Cuentos de Aventura

Lorenzo y la Aventura del Fútbol

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Lorenzo que vivía en una casa con un gran jardín. Lorenzo tenía ocho años y una pasión enorme por el fútbol. Siempre que podía, salía al jardín con su pelota para practicar sus mejores tiros y jugadas. Pero no estaba solo, porque también tenía un hermanito bebé llamado Lucas. Lucas era muy pequeño, apenas tenía un año, y le encantaba ver a su hermano mayor jugar.

Una mañana soleada, Lorenzo decidió que iba a enseñar a su hermanito algunos trucos de fútbol. Aunque Lucas era muy pequeño y no podía jugar todavía, Lorenzo pensó que sería divertido mostrarle cómo se jugaba. Así que, con su pelota bajo el brazo y una sonrisa en el rostro, salió al jardín con Lucas.

—¡Mira, Lucas! Así se patea la pelota —dijo Lorenzo, mientras colocaba la pelota en el suelo y le daba un suave puntapié.

Lucas, sentado en una manta en el jardín, aplaudía con entusiasmo cada vez que veía a su hermano patear la pelota. Sus ojitos brillaban de emoción y su risa era contagiosa. Lorenzo, al ver lo feliz que estaba su hermanito, decidió que ese sería un día especial de fútbol y aventuras.

Después de un rato de jugar, Lorenzo tuvo una idea brillante.

—Lucas, ¿qué te parece si vamos a explorar el jardín? Quizás encontremos algo interesante —dijo Lorenzo, levantando a su hermanito y llevándolo en sus brazos mientras sostenía la pelota con la otra mano.

El jardín de la casa de Lorenzo era muy grande y estaba lleno de árboles, arbustos y flores. Había muchos rincones secretos que Lorenzo todavía no había explorado por completo. Con Lucas en brazos, Lorenzo comenzó a caminar por el jardín, pateando la pelota suavemente delante de ellos.

Mientras caminaban, Lorenzo notó algo extraño detrás de un grupo de arbustos. Era un camino estrecho y poco visible que parecía llevar a una parte del jardín que él nunca había visto antes. Con curiosidad, decidió seguir el camino, asegurándose de que Lucas estuviera cómodo y seguro en sus brazos.

El camino los llevó a un claro escondido en el jardín. En el centro del claro, Lorenzo vio algo increíble: una portería de fútbol hecha de ramas y hojas. Parecía que alguien había estado allí antes y había creado ese lugar especial para jugar.

—¡Lucas, mira esto! ¡Es una portería de fútbol secreta! —exclamó Lorenzo, colocando a su hermanito en el suelo y corriendo hacia la portería con su pelota.

Lorenzo comenzó a jugar, imaginando que estaba en un gran estadio lleno de gente que aplaudía cada uno de sus movimientos. Hacía tiros, regateos y celebraba cada gol como si fuera el mejor jugador del mundo. Lucas lo observaba con ojos llenos de admiración, riendo y aplaudiendo.

De repente, Lorenzo escuchó un ruido detrás de él. Se giró y vio a un pequeño conejo blanco asomándose entre los arbustos. El conejo parecía tan curioso como ellos y se acercó saltando.

—Hola, pequeño amigo. ¿También te gusta el fútbol? —preguntó Lorenzo con una sonrisa.

El conejo se acercó aún más, moviendo sus orejas y olfateando la pelota. Lorenzo se agachó y acarició al conejo suavemente.

—Creo que tenemos un nuevo amigo, Lucas —dijo Lorenzo, mientras Lucas extendía sus manitas para tocar al conejo.

El conejo parecía disfrutar de la compañía de los dos hermanos y se quedó con ellos mientras Lorenzo continuaba jugando. Jugaron durante un buen rato, y Lorenzo se dio cuenta de que el día había sido una gran aventura.

Cuando el sol comenzó a bajar en el cielo, Lorenzo supo que era hora de regresar a casa. Tomó a Lucas en brazos nuevamente y, con el conejo siguiéndolos, regresaron por el mismo camino por el que habían venido.

De vuelta en el jardín, Lorenzo colocó a Lucas en su manta y se sentó junto a él. El conejo se acurrucó cerca de ellos, como si quisiera seguir siendo parte de su pequeña familia.

—Hoy ha sido un gran día, Lucas. Hemos encontrado una portería secreta y hemos hecho un nuevo amigo —dijo Lorenzo, mientras acariciaba al conejo y veía cómo su hermanito se quedaba dormido lentamente.

Lorenzo se recostó en la manta, mirando el cielo que se iba oscureciendo poco a poco. Pensó en todas las aventuras que podría vivir en el futuro, explorando el jardín y jugando al fútbol con su hermanito y su nuevo amigo conejo.

Con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de felicidad, Lorenzo se quedó dormido junto a Lucas, soñando con más días llenos de juegos y aventuras.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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