Había una vez, en un reino muy lejano, cinco amigos muy especiales que vivían en armonía: La Dama, La Sirena, El Negrito, El Diablito y La Calavera. Cada uno de ellos tenía habilidades únicas y un corazón lleno de bondad. Un día, la estrella de la luz, que iluminaba todo el reino durante la noche, desapareció misteriosamente. Sin su brillo, la oscuridad se apoderó de todo, y la gente empezó a sentirse triste y asustada.
La Dama, con su vestido brillante, convocó a sus amigos para una reunión urgente. Se reunieron junto al lago, donde la luna reflejaba su luz pálida en el agua.
—Amigos, debemos encontrar la estrella de la luz y devolverla a su lugar en el cielo —dijo La Dama con determinación—. Tenemos que llevar el cantarito, que contiene cosas que nos ayudarán en nuestra búsqueda, y la pera de la sabiduría para guiarnos.
—¡Vamos a hacerlo! —dijo El Negrito con una sonrisa—. Juntos, podemos lograrlo.
La Sirena, que podía nadar rápido en el agua, tomó el cantarito, y La Dama llevó la pera de la sabiduría. Juntos, emprendieron su viaje por el reino en busca de la estrella perdida.
Su primera parada fue el lago, donde encontraron a un pescado grande y brillante nadando en la orilla.
—Señor Pescado, ¿ha visto la estrella de la luz? —preguntó La Sirena con suavidad.
—Sí, la he visto —respondió el pescado—. Fue llevada por el viento hacia el bosque. Pregunten al venado, él sabe más.
Agradecidos, los cinco amigos se dirigieron al bosque. El camino era oscuro y lleno de misterios, pero La Dama mantenía la pera de la sabiduría en alto, que emitía un suave brillo, guiándolos. En el corazón del bosque, encontraron al venado, que pastaba cerca de un gran pino y una palma.
—Señor Venado, buscamos la estrella de la luz. ¿Sabe dónde está? —preguntó El Negrito con amabilidad.
—La estrella fue llevada a la cima del monte —dijo el venado, señalando con su cabeza hacia una montaña cercana—. Pero tengan cuidado, el gallo mágico es el guardián y no permite que nadie pase.
Sin desanimarse, los amigos siguieron su camino hasta el monte. La subida fue empinada y difícil, pero finalmente llegaron a la cima, donde encontraron al gallo mágico. El gallo tenía plumas doradas y un brillo en sus ojos que mostraba sabiduría.
—¿Quiénes son ustedes y por qué han venido aquí? —preguntó el gallo con voz firme.
—Somos amigos del reino y buscamos la estrella de la luz para devolverla a su lugar en el cielo —dijo La Calavera con voz serena—. Te ofrecemos la botella de la verdad como ofrenda.
El gallo miró la botella de la verdad y asintió.
—Pueden pasar —dijo el gallo—. La estrella está más allá de este monte, pero deben protegerla de la lluvia ácida con el paraguas que encontrarán en la cueva.
Los amigos agradecieron al gallo y entraron en una cueva cercana, donde encontraron un paraguas mágico. Al salir de la cueva, vieron la estrella de la luz brillando débilmente en el suelo. Con cuidado, la colocaron dentro de un barril para protegerla.
De repente, el cielo comenzó a oscurecerse y una lluvia ácida empezó a caer. Rápidamente, La Dama abrió el paraguas mágico y cubrió el barril, protegiendo la estrella de la lluvia dañina. La Calavera, con su sabiduría, encontró el camino de regreso al reino.
Cuando llegaron al reino, todos los habitantes se reunieron para ver el regreso de la estrella de la luz. Con mucho cuidado, los amigos sacaron la estrella del barril y la elevaron hacia el cielo. En un instante, la estrella volvió a brillar con fuerza, iluminando todo el reino con su luz cálida y reconfortante.
Los habitantes del reino aplaudieron y vitorearon a los cinco amigos por su valentía y trabajo en equipo. La Dama, La Sirena, El Negrito, El Diablito y La Calavera sonrieron, sabiendo que habían cumplido su misión y que el reino estaba a salvo una vez más.
Esa noche, bajo la luz brillante de la estrella, los amigos celebraron su victoria con una gran fiesta. Bailaron, rieron y contaron historias de su aventura, sabiendo que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier desafío.
Desde ese día, la estrella de la luz nunca más desapareció, y el reino vivió en paz y felicidad, siempre recordando la valentía de los cinco amigos que salvaron la luz.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.