En un pequeño pueblo donde las casas parecían sacadas de un cuento de hadas, vivían dos hermanos: Hugo, de 7 años, amante de las aceitunas, y Raúl, de 3 años, quien adoraba todo lo que fuera de color azul. Un día, su abuela les contó una historia sobre el Mundo Tienda, un lugar mágico donde cada tienda escondía aventuras y secretos increíbles. Animados por la curiosidad, los hermanos decidieron explorar este mundo mágico.
La aventura comenzó cuando encontraron un viejo mapa en el ático de su casa, dibujado en un papel tan antiguo que parecía desvanecerse al tacto. El mapa mostraba la entrada al Mundo Tienda a través de un ropero escondido en la esquina más oscura del ático. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, Hugo y Raúl movieron el ropero, descubriendo una pequeña puerta que brillaba con luz propia.
Al abrir la puerta, los hermanos se encontraron en una calle larga y sinuosa, bordeada de tiendas de todos los tamaños y colores. La primera tienda que llamó su atención fue la «Tienda de los Tonos Celestes», pintada de un azul brillante que hizo que los ojos de Raúl brillaran de emoción. Dentro, todo era de diversos tonos de azul, desde juguetes hasta ropas y dulces. Raúl, con una sonrisa gigante, eligió un pequeño coche de juguete azul que parecía tener vida propia.
La siguiente parada fue la «Tienda de las Mil Aceitunas», un paraíso para Hugo, quien no podía creer la cantidad de aceitunas que existían. Había aceitunas verdes, negras, rellenas de almendras, y hasta algunas bañadas en chocolates, una rareza que Hugo decidió probar con curiosidad. Cada aceituna tenía un sabor único y delicioso, y Hugo llenó un pequeño frasco para llevar a casa.
A medida que avanzaban, cada tienda ofrecía algo nuevo y maravilloso. Visitaron la «Tienda de los Sueños», donde podían ver y experimentar sus propios sueños en pequeñas esferas de cristal. En la «Tienda de los Ecos Perdidos», escuchaban las risas y conversaciones de personas de todo el mundo, sonidos que se perdían y encontraban en ese pequeño rincón del Mundo Tienda.
Entre risas y juegos, los hermanos pasaron horas explorando. En la «Tienda del Tiempo», los relojes corrían hacia atrás y hacia adelante, y en un momento mágico, Hugo y Raúl vieron cómo se veían cuando eran bebés, y cómo se verían de viejitos. Fue un momento especial que los hizo abrazarse y prometer que siempre estarían juntos en cada aventura.
Cuando el cielo del Mundo Tienda comenzó a oscurecer, las luces de las tiendas brillaron aún más fuerte, y comenzó una pequeña lluvia de estrellas que parecía danzar al ritmo de la música que emanaba de la «Tienda de las Melodías». Los hermanos, cansados pero felices, sabían que era hora de regresar a casa. Con un mapa lleno de nuevos secretos y bolsillos llenos de recuerdos, encontraron el camino de vuelta al ropero que los llevó al ático.
Al regresar, la realidad del pueblo les pareció más mágica y llena de posibilidades. Hugo y Raúl, con sus tesoros en mano, corrieron a contarle a su abuela sobre las maravillas que habían visto y probado. Ella les sonrió y les aseguró que el Mundo Tienda siempre estaría allí, esperando por nuevas aventuras.
Desde ese día, cada vez que se sentían tristes o solos, los hermanos recordaban sus aventuras en el Mundo Tienda y planificaban su próximo viaje. Sabían que juntos podían enfrentar cualquier desafío y que cada esquina de su mundo, tanto real como imaginario, estaba lleno de maravillas por descubrir.
Así, Hugo y Raúl aprendieron que la verdadera magia no solo se encuentra en los lugares que exploramos, sino también en compartir esos momentos con las personas que amamos. Y en cada juego, en cada risa, y en cada historia contada, los lazos que los unían se hacían más fuertes, llenando sus días de color y alegría.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Samanta y la Orquídea del Espíritu Santo
El Encantado Viaje de Leo y Lía
El Gran Escape de Magoo y Oso en el Bosque Mágico
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.