En el corazón de un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos antiguos y las estrellas parpadeaban con mensajes misteriosos, vivían tres amigos inseparables: Alan, René y Dana.
Alan era un chico curioso con un don especial: cada palabra que decía se convertía en realidad. Al lado de Alan siempre estaba René, un adolescente sabio y valiente que conocía todos los secretos del bosque y podía comunicarse con los animales. Dana, la más joven y alegre del trío, tenía alas de hada y podía crear magia con sus manos.
Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, Dana encontró una mona muy peculiar que llevaba un collar con una piedra brillante. «¡Qué moda tan extraña para un animal!» Exclamó Dana, maravillada. La mona, que en realidad era una guardiana del bosque transformada, les contó sobre una gran amenaza: un hechicero malo había robado todas las palabras mágicas del mundo y las había escondido en un lugar secreto.
Los tres amigos, movidos por la necesidad de salvar su mundo, decidieron emprender una aventura para recuperar las palabras perdidas. Cada uno aportaba algo especial: Alan con su poder de dar vida a las palabras, René con su sabiduría y habilidad para reír en los momentos difíciles, y Dana con su magia y bondad que hacía que todo a su alrededor floreciera.
Viajaron por días, enfrentándose a desafíos y peligros. En su camino, se encontraron con criaturas mágicas que les dieron pistas y les ayudaron en su búsqueda. Una noche, mientras descansaban bajo un cielo estrellado, René tuvo un sueño en el que un dragón le revelaba que el hechicero malo había ocultado las palabras en la Cueva de los Ecos Eternos.
Al llegar a la cueva, se encontraron con el hechicero, que se reía malévolamente de su intento de recuperar las palabras. Sin embargo, nuestros héroes no se dieron por vencidos. Alan, recordando las enseñanzas de René, comenzó a hablar palabras de esperanza y valor. Cada palabra que Alan decía, creaba un resplandor que iluminaba la cueva.
René, utilizando su don, llamó a los animales del bosque para que les ayudaran, mientras Dana, con su magia, creó un escudo protector alrededor de ellos. Juntos, lucharon contra el hechicero y, con su unión y coraje, lograron vencerlo.
Con el hechicero derrotado, las palabras mágicas fueron liberadas y volvieron a su lugar en el mundo. El bosque volvió a cobrar vida, lleno de colores y sonidos mágicos. Los tres amigos habían salvado su mundo y demostrado que el poder de la amistad, la bondad y el coraje podían superar cualquier oscuridad.
Desde aquel día, Alan, René y Dana fueron conocidos en todo el bosque como los Guardianes de las Palabras. Prometieron proteger siempre su hogar y estar siempre listos para enfrentar cualquier desafío, sabiendo que mientras estuvieran juntos, nada podría vencerlos.
Y así, en el Bosque de las Palabras Perdidas, la risa, la alegría y la magia reinaban, gracias a la valentía y el amor de tres amigos que creyeron en sí mismos y en el poder de las palabras.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.