Cuentos de Aventura

Las Vacaciones Inolvidables de Mia, Said y Eithan

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado cuando Mia, Said y Eithan se despertaron con una noticia emocionante. ¡Por fin habían llegado las vacaciones de verano! Mamá y Papá les habían prometido una semana llena de aventuras, y ese día comenzarían con un paseo al parque de diversiones. Los tres hermanos no podían esperar a empezar la diversión.

Mia, la mayor de los tres, tenía seis años y siempre estaba lista para descubrir cosas nuevas. Le encantaba subirse a las montañas rusas y explorar los lugares más altos, desde donde podía ver todo el parque. Said, que tenía cuatro años, era muy curioso y no dejaba de hacer preguntas sobre todo lo que veía. Eithan, el más pequeño con solo dos años, seguía a sus hermanos con una gran sonrisa, emocionado por cada nuevo descubrimiento.

Después de un desayuno rápido, la familia se subió al coche y emprendió el camino hacia el parque de diversiones. Mamá y Papá les habían hablado del lugar muchas veces, pero esta era la primera vez que los niños lo visitarían. El parque estaba lleno de colores brillantes, con globos flotando por todas partes y el sonido de la música que llenaba el aire.

Al llegar, lo primero que vieron fue una gran noria, con sus cabinas que giraban lentamente en el cielo. «¡Mira, Mamá, quiero subir ahí!», exclamó Mia, señalando la noria con entusiasmo.

Papá sonrió y les dijo: «Primero exploraremos un poco, y luego decidimos a qué atracción queremos subir». Con eso, la familia comenzó a recorrer el parque, maravillándose con las diferentes atracciones y juegos que había para disfrutar.

Pasaron por una casa de espejos donde todos se rieron al ver sus reflejos distorsionados, luego jugaron en los autos chocones, donde Papá demostró ser un experto en esquivar a Said, que intentaba chocar contra él. Mamá y Mia se subieron a una montaña rusa que hacía dar vueltas y más vueltas en el aire, mientras Eithan se divertía con los caballitos en el carrusel.

Después de varias horas de diversión, decidieron hacer una pausa para comer. Se sentaron bajo la sombra de un árbol grande, disfrutando de sándwiches, frutas y jugos que Mamá había traído. Mientras comían, Mia contó cómo había sentido cosquillas en el estómago cuando la montaña rusa hizo su gran bajada, y Said no paraba de hablar de cómo casi había ganado en los autos chocones.

Una vez recuperaron energías, continuaron explorando el parque. Llegaron a una zona llena de juegos de feria, donde se podía ganar premios si acertabas el blanco o hacías caer las latas. Mia decidió intentarlo y, con mucha concentración, logró tirar todas las latas de un solo golpe. Su premio fue un gran oso de peluche que abrazó con fuerza.

Said, por su parte, quiso probar suerte con el juego de pesca, donde debía atrapar pececitos de plástico con una caña. Con un poco de ayuda de Papá, logró atrapar tres peces y ganó un gorro de pirata que no se quitó en todo el día. Eithan, que miraba todo con asombro, recibió un globo con forma de estrella que Mamá le ató a la muñeca para que no lo perdiera.

La tarde fue pasando y el sol comenzó a ponerse en el horizonte, pintando el cielo de naranjas y rosas. Pero la diversión aún no había terminado. Papá les dijo que había una sorpresa especial esperándolos en la plaza central del parque. Los niños corrieron hacia allí, curiosos por saber de qué se trataba.

Al llegar, se encontraron con una gran pantalla que proyectaba una película al aire libre. Las sillas estaban dispuestas en hileras, y muchas familias ya estaban acomodándose para disfrutar del espectáculo. Mia, Said y Eithan se sentaron en primera fila, emocionados por ver la película bajo las estrellas.

La película era una historia de aventuras, con piratas, tesoros escondidos y amigos que navegaban por mares desconocidos. Mia, Said y Eithan miraban con ojos brillantes, imaginándose a ellos mismos en ese barco, viviendo todas esas aventuras. Mamá y Papá los observaban con una sonrisa, felices de ver lo mucho que sus hijos estaban disfrutando.

Cuando la película terminó, el parque comenzó a iluminarse con fuegos artificiales que estallaban en el cielo. Los colores llenaban la noche, y los niños aplaudían emocionados, disfrutando del espectáculo. Fue el final perfecto para un día lleno de alegría y diversión.

De regreso a casa, Mia, Said y Eithan no dejaban de hablar de todo lo que habían vivido ese día. Mamá y Papá escuchaban con paciencia, sabiendo que esos recuerdos quedarían grabados en la memoria de sus hijos para siempre.

Al llegar a casa, los niños estaban tan cansados que apenas lograron cambiarse y meterse en la cama. Mamá los arropó y les dio un beso de buenas noches a cada uno. «Hoy fue un día muy especial», les dijo. «Pero mañana nos esperan nuevas aventuras. ¡Así que a descansar bien!».

Mia, con su oso de peluche, Said, con su gorro de pirata, y Eithan, abrazando su globo en forma de estrella, se quedaron dormidos rápidamente, soñando con las nuevas aventuras que el siguiente día de vacaciones les traería.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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