Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villaluna, una joven de 15 años llamada Stella. Su vida había dado un giro inesperado cuando su padre, el famoso relojero Hugo, desapareció sin dejar rastro. El taller de relojería, donde Stella y su padre solían pasar horas juntos, ahora estaba cerrado y lleno de polvo.
Stella se sentía sola y llena de interrogantes. ¿Dónde había ido su padre? ¿Por qué no le había dejado una nota o una pista? ¿Qué secreto escondía el taller de relojería? Stella decidió investigar por sí misma.
Una tarde lluviosa, Stella encontró un viejo reloj de bolsillo en el desván. Parecía antiguo y misterioso. Las manecillas no se movían, pero el tic-tac era incesante. Stella lo limpió con cuidado y notó que tenía inscritas las palabras: “El tiempo es un enigma”.
Decidió llevar el reloj al único amigo de su padre, el anciano Señor Martínez, quien también era un relojero. El Señor Martínez examinó el reloj con atención y sus ojos se iluminaron.
“Este reloj es especial, Stella”, dijo. “Es el Reloj Encantado. Solo los relojeros de la familia Hugo pueden descifrar su secreto. Tu padre lo protegía con su vida”.
Stella estaba asombrada. ¿Qué enigma escondía el reloj? ¿Y cómo podría encontrar a su padre?
El Señor Martínez le entregó una llave dorada. “Esta llave abre el compartimento secreto del reloj. Dentro encontrarás una carta de tu padre. Pero ten cuidado, Stella. El Reloj Encantado no es solo un reloj. Es un portal al pasado y al futuro”.
Stella temblaba de emoción mientras habría el reloj. Encontró una carta escrita por su padre:
“Querida Stella, si estás leyendo esto, significa que he desaparecido. El Reloj Encantado es la clave para encontrarme. Gira las manecillas hacia atrás tres veces y pronuncia mi nombre. El reloj te llevará a donde estoy. Pero ten en cuenta que solo puedes usarlo una vez. Cuídate, mi querida hija. Te amo.”
Stella no dudó. Giró las manecillas del reloj y pronunció el nombre de su padre. El mundo a su alrededor se desvaneció y Stella se encontró en un bosque oscuro y nebuloso. A lo lejos, vio una figura familiar: su padre, Hugo, sonriendo.
El misterio del Reloj Encantado estaba por resolverse, y Stella estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío para encontrar a su padre y descubrir la verdad detrás de su desaparición.
Y así, comenzó la aventura de Stella y Hugo, en un mundo donde el tiempo no era solo una medida, sino un enigma por resolver.
Stella y Hugo caminaron juntos por el bosque nebuloso. Los árboles parecían susurrar secretos y las hojas crujían bajo sus pies. El aire estaba cargado de magia y misterio.
—¿Dónde estamos, papá? —preguntó Stella, mirando a su alrededor.
—Estamos en un lugar especial, mi querida hija —respondió Hugo—. Este es el Bosque de los Relojes Perdidos. Aquí, el tiempo se comporta de manera diferente. Puedes viajar al pasado o al futuro, pero solo una vez.
Stella asintió, emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Su padre la guió hacia un antiguo reloj de sol que estaba cubierto de musgo. Las manecillas estaban inmóviles, como si esperaran algo.
—Este es el Reloj del Tiempo, Stella —dijo Hugo—. Gira la manecilla de las horas hacia atrás tres veces y pronuncia el nombre de alguien a quien quieras ver. Pero elige sabiamente, porque solo tendrás una oportunidad.
Stella pensó en su madre, que había fallecido cuando ella era pequeña. Cerró los ojos, giró la manecilla y susurró el nombre de su madre. El mundo a su alrededor se desvaneció nuevamente.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.