Cuentos de Fantasía

El Sueño de Ulises y Elisa

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Ulises y Elisa eran hermanos inseparables. Ulises tenía el cabello castaño corto y ojos verdes que brillaban con curiosidad, mientras que Elisa tenía el cabello rubio largo y ojos azules llenos de dulzura. Un día soleado, decidieron ir a jugar en el campo de trigo cerca de su casa. Este campo estaba justo al lado de una fábrica que siempre emitía mucho humo y contaminaba el aire.

A pesar de la fábrica, el campo de trigo era su lugar favorito para jugar. Corrían entre los altos tallos dorados, imaginando ser exploradores en tierras desconocidas. Jugaron tanto que, sin darse cuenta, se quedaron dormidos bajo el cálido sol.

Mientras dormían, ambos tuvieron el mismo sueño. En su sueño, el planeta Tierra apareció ante ellos. Pero no era el planeta Tierra como lo conocían, era una versión personificada, con una gran cara triste y ojos llenos de lágrimas. El planeta Tierra habló con una voz suave pero llena de dolor.

«Hola, niños,» dijo el planeta Tierra. «Me llamo Gaia. Estoy muy triste porque muchos de mis ríos, bosques y cielos están siendo contaminados por los hombres malos. Estos hombres no saben lo que hacen, actúan con ignorancia y no se dan cuenta del daño que causan.»

Ulises y Elisa miraron alrededor y vieron a los hombres malos, representados como figuras sombrías y oscuras. Estos hombres arrojaban basura al suelo, talaban árboles y lanzaban humo al aire. Ulises sintió un nudo en la garganta y Elisa comenzó a llorar.

«Gaia, ¿cómo podemos ayudarte?» preguntó Elisa entre sollozos.

«Necesito que la gente entienda la importancia de cuidar la naturaleza,» respondió Gaia. «Quiero que ustedes, con su amor y conocimiento, enseñen a los demás a ser más conscientes y a proteger el planeta.»

Ulises y Elisa asintieron con determinación. «¡Lo haremos!» exclamaron al unísono.

De repente, se despertaron en el campo de trigo. El sol estaba comenzando a ponerse y el cielo se pintaba de colores anaranjados y rosados. Se miraron el uno al otro y supieron que debían hacer algo.

Esa noche, Ulises y Elisa hablaron con sus padres sobre su sueño. Sus padres los escucharon atentamente y decidieron ayudar. Juntos, comenzaron a organizar campañas de concientización en su comunidad. Hicieron carteles coloridos con mensajes sobre la importancia de reciclar, no tirar basura y plantar árboles.

Ulises y Elisa también fueron a la fábrica cercana y hablaron con los trabajadores sobre la contaminación. Al principio, los trabajadores no estaban muy interesados, pero cuando vieron la pasión y determinación en los ojos de los niños, comenzaron a escuchar. Los niños les explicaron cómo podían reducir la contaminación y ser más respetuosos con el medio ambiente.

Poco a poco, la fábrica implementó cambios. Instalaron filtros para reducir el humo, empezaron a reciclar y se comprometieron a plantar árboles alrededor del campo de trigo. La comunidad entera se unió al esfuerzo y, con el tiempo, el aire se volvió más limpio y el agua más pura.

Gaia, el planeta Tierra, observaba desde el cielo con una sonrisa de gratitud. Ulises y Elisa sabían que su trabajo no había terminado, pero estaban felices de haber hecho una diferencia. Continuaron educando a los demás sobre la importancia de cuidar el planeta y trabajaron incansablemente para asegurar que las futuras generaciones heredaran un mundo mejor.

La historia de Ulises y Elisa se convirtió en una inspiración para muchos. Niños y adultos por igual comenzaron a tomar acciones pequeñas pero significativas para proteger la naturaleza. Plantaron más árboles, limpiaron ríos y aprendieron a vivir de manera más sostenible.

Años después, Ulises y Elisa eran reconocidos como héroes en su comunidad. Pero ellos siempre decían que no eran héroes, solo dos niños que amaban su planeta y querían verlo feliz. Su historia demostró que, con amor, conocimiento y determinación, cualquiera puede hacer una gran diferencia.

Y así, Ulises y Elisa continuaron viviendo sus días llenos de aventuras y enseñanzas, sabiendo que el verdadero poder está en cuidar y respetar el hermoso mundo en el que vivimos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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