Cuentos Clásicos

Kathy y el Baile de los Sueños

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En Alsasua, un pequeño y encantador pueblo al norte de España, vivía una niña llamada Kathy. Con solo 7 años, ella era conocida por todos por su alegría contagiosa y su amor por el baile. Cada paso que daba parecía estar acompañado por una melodía invisible que solo ella podía escuchar.

Kathy amaba su pueblo, un lugar donde cada rostro era familiar y cada esquina guardaba una historia. Le encantaba ir al colegio, especialmente a sus clases de matemáticas, donde los números danzaban en su mente formando hermosas ecuaciones. El arte era otra de sus pasiones; sus dibujos y pinturas eran ventanas a un mundo colorido y vibrante.

Pero donde realmente brillaba era en la pista de baile. Desde el flamenco hasta el hip-hop, no había ritmo que Kathy no pudiera conquistar. Soñaba con ser una bailarina profesional y viajar por el mundo, compartiendo su arte. Cada tarde, después de la escuela, corría a la academia de baile, su segundo hogar, donde se perdía en la música y los movimientos.

Las fiestas del pueblo eran sus momentos favoritos. Halloween, con sus disfraces y misterios, la llenaba de emoción. Vestida de bruja, recorría las calles en busca de dulces y aventuras. El carnaval, con sus máscaras y colores, le permitía ser una nueva persona cada día.

Kathy también era una deportista nata. La gimnasia rítmica y el taekwondo eran sus disciplinas elegidas, donde su flexibilidad, fuerza y destreza brillaban. Había ganado varios trofeos y medallas, pero lo que más valoraba eran las lecciones de respeto, disciplina y amistad que estos deportes le enseñaban.

Un sueño especial habitaba en su corazón: tener un perrito. Kathy amaba a los animales, y los perros, con su lealtad y alegría, ocupaban un lugar especial en su vida. Contaba los días para cumplir 10 años, cuando sus padres le prometieron que Toby, el perrito soñado, sería suyo.

Kathy adoraba a su familia. Su padre, un especialista metalúrgico, y su madre, una operaria alimentaria, eran el pilar de su mundo. A pesar de sus ocupadas vidas, siempre encontraban tiempo para ella. Los fines de semana eran sagrados, dedicados a paseos por el parque, visitas al cine o al museo, y reuniones familiares con los abuelos.

Otro de los grandes sueños de Kathy era convertirse en maestra. Inspirada por su madre, que le transmitía el amor por el aprendizaje, jugaba a enseñar a sus muñecas y peluches. Soñaba con compartir su conocimiento y pasión con otros, ayudándolos a crecer y aprender.

La vida de Kathy era una danza de alegría, amor y aventura. Pero una nueva melodía estaba a punto de comenzar. Su abuela Mireya, una escritora famosa de Madrid, la invitó a pasar una semana con ella. Era una oportunidad para conocer la capital y sumergirse en un mundo de cuentos y poesía.

Con gran emoción, Kathy preparó su maleta. Dentro, además de sus pertenencias, guardó un regalo especial para su abuela: un collar hecho con cuentas de colores. Se despidió de sus padres y su pueblo con promesas de regresar pronto y relatos de nuevas aventuras.

El viaje a Madrid fue un torbellino de emociones. Mientras el autobús atravesaba paisajes de montañas y ríos, Kathy soñaba con las maravillas que la esperaban. Al llegar, la cálida bienvenida de su abuela Mireya, con quien compartía un parecido notable, fue el comienzo de una semana mágica.

La casa de su abuela era un refugio de creatividad y belleza. Rodeada de plantas, libros y recuerdos, Kathy se sintió inmediatamente en casa. Mireya había planeado una semana llena de actividades: visitas a museos, paseos por el Parque del Retiro, comidas en restaurantes típicos donde probaría la tortilla de patatas y los churros con chocolate, y hasta un espectáculo de flamenco, un baile que Kathy admiraba.

Cada día en Madrid era una aventura. Kathy se maravillaba con la majestuosidad del Palacio Real, la historia del Templo de Debod, y la energía vibrante de la Gran Vía. Su abuela, con su espíritu jovial y sabiduría, le mostró un mundo diferente, lleno de arte, cultura y tradición.

Kathy también descubrió el amor por la escritura. Inspirada por su abuela, comenzó a escribir sus propios cuentos y poesías, capturando los momentos y emociones de su viaje. Era una nueva forma de expresión, que complementaba perfectamente su pasión por el baile y el arte.

La semana pasó volando, y pronto llegó el momento de despedirse. Kathy y su abuela Mireya compartieron un abrazo lleno de amor y promesas de volver a encontrarse. Kathy regresó a Alsasua con su corazón lleno de recuerdos y una nueva pasión por la escritura.

Pero aún había más sueños por cumplir. Kathy anhelaba viajar a Cuba, la tierra de sus padres y abuelos. Soñaba con conocer sus raíces, su cultura y su historia. Hablaba a menudo por WhatsApp con su abuelita Dinorah, que vivía en Cuba. Dinorah, con su voz cálida y cuentos fascinantes, había despertado en Kathy un profundo interés por descubrir más sobre su herencia cubana.

Kathy sabía que ese viaje sería otro paso en su danza de la vida, una oportunidad para abrazar su identidad y enriquecer su alma. Ansiaba el día en que podría pisar la tierra de sus ancestros, sentir la brisa del Caribe y bailar al ritmo de su corazón cubano.

La historia de Kathy es un canto a la alegría, la familia, y el poder de los sueños. Una niña pequeña con un corazón grande, lista para bailar al ritmo de sus sueños y dejar una huella luminosa en el mundo. Su viaje apenas comenzaba, y cada paso era un paso hacia un futuro brillante y lleno de posibilidades.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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