En un valle rodeado de montañas y bosques densos, vivían tres amigos inseparables: Lionel, Agustín y Victoria. Todos ellos eran hábiles en diferentes habilidades y se complementaban perfectamente en sus aventuras. Lionel era un experto en escalada y conocía los senderos de la montaña como la palma de su mano. Agustín era un maestro en la caza y podía rastrear cualquier criatura que se encontrara en el bosque. Victoria, por su parte, era una excelente herbolaria y conocía todos los secretos de las plantas medicinales.
Un día, mientras exploraban el bosque, se encontraron con un anciano que les habló de una antigua leyenda. Según la leyenda, había un lugar secreto en la montaña llamado el Paso del Hierro, donde se encontraba una fuente de gran poder que podía curar cualquier enfermedad. El anciano les dio un mapa que indicaba el camino hacia el Paso del Hierro, pero les advirtió que el camino era peligroso y que debían estar preparados para enfrentar cualquier obstáculo.
Lionel, Agustín y Victoria se miraron entre sí y decidieron que estaban listos para la aventura. Empezaron a ascender por la montaña, siguiendo el camino que les indicaba el mapa. A medida que subían, el aire se volvía más frío y el viento empezaba a soplar con más fuerza. De repente, escucharon un ruido extraño que parecía provenir de una cueva cercana.
Agustín se acercó a la cueva y descubrió que estaba llena de estalactitas y estalagmitas que brillaban en la oscuridad. De repente, una figura emergió de las sombras. Era un hombre alto y delgado, con ojos brillantes que parecían ver más allá de la oscuridad. Se presentó como Eryndor, un guardián del Paso del Hierro.
Eryndor les explicó que el Paso del Hierro estaba protegido por una serie de pruebas que debían superar para llegar a la fuente del poder. Las pruebas eran: la prueba de la oscuridad, la prueba del fuego y la prueba del agua. Eryndor les dio un amuleto que les permitiría sobrevivir a las pruebas, pero les advirtió que solo los tres podían intentarlas, ya que el Paso del Hierro era un lugar sagrado que debía ser respetado.
Lionel, Agustín y Victoria se miraron entre sí y decidieron que estaban listos para empezar las pruebas. Eryndor les indicó que la primera prueba era la prueba de la oscuridad, y que debían avanzar por un túnel estrecho y oscuro que les llevaría a la siguiente etapa.
La prueba de la oscuridad resultó ser más difícil de lo que esperaban. El túnel era tan estrecho que debían avanzar en fila india, y la oscuridad era tan densa que no podían ver nada. De repente, escucharon un ruido que parecía provenir de todos lados a la vez. Era un sonido que parecía estar vivo, y que les hacía sentir que estaban siendo rodeados por criaturas invisibles.
Victoria sacó un frasco de un líquido que brillaba en la oscuridad y lo vertió en el suelo. El líquido formó una especie de sendero que les permitió avanzar por el túnel sin perderse. Después de lo que pareció una eternidad, salieron del túnel y se encontraron en un valle iluminado por la luz del sol.
La siguiente prueba era la prueba del fuego. Debían avanzar por un campo de lava que les llevaría a la siguiente etapa. Agustín sacó su arco y flecha y les indicó que debían seguirle. Empezó a disparar flechas que se incendiaban en el aire y formaban un puente de llamas que les permitió avanzar por el campo de lava.
La prueba del fuego resultó ser la más difícil de todas. El calor era tan intenso que les hacía sentir que estaban a punto de desmayarse. De repente, Victoria se detuvo y se dio cuenta de que el amuleto que les había dado Eryndor empezaba a brillar con una luz intensa. La luz del amuleto les permitió avanzar por el campo de lava sin sufrir ningún daño.
La última prueba era la prueba del agua. Debían avanzar por un río que les llevaría a la fuente del poder. Lionel sacó una cuerda y se la ató a la cintura. Empezó a nadar por el río, con Agustín y Victoria detrás de él. El río era tan rápido que les hacía sentir que estaban a punto de ser arrastrados por la corriente.
De repente, Lionel se detuvo y se dio cuenta de que el río empezaba a calmarse. La corriente se redujo y les permitió avanzar por el río sin sufrir ningún daño. Después de un rato, llegaron a la orilla del río y se encontraron con una puerta de piedra que les bloqueaba el paso.
Eryndor apareció de repente y les indicó que la puerta solo se abriría si respondían a una pregunta. La pregunta era: ¿Qué es lo que es más fuerte que una roca, pero más débil que un susurro? Lionel, Agustín y Victoria se miraron entre sí y decidieron que la respuesta era la confianza. La confianza es más fuerte que una roca porque puede mover montañas, pero es más débil que un susurro porque puede ser rota con facilidad.
La puerta de piedra se abrió y les permitió acceder a la fuente del poder. La fuente era un manantial de agua cristalina que brillaba con una luz intensa. Lionel, Agustín y Victoria se acercaron al manantial y vieron que el agua tenía propiedades curativas. Podían sentir que la enfermedad y el dolor se estaban alejando de ellos.
De repente, escucharon un ruido que parecía provenir de la entrada de la cueva. Era un grupo de criaturas que parecían ser los guardianes del Paso del Hierro. Eryndor apareció de repente y les indicó que debían defender la fuente del poder. Los guardianes del Paso del Hierro eran criaturas poderosas que habían sido creadas para proteger la fuente.
Lionel, Agustín y Victoria se prepararon para la batalla. Empezaron a luchar contra los guardianes, utilizando todas sus habilidades para derrotarlos. La batalla fue intensa y duró mucho tiempo. Los guardianes eran fuertes y no se rendían fácilmente.
Pero Lionel, Agustín y Victoria no se rindieron. Lucharon con todas sus fuerzas y lograron derrotar a los guardianes. La fuente del poder estaba segura, y ellos habían demostrado que eran verdaderos héroes.
Después de la batalla, Eryndor les indicó que la fuente del poder estaba a salvo y que ellos habían demostrado que eran dignos de acceder a ella. Les dio un vaso de agua de la fuente y les indicó que debían beberla para curar cualquier enfermedad o herida.
Lionel, Agustín y Victoria bebieron el agua de la fuente y se sintieron renovados. La enfermedad y el dolor se habían alejado de ellos, y se sintieron como si hubieran nacido de nuevo.
Después de beber el agua de la fuente, decidieron regresar al valle. Eryndor les indicó que debían recordar que el Paso del Hierro era un lugar sagrado y que debían protegerlo con su vida. Lionel, Agustín y Victoria se despidieron de Eryndor y emprendieron el viaje de regreso al valle.
A medida que descendían por la montaña, se dieron cuenta de que la aventura había cambiado sus vidas. Habían demostrado que eran valientes y que podían enfrentar cualquier obstáculo. La amistad y la confianza que habían demostrado durante la aventura les habían permitido superar cualquier desafío.
Finalmente, llegaron al valle y se reunieron con sus familias. Les contaron la historia de la aventura y les enseñaron el agua de la fuente del poder. Las familias se maravillaron de la aventura y les agradecieron por haber demostrado que eran verdaderos héroes.
Lionel, Agustín y Victoria se miraron entre sí y sonrieron. Sabían que habían vivido una aventura que siempre recordarían. La aventura les había cambiado la vida y les había enseñado que la amistad y la confianza eran las cosas más fuertes del mundo.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La pelea de los hermanos y el amor de las tías
Sofía y su amiga peluda, aventuras al aire libre
Cuando el sueño despierta la realidad
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.