Había una vez cuatro intrépidos amigos: Leo, Mario, Sofía y Laura. Un día, decidieron ir a explorar el misterioso bosque que se encontraba detrás de sus casas. Habían oído historias sobre criaturas mágicas que vivían allí, pero jamás imaginaron lo que realmente encontrarían.
Mientras caminaban, descubrieron un hermoso claro lleno de flores de todos los colores y mariposas que revoloteaban a su alrededor. En el centro, se encontraba una encantadora señora con vestido púrpura y un sombrero puntiagudo. Su nombre era Berta, aunque los niños no sabían que en realidad, ¡era una bruja!
Berta les ofreció deliciosos dulces y juguetes encantados. Los niños, encantados con la amabilidad de la señora, no sospecharon nada malo. Pero cuando Berta los invitó a su cueva, las cosas comenzaron a cambiar. La cueva era oscura y húmeda, y en el centro había una gran olla burbujeante.
Mientras los niños observaban la olla, notaron que en su interior había zapatos, ropa y juguetes. Comprendieron que Berta no era tan amable como parecía. Planeaba cocinarlos para su cena. Pero estos niños no eran fáciles de engañar.
Leo, que siempre llevaba consigo una pequeña linterna, la encendió y comenzó a buscar una salida. Mario, por su parte, recordó una canción que su abuela le cantaba para alejar los malos espíritus. Empezó a cantarla con fuerza, causando que Berta se tapara los oídos.
Mientras tanto, Sofía y Laura encontraron un viejo libro de hechizos en una esquina de la cueva. Juntas, pronunciaron unas palabras mágicas que aparecían en una de sus páginas. De pronto, Berta se transformó en una pequeña rana.
Los niños, aliviados, corrieron fuera de la cueva. Sin embargo, en lugar de sentir miedo o enojo, decidieron ayudar a Berta. Entendieron que, en su interior, había bondad y que había tomado malas decisiones por la soledad.
Con la ayuda del libro de hechizos, los niños realizaron un encanto que le devolvió a Berta su forma humana, pero con un corazón renovado. Agradecida, la ex-bruja les mostró el verdadero bosque encantado, lleno de criaturas mágicas y lugares asombrosos.
Conclusión:
Después de esa aventura, Leo, Mario, Sofía y Laura regresaron a sus casas con historias increíbles que contar. Aprendieron la importancia de la amistad, de no dejarse engañar por las apariencias y de creer en la magia que hay en cada rincón del mundo. Y, por supuesto, siempre llevaban consigo el libro de hechizos, por si alguna vez necesitaban una pizca de magia.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.