también vivía la granjera Magui, una señora muy amable que siempre llevaba un sombrero de paja, un peto y una camisa a cuadros. Magui cuidaba a todos los animales con mucho cariño.
Un día, Magui decidió organizar una gran fiesta en la granja e invitó a todos los animales y vecinos del campo. «Vamos a tener una fiesta maravillosa, con mucha comida, música y juegos,» dijo Magui emocionada. Todos los animales estaban muy contentos y ayudaron a preparar la granja para la fiesta. Oink-Oink estaba especialmente emocionado porque nunca había asistido a una fiesta tan grande.
La granjera Magui decoró la granja con guirnaldas de flores y globos de colores. Los animales trajeron sus mejores delicias: las vacas trajeron leche fresca, las gallinas pusieron muchos huevos y las abejas hicieron miel dulce. Oink-Oink ayudó a poner la mesa y a colocar los platos. Todo estaba listo para una gran celebración.
Cuando llegó la tarde, los vecinos del campo empezaron a llegar. Había niños, papás y mamás, todos con una gran sonrisa. La música comenzó a sonar y todos empezaron a bailar y a disfrutar de la comida. Oink-Oink bailó y se divirtió mucho, pero también tenía mucha curiosidad por explorar más allá de la granja. «¿Qué habrá detrás de aquella colina?» pensó.
Sin que nadie se diera cuenta, Oink-Oink se alejó poco a poco de la fiesta y comenzó a caminar hacia el campo. Caminó y caminó hasta que se dio cuenta de que estaba perdido. «¡Oh no! ¿Cómo voy a regresar a la fiesta?» dijo asustado. Miró a su alrededor y no vio nada familiar. Todo era nuevo y un poco aterrador.
Mientras caminaba tratando de encontrar el camino de regreso, se encontró con un perro grande y fuerte. El perro, que se llamaba Rex, no parecía muy amistoso. «¿Qué haces aquí, cerdito?» gruñó Rex. Oink-Oink temblaba de miedo, pero se armó de valor y respondió: «Estoy perdido, Rex. Me alejé de la fiesta en la granja y no sé cómo volver.»
Rex lo miró fijamente y dijo: «No me gustan los cerditos que se meten en mis territorios, pero veo que estás asustado. Te llevaré de vuelta si me prometes que nunca más te perderás.» Oink-Oink asintió rápidamente. «¡Lo prometo, Rex! Nunca más me perderé.»
Rex guió a Oink-Oink a través del campo. Mientras caminaban, Oink-Oink le contó a Rex sobre la gran fiesta y cómo todos estaban disfrutando en la granja. Rex, al escuchar sobre la fiesta y la bondad de la granjera Magui, comenzó a ablandarse. «Magui siempre ha sido buena con todos los animales,» pensó. «Tal vez debería darle una oportunidad a este pequeño cerdito.»
Después de un rato, llegaron a la granja. Oink-Oink estaba tan contento de ver las luces de la fiesta y escuchar la música nuevamente. «¡Gracias, Rex! ¡Gracias por traerme de vuelta!» dijo Oink-Oink con gratitud. Rex sonrió levemente y dijo: «Recuerda tu promesa, cerdito. Y disfruta de la fiesta.»
Cuando Oink-Oink regresó a la fiesta, todos lo recibieron con alegría. La granjera Magui se acercó y lo abrazó. «¡Oink-Oink! Estábamos tan preocupados por ti. ¿Dónde estabas?» preguntó con ternura. Oink-Oink le contó toda la historia sobre cómo se perdió y cómo Rex lo ayudó a regresar. Magui sonrió y dijo: «Parece que has hecho un nuevo amigo, Oink-Oink.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.