Cuentos de Hadas

El Jardín de los Sueños Esquecidos Donde las Flores de la Imaginación Florecen en la Oscuridad de los Recuerdos Perdidos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En la tierra de los sueños, donde el cielo siempre estaba pintado de colores suaves y las nubes parecían algodón dulce, existía un bosque mágico. En ese bosque, los árboles cantaban melodías suaves que el viento llevaba como una canción de nana y las luciérnagas tejían luces mágicas que parecían estrellas pequeñas bailando en la oscuridad. Allí vivía una pequeña hada llamada Lila. Lila tenía alas brillantes, del color del arcoíris después de la lluvia, y un corazón tan dulce como el néctar de las flores del bosque.

Lila era la encargada de cuidar un lugar muy especial: el Jardín de los Sueños Olvidados. Ese jardín no era como los demás; sus flores no crecían con agua ni con sol, sino con los recuerdos que las personas olvidaban cuando dormían y soñaban. Los sueños que nadie recordaba, los que se perdían entre la mañana y la noche, florecían en ese jardín en forma de flores brillantes y mariposas de muchos colores. Cada flor tenía un brillo distinto y cada mariposa tenía un aleteo tan suave que parecía una caricia al corazón.

Pero aunque el jardín era hermoso y mágico, Lila a veces se sentía triste. «¿De qué sirve cuidar estos sueños si nadie los recuerda?», pensaba mientras regaba las flores con su pequeña regadera dorada. «Si nadie aplaude mi trabajo, ¿para qué hacerlo?» Se sentaba en una hoja grande, mirando las flores de colores titilar bajo la luz de la luna, sintiendo que su labor no era importante para ningún ser.

Un día, mientras Lila caminaba entre las flores, regando con mucho cuidado cada una para que sus colores no se apagasen, escuchó un suave llanto que parecía venir de entre las ramas de un arbusto. Lila se detuvo, muy atenta, y siguió el sonido delicado hasta encontrar una telaraña brillante en la que una pequeña mariposa de alas doradas estaba atrapada. Sus alas relucían como el sol y sus ojos eran tan grandes y tristes que Lila sintió que debía ayudarla.

—No te preocupes, pequeña —dijo Lila con voz dulce—. Te sacaré de aquí.

Con mucho cuidado, usando un ligero soplo de viento mágico y sus manos diminutas, Lila liberó a la mariposa dorada de la telaraña. La mariposa agitó suavemente sus alas y, para agradecer, le habló con una voz cristalina:

—Gracias, pequeña hada. Yo soy un sueño olvidado, un deseo muy dulce de una niña que siempre quiso volar como las aves del cielo. Sin este jardín, desaparecería para siempre, y con él, el recuerdo de ese anhelo tan especial.

Lila se sorprendió mucho. No había pensado que los sueños olvidados fueran tan importantes. La mariposa dorada voló alrededor de ella, mostrando con alegría sus alas fulgurantes.

—¿Ves? —dijo la mariposa—. Cada sueño en este jardín es una historia, un deseo, un sentimiento que alguien, en algún momento, tuvo en su corazón. Si no los cuidamos, se irán para siempre.

Lila miró el jardín con otros ojos y decidió que debía conocer cada uno de los sueños que cuidaba. Empezó a caminar entre las flores y mariposas, tocando sus pétalos y sus alas para sentir la magia que guardaban. Pronto encontró una flor de color azul brillante, y al acercarse pudo escuchar una pequeña voz cantar una canción dulce. Era una canción de amistad, llena de risas y abrazos.

Luego vio una mariposa con alas que parecían estar pintadas de colores de aventura. Esa mariposa le contó historias de niños que soñaron con explorar bosques encantados y volar en barcos de nubes. Lila sentía cómo su corazón se llenaba de alegría al conocer cada uno de esos sueños.

Más adelante, un grupo de flores rojas y doradas titilaban con fuerza. Cuando se acercó, sintió que esas flores representaban el deseo de ser valiente. Eran sueños de niñas y niños que habían querido enfrentar sus miedos y recorrer caminos nuevos sin temor. Lila comprendió entonces que su trabajo era muy valioso, pues guardaba no solo recuerdos, sino esperanzas y fuerzas que podían crecer un día, quizás cuando alguien volviera a soñar con ellas.

Mientras caminaba, una voz dulce la llamó:

—Hola, Lila.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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