En un rincón muy especial del mundo, donde el invierno abraza la tierra con su manto blanco, vivía un niño llamado Santy. El joven de 4 años y con una imaginación tan grande como el cielo azul sobre las montañas nevadas. Pero lo que más amaba Santy eran las aventuras, y en su pequeño corazón, deseaba explorar cada rincón del mundo nevado que veía desde su ventana.
Un día, mientras el sol se levantaba perezoso detrás de las colinas, Mami Zuri y Mamá Nan despertaron a Santy con una sonrisa. «Hoy es un día especial, Santy,» dijo Mamá Nan, «¡vamos a vivir una gran aventura en la montaña de nieve!»
Los ojos de Santy brillaron de emoción. Se vistieron cálidamente y, después de un desayuno lleno de risas y chocolate caliente, partieron hacia la montaña. La nieve crujía bajo sus pies, y el aire frío pintaba sus mejillas de rojo. Santy corría adelante, dejando pequeñas huellas en la nieve, seguido de cerca por Mami Zuri y Mamá Nan, quienes compartían una mirada de felicidad.
Cuando llegaron al bosque que conducía a la montaña, una figura grande y blanca se movía entre los árboles. Los adultos se detuvieron, pero Santy, curioso y sin miedo, corrió hacia adelante. Lo que encontró fue un gran monstruo de nieve, con ojos brillantes y una sonrisa tan amplia que parecía imposible.
«¡Hola!» Dijo Santy, sin un ápice de miedo. «Soy Santy, ¿y tú?»
«Yo soy Amigo Monsto,» respondió el monstruo con una voz que sonaba como el viento invernal, suave y profundo. «Pero la gente me tiene miedo y nadie quiere jugar conmigo.»
Mami Zuri y Mamá Nan se acercaron, cautelosas al principio, pero al ver la amistad inmediata entre Santy y Amigo Monsto, sonrieron. «¿Por qué no vienes con nosotros en nuestra aventura?» Propuso Mamá Nan. Amigo Monsto, con una sonrisa aún más amplia, asintió felizmente.
Juntos, el grupo de aventureros escaló la montaña, compartiendo historias y risas. Amigo Monsto mostró a Santy cómo hacer el muñeco de nieve más grande que jamás se haya visto, y cómo encontrar las pistas de los animales del bosque. Mami Zuri y Mamá Nan, maravilladas, veían cómo su hijo enseñaba a Amigo Monsto a hacer ángeles en la nieve.
La tarde cayó sobre ellos como un suave manto de estrellas. Sentados alrededor de una fogata mágica que Mamá Nan encendió, compartieron malvaviscos tostados y chocolate caliente, y Amigo Monsto contó historias de las montañas, de criaturas mágicas y valientes aventureros que una vez caminaron por esos senderos nevados.
Cuando llegó el momento de despedirse, Santy abrazó a Amigo Monsto. «Ahora tienes tres amigos más,» dijo Santy con una sonrisa. «Y volveremos para más aventuras.»
El camino de regreso a casa estuvo lleno de planes y sueños de futuras exploraciones. Santy, Mami Zuri, y Mamá Nan habían encontrado un nuevo amigo en el lugar más inesperado, y el corazón de Amigo Monsto, una vez solitario, ahora rebosaba de felicidad y esperanza.
Desde ese día, la montaña de nieve fue testigo de muchas más aventuras. Santy y Amigo Monsto exploraron cada cueva y valle, cada bosque y río. Y en cada aventura, el valor, la amistad y el amor brillaban más fuerte que el sol sobre la nieve.
Y así, en un mundo lleno de maravillas y sorpresas, la historia de Santy, Mami Zuri, Mamá Nan, y Amigo Monsto se convirtió en una leyenda, contada de generación en generación. Una historia que recuerda a todos que la verdadera magia se encuentra en la amistad y en el coraje de explorar lo desconocido, juntos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.