En un pequeño pueblo de la Tierra, vivía una familia que parecía normal a primera vista, pero tenía un secreto muy especial. Esta familia estaba compuesta por Crux, el padre; Vega, la madre; y Ankaa, su hijo de dos años. Sin embargo, no eran humanos. Venían de un lejano planeta llamado Astron y estaban en la Tierra con una misión muy importante.
Crux era alto, con una piel ligeramente azulada que lograba disimular con ropa terrícola. Vega, su esposa, tenía un suave brillo que la hacía parecer mágica y siempre vestía de manera sencilla pero elegante. Ankaa, su pequeño hijo, era un niño juguetón con antenas que se escondían bajo un gorro cuando salía al exterior.
La familia había decidido vivir en la Tierra para estudiar a los humanos y aprender sobre su cultura y tecnología. Sin embargo, tenían que mantener su verdadera identidad en secreto. Para ayudarlos con Ankaa y las tareas del hogar, contrataron a una joven humana llamada Liily. Liily tenía el cabello rizado y castaño, y era muy curiosa y amable. Pronto se convirtió en una gran amiga de la familia estelar.
Todo parecía ir bien hasta que una vecina llamada Loreine comenzó a sospechar. Loreine era una mujer mayor, siempre atenta a lo que ocurría en el vecindario. Había notado comportamientos extraños en la familia de Crux y estaba decidida a descubrir su secreto.
Un día, mientras Liily cuidaba de Ankaa en el jardín, Loreine observaba desde detrás de un árbol. Ankaa estaba jugando con su pelota cuando sus antenas se asomaron por debajo del gorro. Loreine, con los ojos muy abiertos, no pudo creer lo que veía. «Algo raro pasa con esa familia,» murmuró para sí misma.
Liily, sin darse cuenta de la presencia de Loreine, se agachó para ajustar el gorro de Ankaa. «Vamos, pequeño. No queremos que nadie vea tus antenas,» dijo con una sonrisa. Ankaa rió y continuó jugando felizmente.
Esa noche, Crux y Vega hablaron con Liily sobre sus preocupaciones. «Liily, tenemos que ser más cuidadosos. Loreine está empezando a sospechar,» dijo Crux con una voz seria pero calmada.
«No se preocupen,» respondió Liily. «Haré todo lo posible para que no nos descubran. Además, estoy segura de que podemos confiar en Loreine si le explicamos todo.»
Crux y Vega se miraron, no muy convencidos. Sabían que revelar su identidad podía ser peligroso, pero también confiaban en el buen juicio de Liily.
Los días pasaron y Loreine seguía vigilando a la familia estelar. Un día, mientras Crux y Vega estaban en casa, Loreine decidió enfrentarse a ellos. Tocó la puerta y Crux fue quien abrió. «Hola, Loreine. ¿En qué puedo ayudarte?» preguntó con una sonrisa amistosa.
«Hola, Crux. He notado algunas cosas extrañas en tu familia,» dijo Loreine, mirándolo fijamente. «Creo que hay algo que no me han contado.»
Crux suspiró y, con un gesto, invitó a Loreine a pasar. «Es mejor que hablemos adentro,» dijo. Loreine entró, sintiéndose un poco nerviosa pero también decidida a obtener respuestas.
Vega y Ankaa estaban en la sala, y Liily, que había llegado para su turno de niñera, también estaba allí. Crux se sentó frente a Loreine y comenzó a hablar. «Loreine, hay algo que debes saber sobre nosotros. No somos lo que parecemos. Venimos de un planeta llamado Astron. Estamos aquí en una misión para aprender sobre los humanos y su cultura.»
Loreine se quedó boquiabierta, sin poder creer lo que escuchaba. «¿Extraterrestres? ¿En mi vecindario?» preguntó incrédula.
«Sí, y sentimos no habértelo dicho antes. Pero teníamos miedo de cómo reaccionarías,» explicó Vega con su suave voz.
Liily se acercó a Loreine y le tomó la mano. «Loreine, esta familia es buena. Han venido en son de paz y solo quieren aprender de nosotros. Por favor, no los juzgues por ser diferentes.»
Loreine, aún sorprendida, comenzó a relajarse. Miró a Ankaa, que jugaba inocentemente con sus juguetes, y luego a Crux y Vega. «No esperaba esto,» dijo finalmente. «Pero si Liily confía en ustedes, yo también lo haré. Solo les pido que sean honestos conmigo a partir de ahora.»
Crux y Vega sonrieron, aliviados. «Gracias, Loreine. Prometemos no ocultarte nada más,» dijo Crux.
Desde ese día, Loreine se convirtió en una aliada de la familia estelar. Ayudaba a mantener su secreto y se aseguraba de que nadie más en el pueblo sospechara. Mientras tanto, Liily continuó trabajando como niñera, y su amistad con la familia se fortaleció aún más.
Una tarde, mientras paseaban por el parque, Crux notó algo extraño en el cielo. Una nave espacial, similar a la de su planeta, se acercaba rápidamente. «Vega, creo que es hora de nuestra siguiente misión,» dijo con preocupación.
La nave aterrizó en un claro y un extraterrestre salió de ella. «Crux, Vega, Ankaa, deben regresar a Astron. Hay una emergencia,» dijo el extraterrestre con urgencia.
Liily y Loreine miraron a la familia estelar con tristeza. «¿Tienen que irse?» preguntó Liily con lágrimas en los ojos.
«Sí, pero no queremos dejarlas,» respondió Vega, abrazando a Liily y a Loreine. «Han sido una parte importante de nuestras vidas aquí en la Tierra.»
Ankaa, al ver a su mamá triste, también comenzó a llorar. Crux se agachó y lo abrazó. «Volveremos algún día, Ankaa. Y cuando lo hagamos, traeremos grandes historias de nuestras aventuras.»
Liily y Loreine se despidieron de la familia estelar, con la promesa de cuidarse mutuamente. «Cuídense y vuelvan pronto,» dijo Loreine mientras veía cómo la familia subía a la nave.
La nave despegó y desapareció en el cielo, dejando a Liily y a Loreine con el corazón lleno de recuerdos y la esperanza de volver a ver a sus amigos estelares.
El tiempo pasó y la vida en el pequeño pueblo continuó. Liily y Loreine nunca olvidaron a la familia estelar y mantenían la esperanza de que algún día regresarían.
Un año después, en una noche clara y estrellada, Liily y Loreine estaban en el jardín mirando las estrellas. De repente, una luz brillante cruzó el cielo y una nave espacial aterrizó en el mismo claro donde la familia estelar se había ido. Liily y Loreine corrieron hacia el lugar y, para su sorpresa y alegría, vieron a Crux, Vega y Ankaa salir de la nave.
«¡Volvieron!» exclamó Liily, abrazando a sus amigos estelares.
«Sí, y tenemos muchas historias que contar,» dijo Crux con una gran sonrisa.
La familia estelar había cumplido su misión en Astron y había regresado a la Tierra para continuar su estudio de los humanos y compartir sus experiencias. Juntos, Crux, Vega, Ankaa, Liily y Loreine vivieron nuevas aventuras, demostrando que la verdadera amistad no conoce fronteras, ni siquiera las del espacio.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.