Había una vez en un reino muy, muy lejano, un lugar lleno de colores y magia donde vivía una niña muy especial llamada Vida. Vida no era una niña común y corriente; ella era una nena arcoíris. Su cabello tenía todos los colores del arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, y siempre brillaba con una luz propia. Su vestido también estaba hecho de los colores más brillantes, y cada vez que se movía, parecía que un arcoíris la seguía.
Vida llegó a una familia que siempre había soñado con tener una hija que llenara sus vidas de alegría y color. Sus padres, que se llamaban Ana y Luis, no podían creer su suerte cuando Vida apareció en su puerta un día soleado después de una gran tormenta. La niña les sonrió con tanta dulzura que de inmediato supieron que ella iba a ser la luz de sus vidas.
Desde el primer día, Vida transformó la vida de Ana y Luis en algo maravilloso. Su casa, que antes era simplemente una casa común, ahora brillaba con los colores del arcoíris. Las paredes parecían más vivas, los jardines florecían con las flores más hermosas y de los colores más variados, y el cielo sobre su hogar siempre tenía un toque especial de magia.
Vida tenía un don especial: con solo su presencia, podía hacer que todo a su alrededor fuera más alegre y colorido. Los pájaros cantaban más fuerte, las flores crecían más rápido y hasta los días lluviosos parecían menos grises cuando ella estaba cerca. En el pueblo, todos la querían mucho y la llamaban “la nena arcoíris”.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Vida vio algo curioso en el cielo. Un arcoíris enorme cruzaba todo el cielo, pero había algo diferente en él: parecía que el final del arcoíris estaba mucho más cerca de lo usual. Vida, con su curiosidad natural, decidió seguir el arcoíris para ver dónde terminaba. Sus padres, al verla tan emocionada, decidieron acompañarla en su aventura.
Caminaron por el prado, subieron colinas y cruzaron ríos hasta llegar a un bosque encantado. Allí, al final del arcoíris, encontraron algo increíble: un árbol mágico cuyas hojas cambiaban de color con cada rayo de sol. Vida se acercó al árbol y, al tocarlo, sintió una energía cálida y reconfortante.
De repente, el árbol comenzó a hablar. Tenía una voz suave y amable que dijo:
—Bienvenida, Vida. He estado esperándote. Tú eres la nena arcoíris que traerá aún más magia a este reino.
Vida, Ana y Luis estaban asombrados. Nunca habían visto un árbol que hablara. El árbol continuó:
—Vida, tú tienes el don de la alegría y los colores. Pero hay una misión importante para ti. En lo profundo de este bosque, hay un lugar donde los colores han desaparecido. Todo es gris y triste. Necesitamos que lleves tu luz y colores para devolverle la vida a ese lugar.
Vida, siempre dispuesta a ayudar, aceptó la misión sin dudarlo. Se adentró en el bosque acompañada de sus padres, siguiendo un sendero que los llevó a una parte del bosque donde todo era oscuro y sin vida. Los árboles estaban marchitos, las flores no tenían color y ni siquiera los pájaros cantaban.
Vida, con su corazón lleno de amor y valentía, levantó sus brazos y empezó a girar en círculos. A medida que giraba, su cabello y su vestido brillaban más y más, lanzando rayos de colores en todas direcciones. Poco a poco, los colores empezaron a volver. Las flores comenzaron a abrirse en tonos vibrantes, los árboles recuperaron su verdor y los animales volvieron a cantar y a jugar.
Ana y Luis miraban con orgullo y asombro cómo su hija transformaba ese lugar gris en un paraíso colorido. Cuando Vida terminó, el bosque estaba lleno de vida y color, mucho más hermoso de lo que había sido antes.
El árbol mágico apareció de nuevo y dijo:
—Has hecho un trabajo maravilloso, Vida. Has demostrado que con amor y alegría, cualquier oscuridad puede ser transformada en luz.
Vida sonrió, feliz de haber podido ayudar. Sus padres la abrazaron con fuerza, agradecidos por tener una hija tan especial.
Desde ese día, Vida y su familia visitaban el bosque encantado regularmente para asegurarse de que todo siguiera lleno de vida y color. Los habitantes del pueblo también se unieron a ellos, y juntos, cuidaban de la naturaleza y aprendían sobre la importancia de mantener el mundo lleno de amor y colores.
Vida siguió creciendo, llevando su luz y colores a todos los rincones del reino. Cada vez que alguien se sentía triste o perdido, Vida estaba allí para recordarles que, con un poco de alegría y amor, cualquier cosa era posible.
Y así, la pequeña nena arcoíris, que llegó a la vida de Ana y Luis para llenarla de colores y alegría, se convirtió en un faro de esperanza y felicidad para todos los que la conocían.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.