Cuentos de Aventura

El Viaje en el Tiempo de Mia y sus Amigos

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado y brillante cuando Mia, una niña curiosa con una gran sonrisa, decidió que era hora de una aventura. Desde que era pequeña, siempre había soñado con viajar en el tiempo. En su mente, imaginaba visitar lugares antiguos y conocer a personajes fascinantes. Esa mañana, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un viejo libro polvoriento. “¿Qué será esto?” se preguntó mientras limpiaba la cubierta.

Al abrir el libro, se dio cuenta de que estaba lleno de dibujos de relojes y mapas de diferentes épocas. “¡Esto es increíble!” exclamó, con los ojos brillantes de emoción. Justo en ese momento, apareció su amiga Jazmín, una chica inteligente con gafas y dos coletas. “¿Qué tienes ahí, Mia?” preguntó Jazmín, acercándose a su lado.

“¡Mira! Este libro habla sobre viajes en el tiempo,” respondió Mia, mostrando las páginas llenas de imágenes coloridas. “¿Te imaginas poder visitar el antiguo Egipto o ver a los dinosaurios?” Jazmín sonrió. “¡Sería asombroso! Pero… ¿Cómo podríamos hacerlo?”

Mia pensó un momento y recordó algo. “¡Tengo una idea! En el jardín hay un viejo reloj de sol que pertenecía a mi abuelo. Quizás, si lo usamos de alguna manera, podamos viajar en el tiempo.” Jazmín levantó una ceja, intrigada. “Vamos a probarlo.”

Las dos amigas corrieron al jardín, donde el reloj de sol estaba cubierto de flores y maleza. “Mira, aquí está,” dijo Mia, señalando el reloj. Era un objeto de bronce, con números grabados y una pequeña sombra que se movía con el sol. “¿Qué hacemos ahora?” preguntó Jazmín.

“Creo que debemos alinearlo con el sol,” respondió Mia. Ambas comenzaron a limpiar el reloj y lo posicionaron de manera que la sombra apuntara hacia el mediodía. De repente, un brillo misterioso comenzó a emanar del reloj. “¡Mira eso!” gritó Jazmín, mientras la luz envolvía el jardín.

Antes de que se dieran cuenta, una figura apareció ante ellas. Era Reloj, un simpático reloj antropomórfico con grandes ojos y una sonrisa cálida. “¡Hola, Mia! ¡Hola, Jazmín! He estado esperando que llegaran. ¡Es hora de una aventura en el tiempo!” exclamó Reloj, moviendo sus manecillas emocionado.

“¿De verdad podemos viajar en el tiempo?” preguntó Mia, incrédula pero emocionada. “Sí, ¡y hoy vamos a visitar la era de los dinosaurios!” dijo Reloj. Jazmín y Mia se miraron, llenas de entusiasmo. “¡Vamos!” gritaron al unísono.

De repente, el reloj comenzó a girar y a emitir un sonido mágico. Las flores y el jardín comenzaron a desvanecerse y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un lugar completamente diferente. Estaban rodeadas de enormes árboles y un paisaje exuberante. “¡Increíble!” dijo Jazmín, mirando a su alrededor. “¿Dónde estamos?”

“¡En la era de los dinosaurios!” respondió Reloj. Las chicas estaban fascinadas. En el cielo volaban enormes pterosaurios y a lo lejos, podían ver un grupo de dinosaurios herbívoros pastando tranquilamente. “¡Mira! ¡Allí hay un brontosaurio!” señaló Mia, apuntando hacia el enorme dinosaurio que movía su cuello con gracia.

“¿Podemos acercarnos?” preguntó Jazmín, llena de curiosidad. Reloj asintió. “Pero con cuidado. Los dinosaurios pueden ser amistosos, pero también pueden asustarse fácilmente.” Así que comenzaron a acercarse lentamente al brontosaurio. Cuando llegaron cerca, el dinosaurio las miró con curiosidad. Mia extendió la mano. “¡Hola, amigo! No te haremos daño.” El brontosaurio bajó su cuello y las chicas sintieron su aliento cálido.

“¡Es hermoso!” exclamó Jazmín. De repente, un fuerte rugido resonó en el aire. Las tres miraron hacia arriba y vieron a un Tiranosaurio Rex, imponente y feroz. “¡Corre!” gritó Reloj. Las chicas se dieron la vuelta y comenzaron a correr hacia un arbusto grande, mientras el T-Rex seguía rugiendo.

“¡No te preocupes! Solo es un sonido fuerte. Los dinosaurios no son tan malos,” dijo Reloj mientras corrían. “¡Debemos encontrar un lugar seguro!” Las chicas se escondieron detrás de un gran árbol, tratando de calmar sus corazones agitados. Cuando el rugido se desvaneció, se asomaron con precaución.

“¿Está seguro?” preguntó Mia, temerosa. “Creo que sí. Parece que se ha ido,” respondió Jazmín. Cuando se sintieron más tranquilas, Reloj sugirió: “Vamos a explorar un poco más, pero mantengámonos juntas.” Así que continuaron su aventura, explorando el hermoso paisaje prehistórico.

Mientras caminaban, encontraron huellas de dinosaurios en el suelo. “¡Mira estas huellas! ¡Son enormes!” exclamó Mia, emocionada. “Podemos seguirlas y ver a dónde nos llevan.” Jazmín estaba de acuerdo. “Sí, ¡hagámoslo!”

Siguieron las huellas y, para su sorpresa, llegaron a un claro donde había un pequeño estanque. En el estanque, podían ver varios dinosaurios bebiendo agua. “¡Increíble! ¡Es un lugar perfecto para observarlos!” dijo Jazmín, mientras se agachaban detrás de unos arbustos.

Mientras observaban, notaron que un pequeño dinosaurio se alejaba del grupo. “¿Qué dinosaurio es ese?” preguntó Mia, tratando de ver mejor. “Creo que es un velociraptor,” respondió Reloj. El velociraptor parecía estar buscando algo y se veía un poco perdido. “Pobrecito, parece que no puede encontrar a su familia,” dijo Jazmín con tristeza.

“¿Deberíamos ayudarlo?” preguntó Mia. “Sí, pero necesitamos ser muy cuidadosas,” respondió Reloj. Así que las tres decidieron acercarse lentamente al velociraptor. “Hola, pequeño. ¿Te gustaría que te ayudáramos a encontrar a tu familia?” dijo Mia suavemente.

El velociraptor se volvió y las miró con curiosidad. Luego, empezó a hacer unos pequeños sonidos, como si estuviera respondiendo. “Parece que nos entiende,” dijo Jazmín. Reloj se acercó un poco más. “Vamos a seguirlo. Tal vez nos lleve a su familia.”

El velociraptor empezó a caminar, y las chicas lo siguieron con cuidado. Pasaron por un denso bosque y cruzaron un pequeño arroyo. Después de un rato, llegaron a una colina. Desde la cima de la colina, podían ver un gran grupo de dinosaurios reunidos. “¡Mira! ¡Allí están!” gritó Mia, señalando con emoción.

El velociraptor corrió hacia su familia, y las chicas se sintieron felices al verlo reunido con ellos. “¡Lo hicimos! ¡Lo ayudamos!” exclamó Jazmín. “Sí, y eso se siente genial,” dijo Reloj con una sonrisa. “Ahora, es momento de regresar a casa.” Las chicas asintieron, sabiendo que era hora de regresar.

Las tres se despidieron de los dinosaurios y comenzaron a caminar de regreso hacia el reloj. Cuando llegaron, Reloj explicó cómo usarlo para volver. “Solo necesitamos girar las manecillas hacia atrás y pensar en casa.” Las chicas hicieron lo que Reloj dijo y, de repente, el mundo a su alrededor comenzó a girar.

Cuando el giro se detuvo, se encontraron de vuelta en el jardín de Mia. “¡Estamos de regreso!” gritaron las dos al unísono. “¡Qué aventura tan increíble!” exclamó Mia. “Nunca olvidaré a esos dinosaurios,” dijo Jazmín, sonriendo.

“Y ayudamos a un velociraptor a encontrar a su familia,” añadió Reloj, lleno de orgullo. Las tres se miraron y comenzaron a reír. “¿Qué tal si contamos a todos sobre nuestra aventura?” sugirió Mia. “¡Sí! ¡Tienen que saber lo que hicimos!” acordó Jazmín.

Así que, con gran entusiasmo, entraron a la casa de Mia y comenzaron a contarles a sus familias sobre su increíble viaje en el tiempo. Y así, Mia, Jazmín y Reloj no solo vivieron una gran aventura, sino que también crearon recuerdos que llevarían en sus corazones para siempre.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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