Cuentos de Aventura

La Gran Aventura de Thiago e Ian

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Thiago e Ian eran dos hermanitos que vivían en una casa pequeña pero llena de amor. A Thiago, que tenía dos años, le encantaba correr por toda la casa, y su hermanito Ian, aunque aún era muy pequeño, siempre lo seguía con su mirada curiosa. Un día, algo muy emocionante ocurrió: ¡la familia iba a viajar en avión para visitar a los abuelos!

Mami y Papi estaban muy ocupados preparando todo. Había que hacer las maletas, revisar los documentos, y asegurarse de que todo estuviera listo para el gran día. Thiago y Ian, aunque eran pequeños, querían ayudar en todo lo que pudieran.

—¡Yo ayudo con las maletas, mami! —dijo Thiago, mientras tomaba su pequeña mochila y la llenaba de juguetes y cosas que pensaba que podría necesitar. Ian, con su sonrisa adorable, también intentaba meter sus juguetes en su mochila, aunque a veces los ponía de manera un poco desordenada.

—Gracias, mis chicos —dijo Mami, mirando a sus hijos con ternura—. ¡Qué bien que quieren ayudar!

Cuando llegó el día del viaje, la familia se despertó temprano, listos para comenzar su aventura. Thiago se ponía su camiseta roja favorita, mientras Ian estaba muy contento con su gorro verde y su pequeño overol azul. Mami y Papi, también con sus mochilas listas, les recordaron a los niños lo importante que era estar tranquilos y seguir todas las instrucciones para un vuelo seguro.

En el aeropuerto, Thiago estaba asombrado con todo lo que veía. Había tantas personas corriendo de un lado a otro, y en cada esquina se veían carteles con palabras extrañas y máquinas que sonaban ruidosamente. Pero lo que más le llamó la atención fueron los aviones que se veían a través de las grandes ventanas del aeropuerto.

—¡Mira, mami, el avión! ¡Es gigante! —exclamó Thiago, señalando un avión que estaba estacionado en la pista.

Mami sonrió y acarició su cabeza.

—Sí, Thiago, esos aviones son muy grandes. Y en uno de esos vamos a viajar para ver a los abuelos.

—¡Y yo quiero estar en la ventana! —dijo Ian, que no podía esperar para ver el mundo desde lo alto.

Después de pasar por el proceso de registro y chequeo, la familia llegó a la puerta de embarque. Papi, que tenía un poco más de experiencia viajando, explicó a Thiago y Ian cómo debían comportarse durante el vuelo.

—Recuerden, chicos, tenemos que estar sentados con el cinturón de seguridad puesto y escuchar a las azafatas si nos dicen algo. ¡Será una gran aventura!

Thiago y Ian estaban muy emocionados, y pronto llegaron al avión. Cuando subieron a bordo, encontraron sus asientos y se sentaron. Thiago se acomodó bien, con la ventana a su lado, y miró por la ventana, viendo cómo las personas corrían por la pista y el avión comenzaba a moverse.

Mami y Papi les recordaron a los niños cómo ponerse el cinturón de seguridad y les mostraron cómo escuchar las instrucciones de la tripulación. Thiago, con su gran curiosidad, miraba todo a su alrededor, mientras Ian se mantenía tranquilo, mirando a su mamá y sonriendo.

—Mami, ¿cuándo vamos a volar? —preguntó Thiago, con los ojos grandes, llenos de expectativa.

—Muy pronto, hijo, muy pronto. El avión comenzará a moverse y veremos todo desde el aire. Pero no te preocupes, todo estará bien.

Finalmente, el avión comenzó a despegar. Thiago, al principio un poco nervioso, se dio cuenta de que era algo muy emocionante. Miró por la ventana y vio cómo la tierra se alejaba poco a poco, hasta que las casas y los árboles se veían tan pequeños como juguetes.

—¡Mami, mami, mira! ¡Estamos volando! —gritó Thiago, con una gran sonrisa en su rostro.

Ian, aunque más pequeño, también observaba con asombro, señalando las nubes que pasaban rápidamente por la ventana.

El vuelo fue tranquilo y muy divertido. A lo largo del viaje, Mami y Papi les explicaron cómo funcionaban las cosas en el avión, desde el sonido de los motores hasta cómo se mantenían seguros. Thiago y Ian prestaban atención a todo lo que les decían, aunque a veces se distrían mirando las nubes o jugando con sus pequeños juguetes.

A medida que el avión se acercaba a su destino, el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de colores naranjas y rosas. Los niños miraban fascinados el paisaje desde la ventana. Para ellos, ese era el viaje más emocionante de todos.

Finalmente, el avión comenzó a descender, y los niños se dieron cuenta de que su gran aventura estaba a punto de terminar. Los cinturones de seguridad fueron puestos nuevamente, y pronto el avión tocó tierra, aterrizando suavemente.

—¡Hemos llegado! —exclamó Thiago, levantándose emocionado.

Cuando el avión se detuvo y las puertas se abrieron, la familia salió del avión y vio a los abuelos esperándolos con los brazos abiertos. Los abuelos, con sonrisas enormes, recibieron a los niños y les dieron grandes abrazos.

—¡Qué felices estamos de verlos! —dijo el abuelo.

—¡Hemos esperado mucho para ver a nuestros nietos! —dijo la abuela, abrazando a los niños.

Thiago e Ian se sintieron muy felices de ver a sus abuelos, y de pronto, el cansancio del vuelo desapareció. Estaban tan contentos de estar con ellos que ya no pensaban en el largo viaje que acababan de hacer.

Conclusión: Thiago e Ian aprendieron que viajar en avión no solo era una aventura emocionante, sino también una oportunidad para estar con su familia y descubrir cosas nuevas. Ayudaron a sus padres a seguir las instrucciones del viaje y se portaron muy bien, disfrutando cada momento. Lo que más les gustó de la aventura fue llegar al destino y abrazar a sus abuelos, demostrando que lo más importante de un viaje es estar con las personas que más amamos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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