Luis era un chico de 11 años que vivía con su hermana menor, Defne, en una acogedora casa al borde del bosque. Luis siempre había deseado tener una mascota, pero sus padres pensaban que era mucha responsabilidad. Un día, mientras caminaba de regreso a casa después de la escuela, escuchó un maullido débil proveniente de unos arbustos al lado del camino. Curioso, se acercó y encontró una pequeña gata de pelaje blanco y naranja, con grandes ojos verdes que lo miraban con esperanza.
—¡Hola, pequeña! —dijo Luis con voz suave—. ¿Estás perdida?
La gata, agradecida por la atención, se frotó contra sus piernas y comenzó a ronronear. Luis supo de inmediato que no podía dejarla ahí. Con cuidado, la tomó en sus brazos y corrió a casa.
Cuando llegó, Defne estaba jugando en la sala. Al ver a su hermano con la gata en brazos, corrió hacia él emocionada.
—¡Luis, trajiste una gatita! —exclamó Defne, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Podemos quedárnosla, por favor?
Luis sabía que convencer a sus padres no sería fácil, pero también sabía que no podía dejar a la gata sola. Decidieron llamarla Mimi. Después de mucha persuasión y promesas de cuidar de ella, sus padres finalmente accedieron a que Mimi se quedara.
Mimi se adaptó rápidamente a su nueva familia. Luis y Defne se encargaban de alimentarla, jugar con ella y asegurarse de que estuviera cómoda. Cada día después de la escuela, Mimi los esperaba en la puerta, y las noches se llenaban de risas mientras jugaban con ella en la sala. Mimi se convirtió en un miembro querido de la familia y en una fuente constante de alegría.
Los meses pasaron y Mimi comenzó a mostrar signos de que estaba embarazada. Luis y Defne estaban emocionados por la llegada de los nuevos gatitos, y cada día contaban los días para el nacimiento. Prepararon una cama especial para Mimi en una esquina tranquila de la casa y esperaron pacientemente.
Finalmente, el día llegó. Mimi dio a luz a tres pequeños y adorables gatitos. Luis y Defne no podían contener su felicidad al ver a los diminutos cachorros. Les pusieron nombres y los cuidaron con todo el amor del mundo.
Sin embargo, la alegría se mezcló con la tristeza cuando, un mes después del nacimiento de los gatitos, Mimi enfermó gravemente. A pesar de los cuidados y la atención que le dieron, Mimi no pudo recuperarse y falleció tranquilamente una noche.
Luis y Defne estaban devastados. La pérdida de Mimi dejó un vacío en sus corazones, especialmente en el de Defne, quien había desarrollado un vínculo muy especial con ella. Aunque los gatitos llenaban parte del vacío, nada podía reemplazar a Mimi.
Defne, consumida por el dolor, comenzó a buscar respuestas y culpables. Quería entender por qué Mimi había enfermado y fallecido. Pasaba horas en la biblioteca local, leyendo sobre enfermedades de gatos y buscando cualquier pista que pudiera darle una explicación. Luis intentaba consolarla, pero él también estaba luchando con su propio dolor.
Un día, mientras Defne leía en la biblioteca, encontró un artículo sobre una planta venenosa que crecía cerca de su casa y que podía ser mortal para los gatos. Recordó haber visto a Mimi jugando cerca de esa planta antes de enfermar. Esta revelación llenó a Defne de una mezcla de tristeza y rabia. Decidió que tenía que hacer algo para que ningún otro animal sufriera como Mimi.
Con la ayuda de Luis, Defne comenzó una campaña en el vecindario para eliminar la planta venenosa. Informaron a sus vecinos sobre el peligro y organizaron un día de limpieza para arrancar todas las plantas venenosas de la zona. Fue un trabajo arduo, pero valió la pena. La comunidad se unió y, al final del día, el vecindario estaba libre de esa amenaza.
Aunque la tristeza por la pérdida de Mimi nunca desapareció por completo, Luis y Defne encontraron consuelo en saber que habían hecho algo positivo en su memoria. Los gatitos crecieron fuertes y saludables, y cada vez que jugaban con ellos, Luis y Defne recordaban a Mimi con cariño.
La experiencia les enseñó el valor del amor y el sacrificio, y cómo incluso en los momentos más oscuros, se puede encontrar la luz al hacer el bien por los demás. La memoria de Mimi vivió en cada acción que tomaron para proteger a los animales de su comunidad, y su legado de amor y cuidado se convirtió en una parte permanente de sus vidas.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.