Había una vez, en un pequeño pueblo donde la nieve cubría las calles y las casas estaban adornadas con luces brillantes, cinco amigos que siempre compartían sus sueños de aventuras. Noor, Priscila, Sandra, Lili y Dragoes, un dragón amistoso con escamas verdes y ojos brillantes, siempre habían sido inseparables, unidos no solo por su amistad, sino por su amor por lo mágico.
Era Navidad, y como cada año, el aire estaba lleno de emoción. Las familias se reunían para compartir historias junto a la chimenea, los niños cantaban villancicos y la ciudad parecía más mágica que nunca. Sin embargo, para Noor y sus amigos, esta Navidad iba a ser diferente. Mientras caminaban por las calles del pueblo, la nieve caía suavemente sobre ellos, y una sensación especial recorría el aire, como si algo extraordinario estuviera a punto de suceder.
Aquella noche, mientras todos se preparaban para celebrar, Noor decidió hacer una última caminata por el pueblo antes de la cena. Cuando llegó al borde del bosque cercano, algo extraño sucedió. Un viento cálido sopló entre los árboles y una luz dorada comenzó a brillar en la distancia. Noor miró a sus amigos, quienes también sentían la extraña energía en el aire.
—¿Vieron eso? —preguntó Noor, con los ojos brillantes de curiosidad.
Priscila, Sandra, y Lili asintieron, mirando la luz que parpadeaba entre los árboles como si invitara a algo, a alguien, a acercarse.
—Creo que deberíamos ir a investigar —dijo Lili, con su usual entusiasmo.
Dragoes, el dragón que siempre estaba dispuesto a proteger a sus amigos, alzó la cabeza y lanzó un suave rugido.
—¡Vamos! —dijo con una voz profunda y amigable. A pesar de ser un dragón, Dragoes siempre fue tierno y cariñoso, sobre todo con sus amigos humanos.
Sin pensarlo dos veces, los cinco se adentraron en el bosque. La luz dorada los guiaba, pero no había nada de lo que temer. Los árboles se alzaban alrededor de ellos como guardianes silenciosos, y la magia del lugar envolvía todo con un toque especial. Al llegar a un claro, encontraron algo asombroso: un portal brillante, suspendido en el aire, como una ventana a otro mundo.
—¿Qué es esto? —preguntó Sandra, con los ojos abiertos como platos.
Priscila, quien siempre había sido la más aventurera, sonrió.
—Es un portal mágico. ¡Vamos a entrar!
Pero antes de que pudieran hacerlo, una suave voz interrumpió sus pensamientos.
—Si deseas cruzar, debes saber que este portal te llevará a un lugar de grandes pruebas. Sólo los corazones puros pueden entrar.
Todos miraron alrededor, sorprendidos. Entonces, de entre las sombras, apareció una figura. Era un anciano vestido con una capa roja, cuyos ojos brillaban con sabiduría.
—Soy el Guardián de la Navidad —dijo con una sonrisa cálida—. El portal los llevará a un reino donde los dragones y las personas viven en armonía, pero también enfrentarán desafíos que pondrán a prueba su amistad y valentía. ¿Están listos para embarcarse en esta aventura?
Noor y sus amigos se miraron entre sí. Sabían que si iban a entrar, debían estar preparados para lo inesperado.
—Estamos listos —dijo Noor con determinación.
El Guardián sonrió y, con un suave gesto de la mano, el portal se abrió aún más. Sin pensarlo dos veces, el grupo cruzó, siendo absorbido por la luz dorada.
Al otro lado, el paisaje era absolutamente mágico. Montañas nevadas se extendían hasta el horizonte, y un río cristalino brillaba como diamantes bajo la luz de la luna. En la distancia, se podía ver una ciudad donde las casas parecían hechas de cristal y las luces de Navidad iluminaban las calles, creando un paisaje de cuento de hadas. Sin embargo, no todo era perfecto. En el centro de la ciudad, había una gran torre oscura que parecía vigilar todo lo que ocurría.
—¿Qué es esa torre? —preguntó Lili, con un poco de miedo.
—Esa torre está bajo el control de la Bruja del Invierno —respondió el Guardián, quien había aparecido de nuevo a su lado—. Ella es la que ha sumido a este mundo en la oscuridad. Su magia está congelando la Navidad y robando la alegría de las personas. Necesitarán pasar tres pruebas para poder derrotarla.
El grupo de amigos asintió, listos para enfrentarse a los retos que les esperaban. La primera prueba consistía en un laberinto de nieve, donde los caminos cambiaban constantemente. El frío era intenso, y los árboles de hielo parecían moverse a medida que avanzaban. Pero con la ayuda de Dragoes, quien podía volar sobre el laberinto y guiarlos desde el aire, encontraron el camino hacia la siguiente prueba.
La segunda prueba fue en el Bosque de los Ecos, donde debían encontrar una piedra mágica escondida entre árboles que susurraban secretos. Mientras caminaban, los árboles repetían sus pensamientos más profundos y oscuros, tratando de sembrar duda y miedo en sus corazones. Pero Noor, con el apoyo de sus amigos, logró calmar su mente y encontrar la piedra.
La última prueba los llevó a la torre oscura, donde se enfrentaron cara a cara con la Bruja del Invierno. Ella los desafió con su magia congelante, pero con la valentía de todos ellos, lograron romper el hechizo y devolver la luz y la calidez al reino.
Al regresar al pueblo, la Navidad se celebró como nunca antes. La ciudad resplandecía con luz, la gente se reunía para cantar villancicos, y el aire estaba lleno de risas. Noor, Priscila, Sandra, Lili y Dragoes se dieron cuenta de que la verdadera magia de la Navidad no provenía solo de los regalos, sino de la amistad, la valentía y el trabajo en equipo.
Conclusión: Esa Navidad, Noor y sus amigos aprendieron que los desafíos pueden ser grandes, pero juntos, con el apoyo de los demás, pueden superar cualquier prueba. La Navidad no se trata solo de luces o decoraciones, sino de lo que hacemos por los demás y cómo mantenemos vivos los valores de amor, amistad y valentía. Así, vivieron una Navidad inolvidable, llena de magia y buenos recuerdos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.