Había una vez, en una ciudad muy antigua llamada Atenas, un hombre sabio y amable llamado Sócrates. Sócrates tenía una larga barba blanca y siempre vestía ropas sencillas. Pasaba sus días hablando con sus amigos y vecinos en la plaza del mercado, un lugar lleno de árboles y edificios de piedra.
Sócrates tenía muchos amigos que lo querían mucho. Ellos disfrutaban escuchando sus historias y aprendiendo de sus sabias palabras. Un día, mientras estaban todos reunidos en la plaza, Sócrates les dijo:
—Amigos, hoy vamos a vivir una gran aventura. Vamos a explorar los lugares más hermosos de nuestra ciudad y aprender cosas nuevas.
Los amigos de Sócrates estaban muy emocionados. Les encantaba la idea de salir y explorar junto a su sabio amigo. Así que, sin perder tiempo, comenzaron su viaje.
Primero, caminaron hasta la colina más alta de la ciudad, desde donde se podía ver todo Atenas. Sócrates les mostró cómo la ciudad estaba organizada y les contó historias sobre los edificios y las personas que vivían allí.
—¿Ven esa gran estatua allá en el centro? —dijo Sócrates señalando hacia una figura imponente—. Esa es la estatua de Atenea, la diosa que protege nuestra ciudad. Ella es símbolo de sabiduría y valor.
Los amigos miraron la estatua con admiración y sintieron una gran emoción por aprender más sobre su ciudad. Después, Sócrates los llevó a un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. Mientras caminaban entre los árboles y las flores, Sócrates les habló sobre la naturaleza y la importancia de cuidar el mundo que los rodea.
—La naturaleza es un regalo maravilloso —dijo Sócrates—. Debemos protegerla y respetarla, porque nos da todo lo que necesitamos para vivir.
Los amigos escucharon atentamente y prometieron cuidar siempre del jardín y de todos los seres vivos. Después de disfrutar del jardín, Sócrates y sus amigos se dirigieron a la orilla del mar. Allí, se sentaron en la arena y observaron cómo las olas llegaban a la playa.
—El mar es vasto y misterioso —dijo Sócrates—. Así como nuestras mentes. Siempre debemos tener curiosidad y buscar aprender más, igual que los exploradores del mar.
Los amigos de Sócrates estaban encantados con todo lo que estaban aprendiendo. Sentían que cada palabra de su amigo era como una semilla que plantaba en sus corazones y mentes.
Mientras caminaban de regreso a la plaza del mercado, Sócrates les hizo una pregunta importante:
—Amigos, ¿qué creen que es lo más importante en la vida?
Los amigos pensaron por un momento y luego uno de ellos respondió:
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.