Cuentos de Aventura

El Misterio de la Gata de Yamiley

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Yamiley era una niña de 10 años que vivía en una casa pequeña en las afueras de la ciudad. Tenía una vida tranquila, llena de risas y juegos, pero lo que más amaba en el mundo era a sus dos mascotas: su perro de manchas negras y todo blanco, llamado Rocky, y su gato de manchas naranjas y blanco, llamado Momo. Estos dos animales eran más que simples mascotas para ella; eran sus compañeros de aventuras, sus amigos más cercanos. Cada día después de la escuela, Yamiley corría hacia casa para abrazar a Rocky y Momo, y ellos siempre la recibían con entusiasmo.

Una tarde, después de regresar de la escuela, Yamiley notó que algo extraño ocurría. Sus padres parecían preocupados. Su madre la miró con tristeza mientras su padre le pedía que se sentara.

—Yamiley, tenemos algo que contarte —dijo su mamá, con una voz suave y triste.

Yamiley se sentó, mirando a sus padres, que no dejaban de mirarla con preocupación.

—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Yamiley, con una sensación extraña en el estómago.

Su madre miró a su padre antes de hablar.

—Momo… Momo ya no está. —Las palabras de su madre la sorprendieron.

—¿Qué? —exclamó Yamiley, con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Por qué? ¿Qué le pasó?

Su padre suspiró profundamente.

—Lo sentimos mucho, Yamiley. Momo no estaba bien, y aunque intentamos hacer todo lo posible para ayudarlo, ya no despertó. Lamentablemente, se ha ido.

Las palabras de sus padres la golpearon como un trueno. Yamiley no podía entenderlo. Momo, su querido gato, ya no estaría más a su lado. Se levantó corriendo y fue a buscar a Rocky, su fiel perro, quien estaba en el jardín. Rocky la miró con sus grandes ojos tristes, como si también sintiera la tristeza que invadía la casa.

Esa noche, después de que su mamá la acostó, Yamiley no podía dormir. Su mente estaba llena de preguntas. ¿Cómo había sucedido? ¿Por qué no le había dicho a Momo lo mucho que lo quería antes de que fuera tarde? Mientras pensaba en todo esto, algo comenzó a formarse en su mente. No entendía cómo su gato podía haber muerto tan de repente. Algo no le cuadraba. Entonces, decidió que descubriría qué había pasado, cueste lo que cueste.

En los días siguientes, Yamiley observó con mucha más atención a todo lo que sucedía a su alrededor. A veces, se sentaba en la ventana de su cuarto a mirar a su abuela, quien vivía en la casa de al lado. A menudo la veía salir al jardín con un palo de escoba, mirando a sus gatos con desaprobación. Yamiley recordaba que, desde que era pequeña, su abuela nunca había sido muy amiga de los gatos. Siempre decía que los gatos no eran buenos animales, y que podían traer mala suerte.

Un día, mientras jugaba con Rocky en el jardín, Yamiley vio algo extraño. Desde su ventana, observó cómo su abuela estaba en el jardín, mirando fijamente a Momo, que estaba sentado bajo un árbol. La abuela parecía muy seria, y aunque no podía escuchar lo que decía, veía que movía la mano como si estuviera alejando al gato. Después de unos minutos, Momo se levantó y salió de la vista de Yamiley.

Esa noche, cuando sus padres se fueron a dormir, Yamiley decidió investigar. Fue sigilosa hasta el jardín de su abuela. Se acercó al mismo árbol donde había visto a Momo, y al mirar cuidadosamente, encontró algo que la dejó sin palabras: una pequeña caja que parecía haber sido enterrada a medio enterrar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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