En el centro de la ciudad de Monguared se alzaba un enorme castillo, con torres que parecían tocar el cielo. Era un lugar mágico, lleno de historias y secretos. Jhoan y Dulce, dos amigos inseparables, habían escuchado rumores sobre un consejo de villanos que se reuniría en el castillo. Intrigados, decidieron acercarse para descubrir qué estaba sucediendo.
Cuando llegaron al castillo, la gran puerta se abrió de par en par, revelando un salón lleno de sombras y figuras extrañas. Allí, los villanos estaban en medio de una discusión animada. El aire estaba cargado de energía, y Jhoan y Dulce sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.
“¡Jhoxan y Duxcel han llegado!” exclamó uno de los villanos, un gran maestro del caos llamado Malakar. Su voz resonó en las paredes del castillo, haciendo que todos los presentes se giraran hacia los nuevos visitantes.
“Se dice que han venido de otro mundo para unirse a nosotros. Su fuerza puede ser lo que necesitamos para conquistar.” Los villanos aclamaron a Jhoan y Dulce, llenando el salón de aplausos y vítores. Jhoan y Dulce se miraron, confundidos pero también intrigados por la atención que estaban recibiendo.
—¿Nos están aclamando a nosotros? —preguntó Jhoan, sorprendido.
—Parece que sí —respondió Dulce, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo—. Pero no estoy segura de qué hacer.
Los villanos comenzaron a acercarse, ofreciendo a Jhoan y Dulce una bienvenida cálida pero inquietante. Mientras tanto, el ambiente se tornó oscuro, y una sensación extraña llenó el aire. Los dos amigos pronto se dieron cuenta de que estaban siendo llevados al centro de la sala, donde los villanos estaban listos para explicar su plan.
—Estamos buscando héroes que se unan a nuestra causa —dijo Malakar, con una sonrisa astuta—. Juntos, podemos dominar este mundo y convertirlo en el lugar que siempre soñamos.
Jhoan sintió un pequeño destello de luz en su corazón. Aunque los villanos parecían amables, había algo que no se sentía bien. Miró a Dulce y vio que ella también estaba pensando lo mismo.
—Pero… ¿por qué querríamos hacer eso? —preguntó Dulce, con un poco de valentía en su voz—. Los héroes son importantes. Sin ellos, el mundo sería un lugar sombrío.
Malakar frunció el ceño, sorprendido por la respuesta de Dulce.
—Los héroes siempre están en el centro de atención, mientras que nosotros vivimos en la sombra. ¡Es hora de que tomemos el control! —dijo él, alzando la voz.
De repente, Jhoan y Dulce comenzaron a ver imágenes en el aire, mostrando un mundo donde la luz y la oscuridad luchaban entre sí. En el centro de la batalla, Jhoan vio su reflejo y el de Dulce, pero en lugar de sus verdaderas identidades, eran versiones malvadas de sí mismos: Jhoxan y Duxcel.
—¡Mira! —gritó Dulce—. ¡Son nosotros, pero en el lado oscuro!
Jhoan sintió un escalofrío. Sabía que esto no era lo que querían ser. En ese instante, un pequeño destello de luz comenzó a brillar en su interior. A pesar de la presión y el alboroto, decidieron unirse para enfrentar la oscuridad.
—¡No podemos permitir que la oscuridad nos consuma! —exclamó Jhoan, sintiendo la fuerza de sus convicciones—. La verdadera fuerza proviene de la luz que llevamos dentro.
Los villanos se quedaron en silencio, sorprendidos por la valentía de los jóvenes. Sin embargo, Malakar se rió, desestimando sus palabras.
—¿Y qué piensan hacer, pequeños héroes?
Dulce, con determinación, levantó la cabeza.
—Usaremos nuestro amor y amistad para restaurar el equilibrio y encontrar el camino de regreso a casa. La luz siempre vencerá a la oscuridad.
Con esa declaración, Jhoan y Dulce comenzaron a cantar, recordando las palabras que siempre habían llevado en su corazón:
Con cada paso firme,
nuestro amor nos guiará,
en un mundo de sombras,
la luz nunca se apagará.
Estribillo:
¡Héroes de Vildarodguer!
Brillamos con el sol,
juntos en esta danza,
nuestro amor.
La música resonó en el castillo, y un brillo comenzó a emanar de Jhoan y Dulce. Los villanos se sintieron atraídos por la luz, y poco a poco, comenzaron a unirse a ellos en la danza. La atmósfera cambió, y la oscuridad que los rodeaba comenzó a disiparse.
—Esto no puede estar sucediendo —murmuró Malakar, sintiéndose cada vez más impotente.
Jhoan y Dulce continuaron cantando y danzando, sintiendo cómo su luz se expandía, tocando a cada villano en la sala. La luz llenó sus corazones, y poco a poco, el miedo y la maldad se convirtieron en amor y esperanza.
—¡Estamos cambiando! —gritó uno de los villanos, sintiendo la transformación en su interior.
Jhoan y Dulce miraron a su alrededor, viendo cómo el consejo de villanos se transformaba en aliados, en amigos que buscaban la redención.
—La oscuridad ya no tiene poder sobre nosotros —dijo uno de ellos, sonriendo—. Juntos, podemos hacer del mundo un lugar mejor.
Mientras la música continuaba, Jhoan y Dulce supieron que habían logrado algo increíble. La unión de sus corazones había tocado las almas de aquellos que habían sido considerados malvados.
Sin embargo, sabían que el verdadero desafío aún estaba por venir. Debían enfrentarse a sus versiones oscuras, Jhoxan y Duxcel, que habían comenzado a emerger de las sombras.
Con el apoyo de sus nuevos amigos, Jhoan y Dulce se prepararon para la batalla final. Con cada paso, se sintieron más fuertes, más seguros de su luz interior.
—¡No dejaremos que la oscuridad nos consuma! —gritó Dulce, mirando a su alrededor, llena de determinación.
Mientras se acercaban a sus dobles malvados, Jhoan sintió que la pulsera que Dulce había recibido brillaba intensamente. En un momento de inspiración, levantó la pulsera, y una ola de luz iluminó todo el castillo.
—¡Vean nuestra luz! —gritó Jhoan—. ¡No necesitamos ser lo que otros esperan de nosotros!
Jhoxan y Duxcel se detuvieron, sorprendidos por la fuerza de los jóvenes.
—¿Qué es esto? —preguntó Jhoxan, frunciendo el ceño.
—Es la luz del amor y la amistad —respondió Dulce, sintiéndose más valiente que nunca—. No tenemos que ser quienes no somos.
La luz se intensificó, y los villanos que habían cambiado se unieron a Jhoan y Dulce, formando un frente unido contra la oscuridad. Con su amor y amistad, comenzaron a cantar juntos, uniendo sus voces en una melodía poderosa que resonó por todo el castillo.
La batalla fue intensa, pero la luz que irradiaban era demasiado fuerte. Jhoxan y Duxcel comenzaron a desvanecerse, atrapados por la luz del amor que habían ignorado.
Finalmente, la oscuridad se disipó, y los dobles malvados fueron derrotados. Jhoan y Dulce, junto con sus nuevos amigos, celebraron su victoria, sintiendo que habían aprendido algo invaluable: el amor y la amistad son las fuerzas más poderosas que existen.
—No puedo creer que lo hicimos —dijo Jhoan, mirando a Dulce con una sonrisa.
—Lo logramos porque creímos en nosotros mismos —respondió Dulce, llena de alegría.
Con la paz restaurada en el castillo, los villanos decidieron convertirse en héroes. Juntos, prometieron ayudar a construir un mundo mejor, donde la luz del amor siempre brillara.
Cuando Jhoan y Dulce regresaron a su hogar en Monguared, se sintieron diferentes, más fuertes. Sabían que la aventura que habían vivido había cambiado sus vidas para siempre.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Dulce, emocionada por lo que vendría.
—Exploraremos más, viviremos más aventuras, y sobre todo, recordaremos que siempre podemos contar el uno con el otro —dijo Jhoan, sonriendo con determinación.
Y así, con el corazón lleno de amor y la promesa de nuevas aventuras por venir, Jhoan y Dulce se prepararon para un futuro lleno de posibilidades, siempre juntos, siempre valientes.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.