Cuentos de Aventura

El mejor día de mi vida, un sueño de fútbol hecho realidad con el Real Madrid

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Miguel, que tenía dos años y un corazón lleno de alegría. A Miguel le encantaba el fútbol más que cualquier otra cosa en el mundo. Desde pequeño, cuando veía a su papá y a su mamá mirar partidos por la tele, él se emocionaba mucho, y cada vez que estaba con su hermano Samu, jugaban a patear la pelota en el parque. Miguel soñaba con ir una vez a un campo de fútbol muy grande, donde los jugadores fueran famosos y las personas cantaran y aplaudieran mucho.

Un día, papá y mamá le dijeron a Miguel que su sueño se iba a hacer realidad. Él no entendía muy bien todo lo que decían, pero vio en sus caras que algo especial iba a suceder. Papá le explicó con mucha emoción que iban a ir al estadio del Real Madrid, un campo muy grande donde juegan muchísimos jugadores buenos. “¡Vamos a ver el partido en vivo!”, dijo mamá sonriendo. Miguel no podía creerlo. Su corazón latía rápido porque sabía que ese sería un día muy especial.

Llegó el día esperado. Papá, mamá, Miguel y su hermano Samu se prepararon con sus camisetas blancas del Real Madrid. Miguel llevaba una gorra muy chiquita que papá le había comprado, con el escudo del equipo bordado y un balón dibujado que le encantaba. Salieron desde temprano de casa, y en el camino Miguel miraba por la ventana del coche, imaginando cómo sería el campo enorme donde jugarían los héroes de su equipo favorito.

Cuando llegaron al estadio, Miguel abrió los ojos muy grandes. El campo era gigante, con un pasto verde que brillaba al sol. Había muchas personas, niños y adultos, todos con camisetas blancas, cantando y saltando. Papá alzó a Miguel para que viera todo, y mamá le señalaba la cancha, mientras Samu gritaba feliz con su pelota. Miguel sentía como si estuviera en un sueño.

Se sentaron en sus asientos y empezó el partido. Los jugadores del Real Madrid corrían igual que en sus cuentos, con fuerza y alegría. El ruido era grande y las emociones subían y bajaban como una montaña rusa. Miguel no paraba de sonreír y de aplaudir cuando el balón avanzaba hacia el arco. Papá le contaba quién era cada jugador, y Miguel intentaba repetir los nombres con su voz dulce y chiquita.

El partido estaba muy emocionante. El Real Madrid no había metido goles, pero tampoco les habían marcado. Miguel miraba atento cada movimiento. En un momento, uno de los jugadores más grandes y fuertes tomó el balón, corrió muy rápido y, con un fuerte golpe, lo lanzó directo al arco contrario. ¡Gol! Todo el estadio gritó y Miguel saltó de felicidad.

Pero lo más increíble fue lo que ocurrió después. El jugador del gol miró hacia la tribuna donde estaban Miguel, papá, mamá y Samu. Y con una sonrisa grande, sacó el dedo pulgar y lo señaló a Miguel. Luego, con un gesto, parecía que le dedicaba ese gol a Miguel. Papá le explicó a Miguel que el jugador había visto su emoción y quería regalarle ese momento porque sabía que él amaba mucho el fútbol. Miguel se sintió tan feliz como nunca en su vida. Creía que estaba viendo magia.

Después del partido, volvieron a casa. Miguel no paraba de hablar. Contaba cómo el jugador le había dedicado el gol, cómo había escuchado a la gente cantar y cómo había estado muy cerquita de jugadores que ahora eran sus héroes. En el camino, papá le repetía cuánto había disfrutado ver a su hijo tan contento y cuánto amaba el fútbol.

Cuando llegaron a casa, Miguel todavía tenía la gorra puesta y se abrazó a mamá, a papá y a Samu muy fuerte. Les dijo que era el mejor día de su vida. Se acurrucó en su cama con su pelota y pensó en todo lo que había vivido. Sabía que nunca iba a olvidar ese día, porque no solo había visto a su equipo favorito jugar, sino que también había sentido que ellos se daban cuenta de su cariño. Sentía que ese gol y esa sonrisa estaban solo para él.

Esa noche, mientras dormía, soñó que jugaba en el campo con sus jugadores favoritos, que hacía muchos goles y que, al final, el estadio entero lo aplaudía. Soñó también que un día, cuando creciera, él también podría ser un jugador que con pasión y alegría haría feliz a muchos niños como él.

Y así, Miguel aprendió que los sueños se pueden cumplir si se tiene el corazón lleno de amor y entusiasmo. Porque el fútbol, más que un juego, es una aventura que une a las personas y hace brillar los días con momentos inolvidables. Y, sobre todo, que compartir esos momentos con la familia, sus papás y su hermano Samu, era lo que hacía que ese día fuera, sin duda, el mejor día de su vida.

Desde entonces, cada vez que veía un partido en la tele, Miguel sonreía y recordaba su día en el estadio. Sabía que algún día, quizá, él sería alguien importante en el mundo del fútbol, pero lo que más quería era disfrutar, jugar y compartir con las personas que amaba. Porque, para Miguel, el fútbol era mucho más que un juego: era una aventura mágica vivida con la familia, llena de sueños, alegría y amor.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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