Cuentos de Fantasía

El Elefante y el Niño en la Plaza

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un elefante llamado Tito y un niño llamado Lucas. Tito era un elefante muy especial, no solo porque era grande y fuerte, sino porque también podía hablar y era el mejor amigo de Lucas. Lucas, un niño de seis años con el cabello castaño y ojos brillantes, siempre estaba dispuesto a vivir grandes aventuras con su amigo Tito.

Un día soleado, Tito y Lucas decidieron ir a la plaza del pueblo. La plaza estaba llena de color y alegría, con muchas personas caminando de un lado a otro, tiendas con juguetes y globos de todos los colores. Tito y Lucas paseaban juntos, disfrutando del ambiente festivo.

Mientras caminaban, Lucas vio algo brillante en el suelo. «¡Mira, Tito!» exclamó Lucas, señalando hacia abajo. «¡Son monedas!»

Tito se inclinó para ver mejor y, con su trompa, recogió las monedas del suelo. «¡Qué suerte, Lucas! Ahora podemos comprarnos algo delicioso,» dijo Tito, sonriendo con su gran boca.

«¿Qué te parece un helado?» sugirió Lucas, relamiéndose los labios al pensar en el dulce postre.

«¡Me parece una idea estupenda!» respondió Tito con entusiasmo.

Los dos amigos caminaron hacia el carrito de helados que estaba al otro lado de la plaza. El vendedor de helados, un hombre amable con un gran bigote, les sonrió al verlos acercarse. «Hola, jóvenes aventureros, ¿qué les gustaría hoy?»

Lucas miró la lista de sabores y dijo, «Yo quiero un helado de chocolate, por favor.»

Tito pensó un momento y luego dijo, «Para mí, uno de vainilla, por favor.»

El vendedor de helados les entregó sus helados con una gran sonrisa. «Aquí tienen. ¡Disfruten!»

Con sus helados en mano, Tito y Lucas se sentaron en un banco bajo un gran árbol que ofrecía una sombra refrescante. Comieron sus helados con alegría, disfrutando de cada bocado. Tito, con su gran trompa, lamía su helado con cuidado para no desperdiciar ni una gota, mientras Lucas se reía al ver la divertida escena.

«Este ha sido un día maravilloso,» dijo Lucas, mirando a Tito con gratitud. «Siempre es divertido estar contigo.»

«Y yo disfruto mucho estar contigo, Lucas,» respondió Tito. «Cada día es una nueva aventura cuando estamos juntos.»

Después de terminar sus helados, Tito y Lucas decidieron explorar más la plaza. Vieron a niños jugando, personas vendiendo flores y globos flotando en el aire. La plaza estaba llena de vida y felicidad.

De repente, escucharon una música alegre y siguieron el sonido hasta encontrar un grupo de músicos tocando instrumentos. Lucas comenzó a bailar al ritmo de la música, moviendo sus pies con energía. Tito, inspirado por la alegría de su amigo, también intentó bailar, moviendo sus enormes patas y su trompa al compás de la música.

Las personas que pasaban se detenían para ver la divertida actuación del niño y el elefante, y pronto una multitud se reunió a su alrededor, aplaudiendo y animándolos. Tito y Lucas se sentían como estrellas de un espectáculo, riendo y disfrutando del momento.

Cuando la música terminó, la multitud aplaudió y algunos niños se acercaron a Tito y Lucas, queriendo jugar con ellos. Lucas y Tito se sintieron felices de compartir su alegría con otros y pronto estaban todos jugando juntos, corriendo y riendo por toda la plaza.

Al caer la tarde, Tito y Lucas decidieron regresar a casa. Caminaban por el sendero que conducía al bosque, disfrutando del aire fresco y del canto de los pájaros. Tito, con su paso tranquilo y seguro, iba contándole a Lucas historias sobre lugares lejanos y aventuras pasadas.

«Un día, viajé a una selva muy lejana,» contaba Tito, «y conocí a un mono muy travieso que siempre estaba haciendo bromas. Fue una experiencia increíble.»

Lucas escuchaba con atención, imaginando todas las escenas en su mente. «¡Me encantaría ir contigo a esa selva algún día!» dijo Lucas con entusiasmo.

«Y lo haremos, amigo mío. Juntos podemos ir a cualquier lugar que soñemos,» respondió Tito con una sonrisa.

Finalmente, llegaron a casa, cansados pero felices por el maravilloso día que habían tenido. Lucas se despidió de Tito con un abrazo y entró a su casa. Tito, por su parte, se acomodó bajo su árbol favorito en el jardín de Lucas y cerró los ojos, disfrutando de la paz de la noche.

Antes de dormir, Lucas miró por la ventana y vio a Tito descansando. «Buenas noches, Tito. Gracias por este día tan especial,» susurró Lucas.

«Buenas noches, Lucas. Siempre estaré aquí para ti,» respondió Tito con suavidad.

Y así, bajo el cielo estrellado, el niño y el elefante se durmieron, soñando con las próximas aventuras que vivirían juntos. Porque en el mundo de Lucas y Tito, cada día era una nueva oportunidad para explorar, descubrir y, sobre todo, disfrutar de la maravillosa amistad que compartían.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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