Había una vez, en un tranquilo vecindario rodeado de árboles y risas de niños jugando, dos amigos inseparables llamados Leo y Lana. Ambos compartían una curiosidad inmensa por descubrir nuevos lugares y aprender sobre culturas diferentes. Un día, mientras jugaban en el parque, encontraron un viejo libro tirado en el césped, sus páginas desgastadas por el tiempo y las aventuras contadas. Era un libro sobre escuelas alrededor del mundo. Fascinados, Leo y Lana decidieron emprender un viaje imaginario para visitar colegios en India, Nigeria, Arabia y España.
En la India, su primera parada, Leo y Lana aparecieron frente al majestuoso Taj Mahal, pero no se detuvieron allí. Caminaron hasta una escuela cercana donde los niños estudiaban al aire libre, bajo la sombra de un gran árbol. Los maestros les enseñaban a escribir hermosos caracteres y a resolver complicados problemas matemáticos usando solo palitos en la arena. Leo y Lana se unieron, aprendiendo a contar y a escribir su nombre en hindi, maravillados por la sencillez y belleza de la enseñanza al aire libre.
Luego, en Nigeria, encontraron una escuela construida con coloridos ladrillos de arcilla. Allí, los niños les mostraron cómo tejían cestas usando hojas de palma y cómo la música y el baile eran una parte esencial de su aprendizaje. Leo intentó tocar el djembé mientras Lana bailaba al ritmo de la música africana, ambos riendo y compartiendo historias con sus nuevos amigos.
El siguiente destino fue Arabia, donde la arena del desierto se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Encontraron una tienda beduina que servía de escuela, donde los niños aprendían a leer y escribir en árabe. Les enseñaron a Leo y Lana a escribir sus nombres en el elegante alfabeto árabe y compartieron historias fascinantes sobre las estrellas y el vasto cielo nocturno. Esa noche, bajo un cielo lleno de estrellas, aprendieron sobre constelaciones y la importancia del agua en el desierto.
Finalmente, en España, llegaron a una escuela llena de risas y energía. Los niños jugaban en el patio y aprendían en aulas llenas de luz y color. Participaron en una clase de arte donde pintaron mosaicos vibrantes, inspirados por el famoso artista Gaudí. También aprendieron algunas palabras en español y disfrutaron de una merienda de pan con tomate y aceite de oliva, saboreando la simplicidad y la riqueza de la cultura española.
Después de su increíble viaje, Leo y Lana regresaron a su parque, el libro de aventuras cerrado firmemente entre sus manos. Habían viajado por el mundo sin moverse de su ciudad, descubriendo la magia de aprender y jugar con niños de diferentes culturas. Se dieron cuenta de que, aunque las escuelas alrededor del mundo podrían verse diferentes, la alegría de aprender y la amistad eran universales.
Conclusión:
Esa noche, mientras miraban las estrellas, Leo y Lana hicieron un pacto de seguir aprendiendo, explorando y compartiendo historias de lugares lejanos. Sabían que cada día era una oportunidad para embarcarse en una nueva aventura, ya sea en las páginas de un libro o en los recovecos de su imaginación. Y así, con corazones llenos de sueños y mentes llenas de curiosidad, los dos amigos continuaron su viaje, sabiendo que el mundo estaba lleno de maravillas esperando ser descubiertas.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Gran Aventura de los Pueblos Venezolanos
La Aventura de 5èA en la Montaña Vinicunca
La Gran Aventura en Vinicunca
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.