Cuentos Clásicos

El Viaje Mágico de José y Míriam

Lectura para 2 años

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Español

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En un pequeño y colorido pueblo en las alturas de Perú, vivían dos niños que compartían una amistad tan fuerte y brillante como el sol que iluminaba sus mañanas. José era un niño valiente y aventurero, con un corazón lleno de curiosidad. Míriam, por su parte, era inteligente y creativa, siempre con una historia que contar o un nuevo juego que inventar. Ambos compartían algo muy especial: el amor por las tradiciones de su tierra y la ilusión por el Día del Niño Peruano, una fecha marcada en rojo en sus calendarios.

Este día no era uno cualquiera; era el día en que todo el pueblo se transformaba en un carnaval de alegría y colores, donde los sueños de los niños eran los verdaderos protagonistas. Este año, José y Míriam esperaban con más emoción que nunca, pues habían planeado una aventura que recordarían por siempre.

La mañana del Día del Niño amaneció clara y fresca, con el cielo tan azul que parecía haber sido pintado por un artista. Después de vestirse con sus trajes típicos, llenos de colores y detalles que contaban historias de su cultura, los dos amigos se encontraron en el lugar de siempre: bajo el gran árbol de la plaza, que había sido testigo de sus risas y secretos desde que eran muy pequeños.

«¿Listos para la aventura?», preguntó José con una sonrisa que revelaba su emoción.

«¡Siempre!», respondió Míriam, con los ojos brillando de anticipación.

Su misión para ese día era encontrar el mágico «Arcoíris de los Andes», una leyenda que sus abuelos les habían contado. Según la historia, era un arcoíris tan brillante y mágico que podía conceder deseos a los niños que lo encontraran en el Día del Niño Peruano.

Con un mapa dibujado por ellos mismos, basado en las historias y pistas recolectadas de los mayores del pueblo, José y Míriam partieron hacia la montaña más alta. Caminaron por senderos adornados con flores silvestres, cruzaron pequeños arroyos de agua cristalina y escalaron colinas que les regalaban vistas impresionantes del valle.

Durante su viaje, se encontraron con animales del lugar que parecían saludarlos y acompañarlos en su búsqueda. Un cóndor majestuoso voló sobre ellos, como guiándolos por el camino correcto. Llamas curiosas se acercaron a mirarlos, con sus suaves ojos llenos de sabiduría.

Después de varias horas, cuando el sol comenzaba a bajar y pintar el cielo de naranja y rosa, llegaron a la cima. Frente a ellos, extendiéndose por el horizonte, estaba el Arcoíris de los Andes, aún más hermoso de lo que habían imaginado. Sus colores vibraban en el aire, creando una melodía visual que les llenó el corazón de alegría.

José y Míriam se tomaron de la mano y cerraron los ojos para pedir sus deseos. No pidieron juguetes ni regalos; sus deseos fueron de amor, paz y felicidad para todos los niños y para su querido Perú.

Al abrir los ojos, el arcoíris seguía allí, pero algo había cambiado. Sentían en sus corazones que sus deseos se habían escuchado y que, de alguna manera mágica, se harían realidad.

Con el corazón lleno de felicidad y asombro, emprendieron el camino de regreso, justo a tiempo para unirse a las festividades que ya comenzaban en el pueblo. Había música, bailes y risas por doquier. Contaron su aventura a quien quisiera escuchar, y aunque algunos adultos sonreían con escepticismo, los ojos de los otros niños brillaban con la magia de la historia.

El Día del Niño Peruano terminó bajo un cielo estrellado, con José y Míriam sentados bajo su gran árbol, mirando hacia las estrellas. Sabían que algo especial había sucedido ese día, algo que los uniría aún más y que recordarían por el resto de sus vidas.

Desde entonces, cada año, en el Día del Niño, mientras el pueblo celebraba, José y Míriam miraban hacia las montañas, recordando su aventura y sabiendo que, en algún lugar, el Arcoíris de los Andes seguía brillando, un recordatorio de que los sueños y deseos de los niños tienen un poder mágico.

Y así, con el corazón lleno de amor y la imaginación desbordante, termina nuestra historia, pero no la magia ni las aventuras que José y Míriam aún tenían por vivir. Porque en el mundo de los sueños y la amistad, siempre hay nuevos caminos por descubrir y nuevas historias por contar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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