Cuentos de Fantasía

Cuentos de Esperanza: La Iglesia y las Enfermedades en el Mundo de los Niños

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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 Érase una vez, en un pequeño pueblo lleno de colores y risas, donde vivían cinco amigos inseparables: María, José, Jesús, Noé y una pequeña mariposa llamada Lila. Cada uno de ellos tenía su propio encanto y juntas sus aventuras eran maravillosas.

María era una niña curiosa que amaba explorar el bosque que rodeaba el pueblo. Siempre llevaba una mochila llena de cosas interesantes: lápices, papel, una lupa y, claro, su inseparable cuaderno donde dibujaba todo lo que veía. José era un niño muy valiente que soñaba con ser un gran aventurero. Le encantaba jugar a ser un héroe que cuidaba de sus amigos. Jesús, el más pequeño del grupo, tenía una gran imaginación y le gustaba contar cuentos mágicos sobre castillos y dragones. Noé, por otro lado, era muy sabio para su edad y siempre sabía las respuestas a las preguntas más difíciles. Y, por último, estaba Lila, la mariposa, que siempre volaba alrededor de ellos con sus alas brillantes y llenas de colores.

Un día, mientras jugaban en el parque, llegaron a oír un susurro que provenía del bosque. Era una melodía encantadora que parecía estar llamándolos. Curiosos, decidieron seguir el sonido y se internaron en el bosque. A medida que avanzaban, los árboles se volvían más altos y las flores más coloridas. “¿Qué será eso?” preguntó Jesús, con los ojos brillantes de emoción.

“¡Vamos a averiguarlo!” respondió María, con su inseparable cuaderno en la mano y una sonrisa de aventura. Al seguir el sonido, llegaron a un claro donde encontraron un hermoso árbol en el centro. Este árbol tenía hojas doradas y un tronco muy ancho. De repente, un resplandor iluminó el claro, y ante ellos apareció una figura resplandeciente: era Dios, que les sonreía amablemente.

“Hola, mis pequeños amigos. He estado observándolos y he visto cómo juegan y se cuidan mutuamente. Hoy, quiero regalarles una aventura mágica”, dijo Dios con una voz suave y cálida.

“¿Una aventura mágica? ¡Sí, por favor!” exclamaron todos al unísono.

“Bien, pero primero necesito que entiendan algo importante sobre el mundo. Este es un mundo lleno de maravillas, pero también de desafíos. Algunas personas se sienten tristes y enfermas, y necesitan esperanza. Quiero que ustedes sean los portadores de esa esperanza”, explicó Dios.

María y sus amigos se miraron entre ellos, asombrados. “¿Cómo podemos ayudar?” preguntó Noé, siempre dispuesto a aprender.

“Cada uno de ustedes tiene un don especial. Usen esos dones y cada vez que ayuden a alguien, el árbol les dará un brillo especial que les recordará el poder de la esperanza”, dijo Dios.

Así, Dios les dio a cada uno un pequeño objeto mágico. María recibió un lápiz que nunca se acababa, José un escudo brillante, Jesús una pluma que podía escribir historias que cobraban vida, Noé un pequeño libro que contenía la sabiduría de muchos mundos, y Lila, la mariposa, recibió unas alas que podían volar rápido como un rayo.

“Recuerden, la esperanza es como un fuego. Mientras más lo compartan, más grande se hace”, les dijo Dios mientras desaparecía entre un resplandor.

Los amigos estaban muy emocionados y decidieron que su primera misión sería ayudar a un niño del pueblo que estaba triste y enfermo. Así que se dirigieron a la casa de Pedro, un niño que siempre estaba alegre pero que en esos días no podía salir a jugar porque estaba enfermo.

Cuando llegaron, la mamá de Pedro les recibió con una sonrisa triste. “Hola, amigos. Pedro no se siente bien. Lleva días en cama y lo extraña mucho”, les dijo.

María sacó su lápiz mágico y comenzó a dibujar un hermoso paisaje con flores y mariposas. “Miren, vamos a hacer un dibujo para él”, sugirió. Mientras dibujaba, las flores y mariposas cobraban vida y llenaban la habitación de luz y colores. Cuando Pedro vio el dibujo, su rostro se iluminó y comenzó a sonreír.

José se acercó a él y le dijo: “No te preocupes, pronto volverás a jugar con nosotros. Te traigo este escudo. Cada vez que sientas que algo te pesa, agárralo y sentirás el valor de tus amigos siempre contigo”.

Lila voló alrededor de Pedro, haciéndole cosquillas en la nariz, lo que le provocó una risa contagiosa. Jesús, con su pluma mágica, comenzó a contarle una historia sobre un valiente caballero que superó cada desafío porque nunca perdió la fe.

Por último, Noé le dio el pequeño libro. “Este libro contiene muchas historias de niños valientes. Espero que al leerlo, encuentres la fuerza que necesitas”, le dijo. Al poco tiempo, el ambiente de la habitación se llenó de calidez y esperanza.

De repente, la mamá de Pedro los miró con asombro. “Wow, ustedes realmente han hecho algo especial”, dijo. “Me siento más tranquila y espero que esto ayude a mi hijo a recuperarse.”

Los amigos decidieron que no solo ayudarían a Pedro, sino que sería su misión viajar por el pueblo y llevar esperanza a todos los que lo necesitaran. Día tras día, visitaban a personas que estaban tristes, enfermas o solas, llevando sus dones y llenando sus corazones de esperanza. Cada vez que ayudaban, el árbol dorado en el bosque brillaba más fuerte.

Así, aprendieron que la verdadera magia no solo estaba en sus objetos especiales, sino en la bondad y el cariño que daban a las personas. La esperanza se esparcía como la luz del sol, y cada vez que compartían amor, su propio fuego interior crecía más y más.

Con el tiempo, el pueblo se transformó en un lugar lleno de sonrisas y risas. La gente se ayudaba mutuamente, y los amigos eran conocidos como los portadores de la esperanza, siempre dispuestos a dar lo mejor de sí mismos.

Finalmente, un día regresaron al árbol dorado. Miraron hacia arriba y vieron que tenía más hojas brillantes que nunca. A su alrededor, la magia de lo que habían hecho iluminaba todo. “Lo logramos”, dijo Noé.

Así, María, José, Jesús, Noé y Lila aprendieron que todos tienen el poder de llevar alegría y esperanza a los demás. Y eso, queridos niños, es un poquito de magia que todos podemos compartir. Al final, no importa donde estén, siempre pueden ser portadores de esperanza, llenando los corazones de luz y alegría, justo como estos cinco amigos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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