En una tarde llena de nubes y promesas de aventuras, Alma y su hermana Daniela, junto con sus padres, subieron a un gran avión que las llevaría a la casa de una tía muy lejana. Aunque las niñas no estaban muy entusiasmadas con el viaje, sus padres les aseguraron que sería una experiencia inolvidable.
Alma, con sus ojos azules y cabello rizado azul, miraba por la ventana, soñando despierta con los lugares que podrían explorar. Daniela, con su pelo marrón liso y los mismos ojos azules que su hermana, intentaba leer un libro, pero la emoción del viaje la distraía constantemente.
Mientras volaban sobre vastos océanos y montañas majestuosas, un incidente inesperado ocurrió. Cuando las niñas fueron al baño del avión, un extraño temblor sacudió el avión, y un agujero apareció repentinamente en el fuselaje. Antes de que pudieran gritar por ayuda, Alma y Daniela fueron succionadas por el agujero y cayeron a través de las nubes.
Sin embargo, en lugar de caer al duro suelo, aterrizaron suavemente sobre unas ramas cubiertas de musgo en un bosque que no se parecía a nada que hubieran visto antes. Para su asombro, descubrieron que no solo estaban ilesas, sino que ¡habían sido transformadas en hadas! Sus ropas se convirtieron en vestidos brillantes y aparecieron unas delicadas alas en sus espaldas.
Pronto, fueron recibidas por una amigable hada perra llamada Nala, que les explicó que habían llegado al Bosque Encantado de las Hadas justo a tiempo para ayudar en una misión muy importante. La Princesa de las Hadas necesitaba su ayuda para recolectar fresas mágicas que protegerían el reino de unos insectos voraces que amenazaban con devorar todas las plantas.
Guiadas por Nala, Alma y Daniela se aventuraron a través del bosque luminoso, recolectando fresas mientras evitaban ser vistas por los insectos malvados. Durante su misión, se encontraron con criaturas del bosque que les ofrecieron ayuda y consejos, desde pequeños gnomos hasta elegantes ciervos que hablaban con sabiduría de los antiguos tiempos.
Con cada fresa recolectada, las niñas sentían cómo su conexión con la naturaleza se fortalecía y cómo sus alas se volvían más brillantes. Justo cuando llenaron su última canasta y se preparaban para regresar al castillo de la Princesa, los insectos las descubrieron y comenzó una persecución emocionante a través del bosque.
Usando su ingenio y los trucos aprendidos de sus nuevos amigos del bosque, Alma y Daniela lograron escapar y llevar las fresas a salvo al castillo. La Princesa de las Hadas, agradecida por su valentía y astucia, celebró su éxito con una gran fiesta en su honor.
Esa noche, mientras la música resonaba en el bosque y las luces de las luciérnagas iluminaban el cielo, las niñas se sintieron felices y orgullosas de sus logros. Sin embargo, justo cuando la fiesta estaba en su momento más alegre, Alma despertó de repente.
Estaba de vuelta en el avión, con Daniela dormida a su lado y sus padres charlando tranquilamente. Todo había sido un sueño, un maravilloso sueño que nunca olvidarían. A partir de ese día, cada vez que miraban las estrellas, Alma y Daniela recordaban su aventura en el Bosque Encantado de las Hadas, preguntándose si, quizás, algo de esa magia había sido real.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.