Iker era un niño de 8 años con pelo castaño y unos ojos tan bonitos que parecían estrellas en una noche clara. Siempre había sido curioso y le encantaba explorar. Vivía con su hermano mayor, David, que tenía 12 años y era su mejor amigo. Además, Iker adoraba a su profesora, Sandra, quien siempre tenía una sonrisa cálida y un consejo sabio para ofrecer.
Un día, mientras caminaban de regreso a casa después de la escuela, Iker y David se encontraron con su profesora Sandra. Ella les sonrió y les dijo: «Hola, chicos. ¿Han oído hablar del Bosque Mágico?»
Los ojos de Iker se iluminaron. «¡No! ¿Qué es el Bosque Mágico?» preguntó emocionado.
Sandra explicó que era un lugar misterioso y lleno de aventuras, donde se decía que los árboles hablaban y los animales podían volar. Aunque muchos pensaban que solo era una leyenda, ella creía que el bosque realmente existía. Iker y David, intrigados por la historia, decidieron investigar por su cuenta.
A la mañana siguiente, los hermanos se levantaron temprano y se prepararon para la aventura. Empacaron bocadillos, una linterna, una brújula y un cuaderno para tomar notas. Antes de partir, se encontraron con Sandra, quien les entregó un pequeño mapa dibujado a mano. «Este mapa los guiará al Bosque Mágico. Pero recuerden, lo más importante es ser valientes y ayudarse mutuamente», les dijo.
Siguiendo el mapa, caminaron durante horas a través de colinas y campos hasta que finalmente llegaron a un sendero cubierto de enredaderas y flores brillantes. Sabían que habían encontrado el Bosque Mágico. Al adentrarse en él, sintieron que el aire se volvía más fresco y el entorno más encantador. Los árboles parecían susurrar y las flores emitían un suave resplandor.
Mientras avanzaban, se encontraron con un pequeño conejo que hablaba. «¡Hola, viajeros! ¿Qué los trae al Bosque Mágico?» preguntó el conejo.
Iker, sorprendido pero emocionado, respondió: «Estamos buscando aventuras y queremos descubrir los secretos de este bosque.»
El conejo sonrió y les dijo: «Hay un secreto muy antiguo en el corazón del bosque. Deben encontrar el Árbol de los Deseos. Solo aquellos con un corazón puro pueden descubrir su ubicación.»
Con una nueva misión, Iker y David siguieron su camino. A lo largo de la travesía, enfrentaron varios desafíos. Tuvieron que cruzar un río lleno de peces saltarines, resolver acertijos planteados por un búho sabio y escalar una colina empinada cubierta de musgo resbaladizo. Cada desafío los hizo más fuertes y los unió aún más.
Finalmente, llegaron a un claro donde se encontraba el Árbol de los Deseos. Era un árbol majestuoso con hojas doradas y un tronco que brillaba suavemente. Al acercarse, escucharon una voz suave que decía: «Para revelar el secreto del bosque, deben demostrar su valentía y bondad.»
Iker y David, sin dudarlo, recordaron todas las enseñanzas de su profesora Sandra. Con valentía y determinación, tocaron el tronco del árbol. En ese instante, una luz brillante los envolvió y fueron transportados a una dimensión diferente.
Se encontraron en un vasto prado lleno de flores gigantes y animales de colores vibrantes. Frente a ellos, apareció Sandra, pero esta vez, vestida con una túnica resplandeciente. «Felicidades, Iker y David. Han demostrado ser valientes y de corazón puro. El secreto del Bosque Mágico es que aquellos que buscan con pureza y bondad encuentran un mundo lleno de maravillas y aventuras sin fin.»
Iker, maravillado, preguntó: «¿Podemos regresar aquí siempre?»
Sandra sonrió y asintió. «Sí, siempre que mantengan su corazón puro y su espíritu aventurero, el Bosque Mágico siempre estará abierto para ustedes.»
Con esa revelación, Iker y David fueron devueltos al claro del bosque. Aunque la experiencia había sido increíble, sabían que debían regresar a casa. Con el corazón lleno de gratitud y el espíritu lleno de nuevas historias, comenzaron su viaje de regreso, seguros de que esta aventura era solo el comienzo.
Al llegar a casa, compartieron su experiencia con sus padres y amigos, quienes escucharon con asombro y entusiasmo. Sandra, su profesora, los observó desde lejos con una sonrisa de orgullo, sabiendo que sus alumnos habían aprendido una valiosa lección sobre la valentía y la bondad.
Y así, Iker y David continuaron explorando, siempre en busca de nuevas aventuras y con el Bosque Mágico en sus corazones, listos para cualquier desafío que se les presentara.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Mural de la Aventura: Diego Rivera y la Calavera
Dante en el Bosque de los Dinosaurios
Michelle y Erik en el Bosque Encantado
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.