Había una vez un niño llamado Juan. Juan tenía cinco años y era muy curioso. Le encantaba aprender cosas nuevas, especialmente sobre los lugares, la comida y la música. Un día, su abuelita le contó que Colombia, su país, era muy grande y que tenía muchas regiones diferentes, cada una con su propia cultura, folclor, comida y manualidades. Juan estaba tan emocionado que decidió que quería conocer todas esas regiones y vivir una gran aventura.
Su primera parada fue la región de la Costa Caribe. Cuando llegó, sintió el calor del sol y escuchó la música alegre del acordeón. Juan conoció a personas que le enseñaron a bailar cumbia, un ritmo muy especial de la Costa Caribe. Mientras bailaba, sentía cómo sus pies se movían al ritmo de los tambores. También probó un delicioso plato llamado arepa de huevo. La arepa estaba rellena con un huevo frito, y cuando Juan la mordió, sintió que era lo más rico que había probado.
Pero lo que más le gustó a Juan en la Costa Caribe fue aprender a hacer mochilas Wayúu, unas bolsas coloridas que las personas tejían con mucho cuidado. Juan pasó toda la tarde haciendo una pequeña mochila con hilos de muchos colores. Al final, estaba tan orgulloso de su creación que decidió llevarla en todas sus aventuras.
Después de despedirse de sus nuevos amigos, Juan viajó a la región Andina. Aquí, las montañas eran muy altas, y el aire era fresco y agradable. Juan conoció a personas que usaban ruanas, unas mantas de lana que los mantenían calentitos. En esta región, aprendió a tocar el tiple, un instrumento musical que sonaba muy bonito. Cada vez que tocaba una cuerda, sentía que estaba contando una historia con música.
La comida en la región Andina también era deliciosa. Juan probó el ajiaco, una sopa caliente con pollo, papas y mazorca. Mientras comía, su nuevo amigo le explicó que el ajiaco era un plato muy tradicional de la región. Juan disfrutó tanto la sopa que pidió otra porción. También aprendió a hacer muñecos de barro, una manualidad muy común en esa región. Con sus manos pequeñas, modeló un caballito de barro que luego pintó de colores brillantes.
Luego, Juan se fue a la región del Pacífico. Aquí, todo era muy verde, con selvas llenas de árboles altos y ríos que corrían rápido. En el Pacífico, la música era diferente, y las personas tocaban la marimba, un instrumento hecho de madera. Juan intentó tocar la marimba y le encantó cómo resonaba en el aire, como si la selva misma estuviera cantando.
La comida en el Pacífico también era especial. Juan probó el encocado de pescado, un plato con leche de coco que le pareció muy sabroso. Después de comer, sus nuevos amigos le enseñaron a hacer canastos de mimbre. Juan se concentró mucho en tejer los mimbres para hacer un canasto pequeño donde guardaría sus recuerdos de cada región.
De la región del Pacífico, Juan viajó a los Llanos Orientales. Aquí, el paisaje era diferente, con grandes planicies donde se veían caballos correr libres. Los llaneros, como se llamaban las personas que vivían allí, le enseñaron a Juan a montar a caballo. Al principio, Juan estaba un poco nervioso, pero pronto se dio cuenta de que le gustaba mucho, especialmente cuando el caballo galopaba rápidamente por las llanuras.
En los Llanos, Juan probó la carne a la llanera, que se cocinaba en grandes parrillas al aire libre. La carne estaba jugosa y muy sabrosa. También aprendió a hacer muñecos de palma, unas manualidades típicas de la región. Juan hizo un pequeño muñeco que montaba un caballo, recordando su aventura en los Llanos.
Finalmente, Juan llegó a la región de la Amazonía. Aquí, la selva era densa y llena de vida. Juan estaba maravillado con todos los animales y plantas que veía. Sus amigos en la Amazonía le enseñaron a pescar con arco y flecha, una técnica que requería mucha práctica, pero Juan estaba decidido a intentarlo.
La comida en la Amazonía era diferente a todo lo que Juan había probado antes. Comió una sopa de pescado llamada casabe, hecha con yuca, y se dio cuenta de que cada región tenía su propia manera de cocinar y que todas eran deliciosas. También aprendió a hacer collares de semillas, una manualidad muy popular en la Amazonía. Juan hizo un collar con semillas de colores que le recordaba los sonidos y colores de la selva.
Después de visitar todas estas regiones, Juan volvió a casa, muy contento con todas las cosas que había aprendido. Su mochila estaba llena de recuerdos: la mochila Wayúu de la Costa Caribe, el caballito de barro de la región Andina, el canasto de mimbre del Pacífico, el muñeco de palma de los Llanos y el collar de semillas de la Amazonía.
Juan se dio cuenta de que Colombia era un país muy especial, con muchas culturas, comidas y tradiciones diferentes. Estaba agradecido por haber tenido la oportunidad de conocer cada una de ellas. Y aunque su aventura había terminado, sabía que siempre llevaría en su corazón los recuerdos de cada lugar que visitó y las personas que conoció.
Desde ese día, cada vez que Juan escuchaba una canción, veía un plato de comida o encontraba una manualidad, recordaba con cariño sus aventuras por Colombia. Y así, con una gran sonrisa en su rostro, Juan cerró los ojos y soñó con nuevas aventuras que lo esperaban en el futuro.
Fin.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Luka y el día que conoció a Spiderman
El legado de las máquinas del oro negro
Las Vocales Aventureras de Abecedario
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.