Cuentos de Fantasía

Más allá de la Pantalla: Un Viaje a un Mundo de Fantasía y Aventuras

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Midori Bow Williamson era una joven de 26 años que vivía en la ciudad, estudiaba en la universidad y trabajaba a tiempo parcial para poder pagar sus estudios. Aunque era una mujer adulta y responsable, aquel mes había sido particularmente difícil para ella. Su oficina la tenía casi atrapada; las horas extras se habían vuelto una constante, y el cansancio la había acompañado como una sombra silenciosa. Sus piernas tembloraban mientras caminaba hacia su pequeño apartamento después de una larga jornada, y su mirada estaba llena de un agotamiento profundo que solo quien trabaja duro puede comprender.

Al llegar a casa, su único deseo era descansar. Su cuerpo pedía a gritos un reposo, pero antes de dejarse caer en la cama, Midori se dirigió directamente al baño. El agua caliente de la ducha le alivió los músculos tensos y limpió, no solo la suciedad del día, sino también una parte del cansancio que la agobiaba. Afuera, el sonido de la ciudad parecía apagarse, y por un momento, solo estuvo ella y el agua acogedora. Luego, salió envuelta en una toalla, y cuando sus pies tocaron la alfombra suave del dormitorio, se lanzó a la cama sin dudar.

Sus ojos se cerraron por instantes y de pronto, un suave zumbido la despertó. Era una notificación en su teléfono. Con dedos aún temblorosos por el cansancio, agarró el aparato, pensando en apagarlo y volver a dormir. Pero esa notificación no era algo cualquiera. Era un mensaje que anunciaba el capítulo más reciente de su historia de fantasía favorita: «La Adopción». Ella había comenzado a leer esa novela digital hacía semanas, y cada entrega era un pequeño escape a un mundo distinto, un refugio ante el estrés diario.

Midori sintió que una curiosa atracción la llamaba desde la pantalla. No era solo un interés habitual; era como si esa historia la estuviera invitando a entrar, a dejar atrás sus problemas reales para vivir una aventura. De repente, el mundo que conocía empezó a girar a su alrededor, una luz azulada surgió del teléfono y la envolvió poco a poco. Sintió que era absorbida por una corriente mágica que no podía controlar.

Cuando la luz se disipó, Midori se encontró en un lugar que parecía sacado de un libro de cuentos. Allí donde estaba, no había edificios ni luces de neón, sino árboles enormes con hojas que parecían brillar como si tuvieran pequeños fuegos dentro, el cielo era de un azul tan intenso que parecía que tocaba las montañas muy altas que se veían a lo lejos. Había arroyos brillando por el sol y podía escuchar un coro de sonidos, en parte susurros, en parte cantos, que eran tan extraños como maravillosos.

Midori se levantó con cuidado y tanteó su cuerpo, que aunque cansado, parecía lleno de una energía nueva. A su alrededor, el aire olía a flores desconocidas y a tierra mojada. «¿Dónde estoy?», pensó, sin poder entender del todo, pero también sintiendo una emoción creciente en su pecho.

De repente, de entre los árboles emergió una pequeña figura con el tamaño de un conejo, pero con alas translúcidas y una luz propia que iluminaba su piel. «¡Hola! Soy Lúmina, el hada guardiana de este bosque. Te hemos estado esperando, Midori.»

Midori abrió los ojos muy grandes, sorprendida. «¿Me esperan? ¿Quiénes son ustedes?»

Lúmina revoloteó cerca de su rostro y explicó: «Este es el Reino de Luminaria, un mundo que ha sido protegido durante siglos por aquellos que creen en la magia, la esperanza y la valentía. Pero últimamente, algo oscuro está creciendo, una sombra que quiere apagar la luz de nuestro hogar. Por eso, una persona con un corazón fuerte y audaz fue llamada aquí: tú.»

Midori respiró hondo, la idea de ser parte de una aventura parecía sacada de sus sueños, sin embargo, la preocupación por lo que dejaría atrás también apareció. «¿Yo? ¿Por qué yo? Soy solo una estudiante, no una heroína.»

Lúmina sonrió con dulzura. «A veces, los héroes surgen de lugares que menos se lo esperan. Además, nadie dijo que estarías sola. Aquí conocerás amigos que te ayudarán en esta misión.»

Mientras hablaban, una sombra larga y oscura apareció a lo lejos entre los árboles, y un temblor pasó por el suelo bajo sus pies. Lúmina se volvió seria. «Es la sombra del Señor Tenebris, el villano que quiere sumergir Luminaria en la oscuridad eterna. Él ha robado la Fuente de la Luz, la esencia que mantiene vivo este reino. Si no la recuperamos, todo desaparecerá.»

Midori sintió que su corazón latía con fuerza. Por un lado, las ganas de escapar de sus preocupaciones se mezclaban con el miedo de enfrentar algo tan grande. Pero también, había algo dentro de ella que sabía que debía intentarlo. Sin pensarlo mucho, asintió. «Entonces, díganme qué hacer.»

Así empezó la aventura de Midori en Luminaria. Lúmina la llevó a un claro donde se juntaron otros habitantes mágicos del bosque: un elfo llamado Eren, cuyas orejas puntiagudas sobresalían de su cabello verde y cuya habilidad con el arco era legendaria; una criatura mitad lobo, mitad águila, llamada Skylar, que podía volar y tenía un olfato infalible; y Melina, una joven maga con poderes para controlar el agua y la luz.

Midori los miró uno por uno, agradecida por no estar sola. Cada uno tenía una historia, una razón para luchar contra la oscuridad y recuperar la paz. Pronto aprendió a confiar en sus amigos y, poco a poco, descubrió que ella misma tenía habilidades mágicas escondidas. Podía convocar pequeñas chispas de luz, un poder que, sin saberlo, había llevado consigo desde su mundo.

El grupo emprendió su viaje hacia la Montaña Esmeralda, donde se rumoreaba que el Señor Tenebris había escondido la Fuente de la Luz. El camino no fue fácil. Se enfrentaron a sombras que buscaban atraparlos, a caminos enredados que simulaban laberintos, y a criaturas solitarias con corazones rotos por la oscuridad que intentaban impedir su avance.

En sus momentos de descanso, Midori sentía que ese mundo le enseñaba más que una simple aventura. Aprendió sobre la amistad verdadera, la importancia de ayudar a otros y, sobre todo, a no rendirse ante las dificultades. Cada éxito daba esperanza, pero también alertaba a Tenebris, cuyos ataques eran cada vez más fuertes y temibles.

Una noche, mientras acampaban a la luz de la luna, Midori escuchó una historia que Eren le contó sobre el origen de la Fuente de la Luz. «Esta fuente representa el poder de la bondad y los sueños de quienes creemos en un mundo mejor. Es por eso que el Señor Tenebris la quiere. Si la destruye, no solo apagaría la luz de Luminaria, sino también la esperanza en otros mundos.»

Estas palabras hicieron que Midori se sintiera aún más decidida a proteger ese lugar y su propia fuerza interior. Al día siguiente, llegaron a un valle cubierto por una niebla plateada. Allí, edificios antiguos cubiertos de enredaderas parecían flotar entre la bruma. Era el corazón del territorio de Tenebris.

Con cautela, el grupo avanzó, hasta que Lúmina usó su magia para iluminar el sendero y el grupo vio la entrada a la cueva donde se encontraba la Fuente. Pero antes de que pusieran un pie dentro, un rugido estremecedor los detuvo. Era el Señor Tenebris, una figura enorme, oscura, con ojos rojos brillantes y un manto de sombras que parecía engullir todo a su alrededor.

Midori sintió miedo, pero recordó a sus amigos y la razón por la que habían llegado hasta allí. Juntos, formaron un círculo y unieron sus fuerzas. Melina combinó el poder del agua con la luz, Skylar atacó desde el aire con garras brillantes, Eren disparó flechas centelleantes, y Lúmina creó un escudo que protegía a todos. Midori, con toda su valentía, juntó las chispas que podía crear y las dirigió hacia Tenebris.

La batalla fue difícil y agotadora, pero el trabajo en equipo y la fe en la luz vencieron finalmente a la oscuridad. El Señor Tenebris, atrapado en una red de luces puras, se desvaneció en un suspiro de sombras. La Fuente de la Luz volvió a brillar con fuerza, y Luminaria comenzó a recuperar su esplendor. Los árboles brillaron más intensamente, los ríos resplandecieron y el canto de los pájaros volvió a llenar el aire.

Midori sintió una inmensa alegría y paz. Había salvado no solo un mundo mágico, sino también una parte de sí misma que había creído perdida. Lúmina le habló con una sonrisa: «Gracias a ti, Midori, el equilibrio ha sido restaurado. Ahora puedes regresar cuando quieras, pero recuerda que el poder de la luz siempre estará contigo.»

En ese instante, una luz suave envolvió a Midori, y en un parpadeo, estaba de nuevo en su habitación, con el teléfono en sus manos y su almohada esperándola. Pero algo había cambiado dentro de ella. No solo había vivido una aventura extraordinaria, sino que había descubierto que sus propias fuerzas y su capacidad para soñar podían transformar cualquier situación difícil.

Midori sonrió mientras apagaba la pantalla y se recostaba. Sabía que cada vez que necesitara un poco de luz, de esperanza y valentía, podría volver a ese mundo mágico con solo abrir un libro o mirar una pantalla.

Y así, entendió que, aunque la vida real tuviera sus momentos complicados, dentro de ella existía un reino de fantasía y coraje que jamás dejaría de brillar. Porque, a veces, las aventuras más grandes suceden en el lugar donde menos las esperamos… y sobre todo, en nuestro propio corazón.

Con esta certeza, Midori finalmente cerró los ojos y permitió que el sueño la llevara, tranquila y libre, hacia nuevas historias por descubrir.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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