Cuentos de Hadas

La Aventura de Erick, Ashley y Luana

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de un bosque encantado, vivían tres amigos inseparables: Erick, un valiente chico de cabello castaño y ojos curiosos; Ashley, una alegre niña de cabello rubio y sonrisa siempre presente; y Luana, una mágica hada con alas brillantes y un vestido verde esmeralda. El bosque que rodeaba el pueblo estaba lleno de maravillas y peligros, y los tres amigos lo conocían como la palma de sus manos.

Un día, mientras jugaban cerca del lago de los Lirios Mágicos, encontraron un viejo pergamino parcialmente enterrado en la arena. Erick lo recogió y lo desenrolló con cuidado. «¡Miren esto!» exclamó, mostrando el mapa a sus amigos. En el pergamino se veía un camino que conducía a un lugar llamado la Cueva del Destino.

«¿Qué será la Cueva del Destino?» preguntó Ashley con curiosidad.

«No lo sé, pero parece una aventura emocionante,» dijo Luana, agitando sus alas con entusiasmo. «¡Vamos a descubrirlo!»

Los tres amigos se pusieron en marcha, siguiendo las indicaciones del mapa. El camino los llevó a través de praderas llenas de flores que cambiaban de color, bosques donde los árboles susurraban historias antiguas, y ríos con aguas tan cristalinas que podían ver los peces nadar a su alrededor.

La primera parte del viaje fue divertida y llena de risas. Jugaron a adivinar los nombres de las criaturas mágicas que veían y a lanzar piedras planas en el río para ver quién conseguía más saltos. Pero pronto, el camino empezó a ser más difícil. Tuvieron que cruzar un puente de cuerda sobre un cañón profundo y, aunque todos sentían un poco de miedo, Erick tomó la delantera para darles valor. «No se preocupen, yo los guiaré,» dijo con una sonrisa, y poco a poco, todos cruzaron sanos y salvos.

Más adelante, encontraron una gran muralla de zarzas que les bloqueaba el paso. Luana utilizó su magia para hacer que las zarzas se apartaran, creando un túnel por el que pudieron pasar. «Nunca había usado tanta magia antes,» dijo Luana, sintiendo una mezcla de cansancio y orgullo.

Finalmente, llegaron a la entrada de la Cueva del Destino. La entrada estaba custodiada por una enorme puerta de piedra con inscripciones antiguas. Erick, Ashley y Luana se miraron, sabiendo que dentro de esa cueva les esperaban más desafíos, pero también grandes descubrimientos.

Entraron con cuidado, iluminando su camino con una lámpara mágica que Luana había traído. La cueva estaba llena de estalactitas y estalagmitas que brillaban como diamantes. Avanzaron hasta llegar a una gran sala donde, en el centro, había un pedestal con un cofre antiguo.

«¡Lo encontramos!» exclamó Ashley con emoción, pero justo cuando se acercaron al cofre, el suelo comenzó a temblar. De las sombras emergió un enorme dragón de escamas negras y ojos rojos. «¿Quién osa entrar en mi dominio?» rugió el dragón.

Erick dio un paso adelante, su voz firme pero respetuosa. «Somos exploradores en busca de la verdad. No venimos a robar ni a hacer daño.»

El dragón observó a los tres amigos con interés. «Muchos han venido antes que ustedes, pero pocos han mostrado tal valor y sinceridad. Les permitiré abrir el cofre, pero deben demostrarme que son dignos de su contenido.»

El dragón les planteó un enigma: «En el cofre hay un tesoro que solo puede ser visto por aquellos con corazones puros y valientes. Deben mostrarme una prueba de su amistad y lealtad.»

Erick, Ashley y Luana se miraron y sonrieron. Sabían exactamente lo que debían hacer. Cada uno de ellos sacó un pequeño objeto que había traído: Erick tenía una piedra que Ashley le había dado en su cumpleaños, Ashley tenía una pluma que Luana le había regalado en una de sus aventuras, y Luana tenía una hoja dorada que Erick había encontrado para ella en el bosque encantado.

Colocaron los objetos sobre el pedestal y, al instante, el cofre se abrió, revelando una luz brillante que iluminó toda la cueva. Dentro del cofre no había oro ni joyas, sino un espejo mágico que mostraba a los tres amigos riendo y disfrutando juntos. «El verdadero tesoro es su amistad,» dijo el dragón con una sonrisa. «Recuerden siempre el valor de estar unidos y apoyarse mutuamente.»

Satisfechos y llenos de alegría, los tres amigos agradecieron al dragón y salieron de la cueva. El sol comenzaba a ponerse y el bosque se llenaba de colores cálidos. Sabían que habían vivido una aventura inolvidable y que su amistad era más fuerte que nunca.

Al regresar al pueblo, contaron su historia a todos los habitantes, quienes los recibieron con aplausos y vítores. La aventura de Erick, Ashley y Luana se convirtió en una leyenda en el pueblo, recordada por generaciones como un ejemplo de valor, amistad y amor verdadero.

Y así, con el corazón lleno de felicidad y un sinfín de historias por vivir, los tres amigos siguieron explorando, sabiendo que, mientras estuvieran juntos, ninguna aventura sería demasiado peligrosa ni ningún reto demasiado grande.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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