En un rincón olvidado del mundo, donde las sombras bailan con la luz y las flores susurran secretos antiguos, vivía un niño llamado José Antonio. Pero él no era un niño cualquiera; José Antonio era un superhéroe con una capa roja brillante y un traje azul que relucía como el cielo en un día claro.
Cada mañana, al despertar, José Antonio se ajustaba su capa, se colocaba sus botas de superhéroe y salía a explorar los confines de su mundo: un vasto bosque conocido como el Bosque Encantado. Este bosque era hogar de criaturas mágicas y misterios que solo un verdadero superhéroe podría enfrentar.
Un día soleado, mientras José exploraba una parte del bosque que le era desconocida, escuchó un ruido extraño proveniente de detrás de unos arbustos gigantes. Con cautela, se acercó y, para su sorpresa, encontró a un gran cocodrilo verde con ojos tan grandes como platos y una sonrisa llena de dientes afilados.
Pero no temas, este cocodrilo no era como los demás. En el Bosque Encantado, los cocodrilos eran amistosos y juguetones. Este en particular, llamado Carlos, era conocido por su amor a los juegos y las adivinanzas.
«Hola, ¿quién eres tú?» preguntó el cocodrilo con curiosidad.
«Soy José Antonio, el superhéroe del Bosque Encantado,» respondió José con confianza, ajustándose la capa.
«¡Oh, qué bien! Estaba buscando a alguien con quien jugar,» dijo Carlos, moviendo su cola con entusiasmo. «¿Te gustaría jugar al escondite conmigo?»
José Antonio no pudo contener su emoción. Asintió con una gran sonrisa y juntos comenzaron a jugar. Primero, José se escondió mientras Carlos contaba hasta diez. Con su capa roja oculta entre las hojas de un árbol morado, José apenas podía contener la risa mientras Carlos lo buscaba.
Luego fue el turno de Carlos de esconderse, lo cual era bastante cómico, considerando lo grande que era. Pero el bosque estaba de su lado, con árboles y arbustos moviéndose sutilmente para ayudarlo a ocultarse mejor.
Después de varias rondas de escondite, se sentaron junto a un riachuelo para descansar. Allí, Carlos compartió historias de las aventuras que había vivido en el bosque, de las mariposas con alas de cristal y de los duendes que tejían nubes con hilos de luna.
«Carlos, gracias por un día tan divertido,» dijo José Antonio mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de los árboles.
«Gracias a ti, José. Espero que volvamos a jugar pronto,» respondió Carlos, dando un suave bostezo.
Con un último saludo, José Antonio se puso su capa y regresó a casa, sabiendo que había hecho un nuevo amigo y que muchas más aventuras lo esperaban.
Esa noche, mientras las estrellas comenzaban a titilar en el cielo, José Antonio se durmió con una sonrisa, soñando con su próximo día de aventuras en el Bosque Encantado, donde la magia y la amistad siempre lo esperaban.
Y así, entre juegos y risas, José Antonio aprendió que no importa cuán feroz pueda parecer alguien a primera vista, en el Bosque Encantado, todos los seres tienen un corazón amigable y un espíritu aventurero.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.