Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos brillantes, dos niñas muy buenas amigas llamadas Martina y Gara. Martina tenía el cabello negro y lacio, siempre vestida con una túnica verde y botas que la hacían parecer una pequeña aventurera. Gara, en cambio, tenía el cabello rojo y ondulado, y le encantaba usar un vestido azul con una capa que ondeaba al viento. Las dos amigas compartían un gran amor por las aventuras y la magia.
Un día, decidieron que era el momento perfecto para una nueva excursión. Habían escuchado historias sobre un bosque encantado que se encontraba más allá de las colinas, un lugar donde vivían criaturas mágicas y donde los árboles brillaban con una luz especial. Con mochilas llenas de provisiones y sus corazones llenos de emoción, Martina y Gara emprendieron su camino hacia lo desconocido.
El sol estaba alto en el cielo cuando llegaron a la entrada del bosque encantado. Los árboles eran altos y sus hojas parecían estar hechas de cristal, reflejando la luz del sol y creando un espectáculo de colores. Martina y Gara se miraron y sonrieron. «¡Este lugar es increíble!» exclamó Gara, sus ojos brillando de entusiasmo.
A medida que se adentraban más en el bosque, comenzaron a notar cosas extraordinarias. Pequeñas hadas revoloteaban a su alrededor, dejando un rastro de polvo brillante. Un río cristalino serpenteaba entre los árboles, sus aguas llenas de peces que parecían estar hechos de luz. Martina y Gara siguieron el río, maravilladas por todo lo que veían.
De repente, escucharon un suave relincho. Al voltear, vieron un unicornio blanco con una melena dorada, bebiendo agua del río. «¡Un unicornio!» susurró Martina, con los ojos muy abiertos. Se acercaron lentamente, y el unicornio las miró con sus grandes ojos amables. Gara extendió una mano y, para su sorpresa, el unicornio permitió que lo acariciara. «Eres tan hermoso,» dijo Gara suavemente.
El unicornio, como si entendiera sus palabras, se inclinó y las invitó a montarlo. Martina y Gara se subieron a su lomo, sintiendo que estaban viviendo un sueño. El unicornio comenzó a caminar por el bosque, llevándolas a lugares aún más mágicos. Pasaron por prados llenos de flores que cantaban con la brisa, y por colinas donde las piedras brillaban como estrellas.
Mientras viajaban, el unicornio las llevó a un claro donde había un gran árbol con hojas doradas. En la base del árbol, encontraron una pequeña puerta. «¿Qué habrá allí dentro?» preguntó Martina con curiosidad. Gara, siempre valiente, empujó la puerta y ambas entraron.
Dentro, encontraron una biblioteca mágica. Las estanterías estaban llenas de libros que flotaban en el aire, y había un escritorio con un pergamino abierto. En el pergamino estaba escrito: «Para quienes busquen conocimiento y aventuras, aquí encontrarán respuestas.» Martina y Gara se acercaron al pergamino y, al tocarlo, comenzaron a ver imágenes en sus mentes. Vieron la historia del bosque encantado, cómo había sido protegido por generaciones de criaturas mágicas, y cómo ellas, dos amigas valientes, habían sido elegidas para descubrir sus secretos.
Después de pasar un rato en la biblioteca, decidieron seguir explorando el bosque. El unicornio las esperaba afuera y, con una última mirada al árbol dorado, subieron de nuevo a su lomo. El unicornio las llevó a un lago donde el agua era tan clara que podían ver hasta el fondo. Allí, encontraron a una sirena que cantaba una melodía hermosa. La sirena les habló sobre los secretos del lago y les enseñó a comunicarse con los animales del agua.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, Martina y Gara supieron que era hora de regresar a casa. Agradecieron al unicornio y a la sirena por la maravillosa aventura y empezaron su camino de regreso. Mientras caminaban, el bosque parecía despedirse de ellas, con las hadas revoloteando a su alrededor y los árboles brillando con una luz cálida.
Al salir del bosque, las dos amigas se sintieron diferentes. Habían aprendido mucho sobre el mundo mágico y sobre la importancia de la amistad y la valentía. Sabían que este era solo el comienzo de muchas aventuras por venir.
Cuando llegaron a su pueblo, todos los recibieron con curiosidad, ansiosos por escuchar sobre su excursión. Martina y Gara contaron su historia con gran entusiasmo, y los niños del pueblo escucharon con asombro y admiración. Esa noche, bajo un cielo estrellado, Martina y Gara prometieron seguir explorando y descubriendo los misterios del mundo juntas.
Y así, Martina y Gara continuaron teniendo muchas aventuras, siempre apoyándose la una a la otra y sabiendo que, mientras estuvieran juntas, podrían enfrentar cualquier desafío. Y colorín colorado, este cuento de fantasía se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.