En la gran ciudad, entre rascacielos que tocaban el cielo y calles llenas de vida, vivía una niña de 12 años llamada Hannah. A simple vista, Hannah parecía una chica común y corriente. Tenía el cabello negro, corto y liso, y unos ojos azules que brillaban con curiosidad y una inteligencia inusual para su edad. Sin embargo, había algo que hacía a Hannah diferente de los demás niños: su pasión por la tecnología y los mundos virtuales.
Hannah era una experta en todo lo relacionado con realidad virtual. Desde pequeña, había mostrado un interés insaciable por los videojuegos, la programación y las nuevas tecnologías. Pero lo que más le fascinaba era la realidad virtual, una tecnología que permitía a las personas sumergirse en mundos completamente digitales, donde las posibilidades eran infinitas.
Un día, mientras navegaba por las redes, Hannah descubrió algo que capturó su atención de inmediato. Se trataba de un estudio de animación australiano llamado Glitch Productions. Este estudio no era como los demás. Se había convertido en un fenómeno global, con millones de seguidores que adoraban sus coloridos espectáculos animados. Lo que hacía especial a Glitch Productions era su enfoque único: no solo creaban personajes y mundos animados, sino que los integraban en un universo virtual interactivo donde los fanáticos podían participar activamente.
Hannah quedó fascinada por lo que había encontrado. Después de todo, no era solo un espectador, sino alguien que podía crear y vivir aventuras en esos mundos. Decidida a ser parte de esto, decidió que debía sumergirse en este universo y dejar su huella.
Esa misma noche, Hannah se preparó para la aventura más emocionante de su vida. Se puso sus lentes de realidad virtual, los cuales eran su ventana hacia esos mundos digitales. Pero antes de entrar, sabía que debía crear su propio avatar, un personaje digital que la representaría en ese vasto universo. Quería que su avatar fuera especial, algo que destacara en medio de millones de otros jugadores.
Con sus lentes puestos, entró a la plataforma de Glitch Productions. La sala en la que se encontraba era futurista, llena de pantallas holográficas y dispositivos flotantes. Era el lugar perfecto para dejar volar su imaginación. Hannah comenzó a diseñar su avatar. Pasó horas eligiendo cada detalle: la forma de la cara, el color de los ojos, la vestimenta, y hasta los poderes especiales que tendría. Decidió que su avatar sería una mezcla de humano y criatura mística, con habilidades únicas que le permitirían moverse rápidamente por cualquier terreno y controlar la tecnología a su alrededor.
Una vez que estuvo satisfecha con su creación, le dio un nombre a su avatar: Neón. Neón era una figura esbelta, con un traje que cambiaba de color y brillaba en la oscuridad. Su cabello era una mezcla de azul y violeta, y sus ojos podían ver a través de cualquier obstáculo, como si fueran rayos X. Con Neón listo, Hannah no podía esperar más para comenzar su aventura.
El primer mundo que exploró fue un enorme desierto digital. Pero no era un desierto común, sino uno lleno de estructuras gigantescas que flotaban en el aire, restos de una civilización antigua que alguna vez había dominado ese lugar. Hannah, en su forma de Neón, se movía con agilidad entre las ruinas, explorando cada rincón en busca de pistas sobre lo que había sucedido allí. De repente, una señal en su visor la alertó de que no estaba sola. Algo se movía en las sombras.
Un grupo de NPCs, personajes controlados por la inteligencia artificial de la plataforma, se acercaba. Pero estos no eran personajes amigables. Eran guardianes de ese mundo, programados para proteger los secretos que allí se escondían. Hannah sabía que debía ser rápida y usar todas las habilidades de Neón para escapar. Con un movimiento ágil, Neón saltó de una estructura a otra, esquivando los ataques de los NPCs. Pero no solo corría; mientras lo hacía, hackeaba los sistemas de seguridad del lugar, desbloqueando puertas y creando distracciones para confundir a sus perseguidores.
Finalmente, después de lo que parecieron horas de persecución, Neón llegó a una cámara oculta, donde encontró un artefacto antiguo. Al tocarlo, una luz brillante envolvió a Neón y, de repente, fue transportado a otro mundo. Este nuevo mundo era completamente diferente. Era un bosque frondoso, lleno de criaturas luminosas y plantas que brillaban en la oscuridad. Pero lo más impresionante era el cielo: no había un solo sol, sino tres lunas de colores diferentes que iluminaban todo con una luz mágica.
Hannah estaba asombrada. Nunca había visto algo tan hermoso en ningún videojuego. Sabía que estaba en un lugar especial, uno que los desarrolladores de Glitch Productions habían creado con mucho cuidado. Mientras exploraba el bosque, Neón comenzó a sentir una conexión con ese lugar, como si el mundo mismo la estuviera guiando hacia algo importante.
De repente, una voz se escuchó en su visor. Era la inteligencia artificial de Glitch Productions, llamada I.V.A.N.A. Esta IA supervisaba todo en la plataforma y asistía a los jugadores cuando lo necesitaban. Pero lo que I.V.A.N.A. le dijo a Hannah fue inesperado.
—Neón, has demostrado ser una exploradora valiente y astuta. Pero este mundo es solo una pequeña parte de algo mucho más grande. Los desarrolladores han creado un desafío especial, algo que solo los jugadores más habilidosos pueden superar. Si aceptas el reto, podrías descubrir los secretos más profundos de Glitch Productions y convertirte en una leyenda entre los jugadores.
Hannah no dudó ni un segundo. Aceptó el reto, sabiendo que sería difícil, pero también sabiendo que era la oportunidad de su vida. I.V.A.N.A. le explicó que el desafío consistía en completar una serie de misiones en diferentes mundos, cada una más complicada que la anterior. Al final, si lograba superar todas las pruebas, accedería a un mundo secreto, uno que solo unos pocos habían visto.
La primera misión la llevó a una ciudad futurista, donde las máquinas habían tomado el control. Neón debía infiltrarse en una torre de vigilancia y recuperar un código que permitiera desactivar a las máquinas y liberar a los pocos humanos que quedaban. La misión fue intensa, llena de momentos de tensión y persecuciones al límite. Pero Neón, con la habilidad de hackear sistemas, logró cumplir la misión.
La segunda misión fue en un mundo submarino, donde Neón tuvo que enfrentarse a criaturas gigantescas y evitar ser detectada por los drones que patrullaban las profundidades. Utilizando la invisibilidad temporal que había programado en su avatar, Neón pudo moverse entre las sombras y llegar hasta una cápsula abandonada que contenía un mensaje cifrado, la clave para la siguiente misión.
Cada misión llevaba a Neón más cerca del objetivo final, y cada vez las pruebas eran más difíciles. Pero Hannah, ahora completamente inmersa en el personaje de Neón, no se rendía. Su avatar evolucionaba con cada misión, adquiriendo nuevas habilidades y perfeccionando las que ya tenía. Finalmente, después de semanas de intensas aventuras, Neón estaba lista para enfrentar la última prueba.
El último desafío la llevó a un mundo completamente desolado, un lugar donde no había ni rastro de vida. Solo un enorme castillo en ruinas se alzaba en el horizonte, envuelto en una neblina densa. Al entrar en el castillo, Neón fue recibida por una figura encapuchada. Era el jefe final, el guardián del secreto de Glitch Productions.
La batalla que siguió fue épica. El guardián tenía poderes que desafiaban todas las leyes de la física, y Neón tuvo que usar todo lo que había aprendido para esquivar sus ataques y contraatacar. Durante la batalla, Hannah sintió como si estuviera luchando no solo por un juego, sino por algo mucho más importante. Sabía que detrás de esa figura encapuchada había algo que cambiaría todo.
Finalmente, después de una lucha titánica, Neón logró derrotar al guardián. La figura encapuchada cayó al suelo, y al hacerlo, reveló su rostro. No era un NPC, ni un monstruo. Era una versión futura de Neón, una que había fracasado en el pasado y había quedado atrapada en ese mundo, esperando a alguien lo suficientemente fuerte para liberar el secreto.
Al vencer, la verdadera Neón absorbió la energía del guardián y, con un destello de luz, fue transportada al último y más grande secreto de Glitch Productions: un mundo donde los avatares no solo eran personajes, sino seres con conciencia propia. En ese lugar, los NPCs vivían sus propias vidas, creaban sus propias historias, y cada uno tenía una historia única que contar. Era un universo paralelo, un lugar donde la línea entre lo real y lo virtual se desdibujaba completamente.
Hannah, a través de Neón, se dio cuenta de la magnitud de lo que había descubierto. Este mundo no era solo un juego, era un nuevo tipo de existencia, una creación de Glitch Productions que estaba destinada a cambiar el futuro del entretenimiento y la realidad virtual.
Después de explorar este mundo secreto y conocer a sus habitantes, I.V.A.N.A. apareció una última vez.
—Hannah, has logrado lo que pocos pueden. Has descubierto el verdadero propósito de Glitch Productions. Este no es solo un estudio de animación, es un portal hacia nuevas realidades. Ahora tienes la opción de compartir este secreto con el mundo, o mantenerlo en secreto para proteger a los seres que aquí habitan.
Hannah pensó por un momento, pero sabía cuál era la respuesta correcta. Decidió que este mundo debía permanecer en secreto, al menos hasta que la humanidad estuviera lista para comprender y respetar lo que había dentro.
Cuando salió de la realidad virtual, Hannah sintió una mezcla de emociones. Sabía que había vivido una aventura única, algo que cambiaría su vida para siempre. Y aunque nunca podría contarle a nadie sobre lo que había descubierto, se sentía en paz, sabiendo que había hecho lo correcto.
Al día siguiente, Hannah volvió a su vida normal. Pero cada vez que se ponía sus lentes de realidad virtual, sabía que había un mundo allá afuera que la esperaba, un lugar donde las aventuras nunca terminarían y donde, algún día, volvería para explorar lo desconocido.
Fin.
El mundo realidad virtual