Había una vez una familia muy feliz que vivía en una hermosa casa con un jardín lleno de flores y árboles. La familia estaba compuesta por la mamá Yessica, el papá Polo, el hermano mayor Oliver, y las dos hermanas gemelas, Conchita y Abril. La historia comienza el día que nacieron las dos hermanitas.
Yessica y Polo siempre habían soñado con tener una hija, y para su sorpresa, cuando llegó el momento, no tuvieron una, sino dos hermosas niñas. Las gemelas nacieron un día soleado, y desde el primer momento, llenaron la casa de alegría. Conchita nació primero, y poco después, llegó Abril. Desde pequeñas, cada una mostró tener su propia personalidad, pero juntas formaban un dúo inseparable.
Conchita siempre fue la más activa de las dos. Desde que era muy pequeña, le gustaba correr por todos lados, trepar los árboles del jardín y jugar con sus amigos en el kinder. Era rápida como el viento, siempre sonriente, y le encantaba hacer nuevos amigos. En cambio, Abril era más tranquila, prefería dibujar y observar las nubes mientras se imaginaba historias de princesas y dragones.
Su hermano mayor, Oliver, las adoraba. Aunque a veces se quejaba de que las gemelas invadían su espacio, siempre las cuidaba y jugaba con ellas. A Oliver le gustaban los autos y construir cosas con bloques, y muchas veces las gemelas lo observaban con curiosidad mientras él armaba sus construcciones en el jardín.
Los padres de Conchita, Yessica y Polo, trabajaban mucho, pero siempre encontraban tiempo para jugar con sus hijos y contarles historias antes de dormir. Durante el día, las gemelas eran cuidadas por su nana, Chely, una mujer mayor con el corazón más grande que pudieras imaginar. Chely siempre estaba ahí para asegurarse de que las gemelas estuvieran seguras mientras exploraban el jardín o jugaban en la pequeña casita de juegos que tenían al fondo del patio.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Conchita tuvo una idea. «¡Abril! ¿Qué te parece si hacemos una aventura por todo el jardín? ¡Seremos exploradoras y encontraremos un tesoro escondido!»
Abril, quien estaba sentada bajo un árbol dibujando en su libreta, miró a su hermana y sonrió. «Me parece una gran idea, Conchi, pero ¿qué tesoro vamos a encontrar?»
Conchita ya lo tenía todo pensado. «Nana Chely siempre nos habla de las mariposas mágicas que viven en el jardín. Dicen que si las encuentras y las sigues, te llevarán a un lugar lleno de sorpresas. ¡Vamos a buscarlas!»
Y así, las dos hermanas se pusieron en marcha. Corrieron por el jardín, buscando entre las flores y los arbustos. Conchita lideraba la exploración, corriendo rápido y saltando sobre las piedras, mientras Abril la seguía un poco más despacio, asegurándose de que no se perdieran.
En su búsqueda, se encontraron con su hermano Oliver, quien estaba sentado junto a una pequeña fuente, jugando con sus autos. «¿Qué están haciendo ustedes dos?», preguntó Oliver con curiosidad.
«Estamos buscando mariposas mágicas que nos lleven a un tesoro», respondió Conchita emocionada.
Oliver sonrió. «¿Puedo ayudarles? Yo también quiero ver esas mariposas.»
Las gemelas se miraron entre sí y asintieron. «¡Claro, hermano! Tú puedes ser nuestro guardián en la aventura.»
Con Oliver ahora en su equipo, los tres hermanos continuaron su exploración. Buscaron detrás de los arbustos, treparon a la casita del árbol, y revisaron cada rincón del jardín. De repente, Conchita, que siempre estaba atenta a todo, vio algo en la esquina del jardín, cerca del gran roble.
«¡Ahí! ¡Miren!», gritó señalando hacia una pequeña mariposa que volaba delicadamente entre las flores.
Era una mariposa muy especial. Sus alas brillaban con colores que cambiaban según la luz, y al verla, las gemelas supieron que esa era la mariposa mágica de la que hablaba la nana Chely.
«¡Vamos a seguirla!», dijo Abril emocionada, olvidando por un momento su calma habitual. Las tres se pusieron en marcha, persiguiendo a la mariposa por el jardín. La mariposa voló alto y bajo, llevándolos a lugares que nunca habían explorado antes. Los tres hermanos se sumergieron en su aventura, riendo y corriendo detrás de la pequeña criatura mágica.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.