Cuentos de Ciencia Ficción

El Secreto del Castillo Embrujado

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques frondosos, vivían tres amigos inseparables: Luis, Meche y Michelle. Los tres compartían una curiosidad insaciable por descubrir los secretos que el mundo tenía para ofrecerles. Su lugar favorito para explorar era un antiguo castillo que se alzaba en la cima de una colina. Desde que eran muy pequeños, habían escuchado historias sobre el Castillo Embrujado, donde se decía que un misterioso científico había realizado experimentos extraordinarios.

Un día, mientras jugaban a ser aventureros en el parque, Meche propuso que fueran a investigar el castillo. Su idea emocionó a Luis y Michelle, quienes asintieron con entusiasmo. La tarde estaba linda y despejada, así que decidieron que ese sería el día perfecto para la aventura.

Los tres amigos se aventuraron hacia la colina, llenos de emoción y un poco de nerviosismo. El castillo, con sus altas torres y muros cubiertos de enredaderas, se veía imponente. Al acercarse, notaron que algo extraño brillaba en una de las ventanas. Luis, el más temerario del grupo, se acercó con cautela y miró a través de un pequeño hueco en la puerta de madera. “¡Miren! Hay luces dentro. Parece que alguien está allí”, exclamó.

“¿Deberíamos entrar?” preguntó Michelle, un poco asustada pero muy intrigada.

“¡Claro que sí! No podemos dudar, somos aventureros”, respondió Meche con una sonrisa decidida. Con gran esfuerzo, empujaron la puerta, que chirrió fuertemente al abrirse. Al adentrarse, se encontraron en un amplio vestíbulo lleno de sombras y ecos. El aire tenía un ligero olor a polvo y algo agridulce.

Mientras exploraban, encontraron cuadros antiguos en las paredes que parecían observarles. De pronto, escucharon un zumbido inusual, como el de un dispositivo antiguo. Siguiendo el sonido, llegaron a una habitación donde se encontraban dos grandes computadoras llenas de luces parpadeantes.

“¿Qué es esto?” preguntó Michelle, mientras se acercaba a una de las pantallas. De repente, la computadora cobró vida y comenzó a proyectar imágenes en una pared. Era un mapa del universo lleno de estrellas y planetas desconocidos.

“Meche, ¡esto es increíble! Este debe ser el laboratorio del científico de las leyendas”, dijo Luis emocionado. “Tal vez podamos descubrir cómo funcionan estas máquinas”.

Mientras cada uno tocaba diferentes botones y pantallas, una figura apareció detrás de ellos. Era un pequeño robot con ojos brillantes que parecía haber despertado de un largo sueño. “¡Saludos, jóvenes exploradores!” dijo el robot con una voz melodiosa. “Soy Nova, el asistente del científico. ¿Han venido a descubrir los secretos del universo?”

Los tres amigos quedaron sorprendidos. “¡Sí! ¡Queremos saber todo!”, gritaron a la vez.

“Perfecto”, dijo Nova. “El científico dejó un proyecto incompleto. Necesito vuestra ayuda para completarlo. Si lo logramos, podremos viajar a otros mundos”.

La emoción llenó el aire. “¿Cómo podemos ayudar?” preguntó Meche con entusiasmo.

“Necesitamos reunir tres objetos especiales: el Cristal de Luz, el Corazón de Estrella y el Rayo del Portal”, explicó Nova. “Cada uno de estos objetos está escondido en diferentes planetas. Yo los guiaré”.

Luis, Meche y Michelle se miraron, y sin dudarlo, aceptaron la misión. Nova activó un dispositivo en la computadora, y en un abrir y cerrar de ojos, los tres amigos se encontraron en un transbordador espacial brilla que zumbaba suavemente. “¡Aventura espacial!” exclamaron al unísono.

Su primer destino fue el planeta Lumina, un lugar donde todo brillaba como si estuviera cubierto de cristales. Al aterrizar, se encontraron con seres luminosos que danzaban en el aire. “¿Buscan el Cristal de Luz?” preguntó uno de ellos. “Solo se los daré si me ayudan a resolver un acertijo”.

Los amigos se miraron y aceptaron el reto. Con la mente aguda y trabajando en equipo, lograron resolver el acertijo sobre los colores y la luz, y el ser luminoso les entregó el Cristal de Luz con una pequeña sonrisa. “¡Lo tenemos!” gritó Luis.

Regresaron al transbordador y, emocionados, activaron el dispositivo para ir al siguiente planeta. Esta vez aterrizaron en Estelaria, un mundo lleno de estrellas flotantes y polvo cósmico. Allí encontraron a la Guardiana de las Estrellas, una enorme figura que les dijo que solo podrían obtener el Corazón de Estrella si le traían un rayo de luz brillante que reflejara los sueños de los habitantes del planeta.

Los amigos se pusieron manos a la obra y, después de explorar, encontraron un pequeño lugar donde los sueños se conservaban en forma de luces. Con cuidado, recogieron una pequeña luz que parecía latir como un corazón. “Esto debe ser suficiente”, comentó Michelle con una sonrisa.

La Guardiana sonrió y, satisfechamente, les entregó el Corazón de Estrella. “Solo queda una última tarea”, dijo Nova. “Debemos conseguir el Rayo del Portal en el planeta Tempestia, donde siempre hay tormentas”.

Sin desanimarse, los amigos llegaron a Tempestia y, a diferencia de los otros planetas, aquí la atmósfera era agitada, llena de relámpagos y truenos. “Debemos trabajar en equipo y ser rápidos”, dijo Meche.

Mientras corrían, Luis vislumbró un rayo que se acercaba. “¡Allí está!” gritó, y con gran valentía, alargó su mano y logró capturar un pequeño destello brillante que parecía contener toda la energía del planeta. Con cuidado, lo colocaron en un frasco que había encontrado en el transbordador.

“¡Lo tenemos todo!” exclamaron emocionados. Regresaron al laboratorio en el castillo, donde Nova los esperaba.

“¡Excelente trabajo! Ahora, junto a los tres objetos, podré completar la máquina del científico”, dijo el robot. Los amigos colaboraron y en cuestión de minutos, el dispositivo brillaba con todos los colores del arcoíris. “Estamos listos para viajar a otros mundos”, anunció Nova.

Luis, Meche y Michelle miraron a su alrededor, sintiendo una mezcla de emoción y sorpresa. Habían vivido una aventura increíble, aprendiendo sobre la amistad, el trabajo en equipo y el poder de la curiosidad.

“Siempre recordaremos esta aventura”, dijo Michelle mientras se tomaban de las manos, listos para la siguiente travesía.

“Y siempre habrá más misterios por descubrir”, añadió Luis, sonriendo.

Con un giro mágico de potentes luces, se despidieron del castillo, sabiendo que, aunque esa aventura había terminado, había muchas más esperándolos en el horizonte. Así, tres amigos inseparables seguían juntos, dispuestos a explorar el vasto universo y descubrir todos los secretos que la vida les tenía reservados.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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