Cuentos de Hadas

La Noche Mágica en el Pantano

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un mágico bosque, donde la luna brillaba como un faro en la oscuridad, vivían cinco amigos muy especiales: un duende llamado Pipo, una bruja simpática llamada Morgana, una araña juguetona llamada Triki, un murciélago travieso llamado Lucho y un conejo curioso llamado Niko. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad, pero lo que los unía era su alegría y su amor por las aventuras.

Una noche, mientras la luna iluminaba el bosque, Pipo decidió que era el momento de hacer algo emocionante. Con su gorro verde brillante, se acercó a sus amigos que estaban reunidos cerca de un charco que reflejaba la luz de la luna.

—¡Hola, amigos! —saludó Pipo con entusiasmo—. ¿Qué les parece si hacemos un hechizo especial esta noche?

Morgana, que siempre estaba dispuesta a ayudar, levantó una ceja con curiosidad.

—¿Un hechizo? ¿De qué se trata, Pipo?

—¡Vamos a hacer un hechizo para traer alegría a todo el pantano! He estado pensando que podría ser divertido llenar el lugar con luces y risas —dijo el duende, emocionado.

Lucho, el murciélago, aplaudió con sus pequeñas alas.

—¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo lo haremos?

Pipo sonrió y se inclinó hacia Morgana.

—Creo que necesitas usar tu caldero mágico, Morgana. Con un poco de polvo de estrellas y algunas hierbas mágicas, podríamos hacer una poción que ilumine el pantano.

Morgana se rió, encantada con la idea.

—¡Claro! Pero primero, necesitamos reunir todos los ingredientes. ¿Quién se ofrece a ayudarme a buscar?

Triki, la araña, movió sus patas emocionada.

—¡Yo iré! Siempre es divertido explorar y tejer nuevas telarañas en los árboles.

—¡Perfecto! —dijo Morgana—. Niko, ¿puedes ayudarme a recolectar flores brillantes? Son esenciales para la poción.

El conejo asintió, saltando con alegría.

—¡Sí! ¡Me encantan las flores! ¡Voy a buscar las más coloridas!

Con todos los planes listos, los amigos se dispersaron en el bosque. Pipo se quedó con Morgana, ayudándola a reunir todo lo que necesitaban para el hechizo. Mientras Morgana preparaba su caldero, Pipo observó cómo el fuego mágico se encendía bajo él.

—Este lugar es tan misterioso y hermoso —dijo Pipo, mirando a su alrededor—. ¡La luna hace que todo se vea mágico!

Morgana sonrió mientras añadía algunos ingredientes al caldero.

—Sí, la luna tiene un poder especial. Y con nuestro hechizo, iluminaremos el pantano, ¡y todo será aún más mágico!

Mientras tanto, Niko y Triki estaban en el jardín del bosque, recolectando flores brillantes. Las flores eran de colores vibrantes, desde el azul profundo hasta el rosa brillante.

—Mira, Niko, esta flor parece brillar con la luz de la luna —dijo Triki, apuntando con una de sus patas.

—¡Es hermosa! —exclamó Niko—. ¡La llevaremos a Morgana!

Una vez que tuvieron suficientes flores, corrieron de regreso al lugar donde Morgana y Pipo estaban trabajando. Allí, Lucho se unió a ellos, volando bajo y saludando a sus amigos.

—¡Estoy de vuelta! —anunció Lucho—. Traje un poco de polvo de estrellas que encontré en la cima de la colina.

—¡Perfecto! —dijo Morgana, emocionada—. Ahora, pongamos todo junto en el caldero.

Con cada ingrediente que añadían, el caldero emitía luces brillantes y chispeantes. Los amigos se sentaron alrededor, observando cómo la mezcla comenzaba a burbujear. La mezcla se volvía de un color dorado radiante.

—¡Esto va a ser increíble! —gritó Pipo, saltando de emoción.

Finalmente, Morgana agitó su varita mágica sobre el caldero y pronunció las palabras del hechizo. Al instante, una luz brillante llenó el pantano, y las criaturas que vivían allí comenzaron a asomarse, intrigadas por la luz.

De repente, del caldero salió una oleada de luces que se dispersaron por todo el pantano, iluminando cada rincón. Los árboles comenzaron a brillar y las flores a cantar. La oscuridad se disipó, y el pantano se transformó en un lugar de maravillas.

—¡Lo logramos! —exclamó Niko, brincando de alegría.

Pipo y Triki comenzaron a bailar entre las luces, mientras Lucho volaba alto, disfrutando del espectáculo. Morgana sonrió satisfecha, viendo a sus amigos felices.

Pero mientras la diversión continuaba, una sombra se deslizó por el pantano. Era un gran cocodrilo que había estado observando todo desde su escondite. Se sentía molesto por la felicidad de los demás.

—¿Qué están haciendo aquí? —gruñó el cocodrilo, con una voz profunda y grave—. Este es mi territorio.

Los amigos se detuvieron, sorprendidos. Nunca habían visto al cocodrilo tan cerca. Era enorme, con escamas verdes y ojos que brillaban con desdén.

—Estamos celebrando la luz y la amistad en el pantano —dijo Morgana, alzando la voz—. Queremos compartir esta alegría contigo.

El cocodrilo frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—No necesito su alegría. La oscuridad es mi hogar.

Niko, siempre curioso, se acercó al cocodrilo con valentía.

—Pero, ¿no te gustaría disfrutar de la fiesta? Todos están felices, y la luz hace que todo se vea hermoso.

El cocodrilo parpadeó, sorprendido por la sinceridad del pequeño conejo. Sin embargo, seguía sintiéndose reacio.

—No sé… No estoy acostumbrado a esto.

Pipo dio un paso adelante y, con una sonrisa, le dijo:

—¡Podemos mostrarte lo divertido que es! ¡Ven y únete a nosotros! Tal vez encuentres que la luz no es tan mala.

Después de un momento de reflexión, el cocodrilo, que aún dudaba, finalmente asintió.

—Está bien, lo intentaré. Pero no prometo que me guste.

Con un poco de timidez, el cocodrilo se unió a la celebración. Al principio, se mantuvo apartado, observando cómo los amigos bailaban y reían. Pero poco a poco, se dejó llevar por la alegría del momento.

Los amigos lo invitaron a unirse a los juegos. Aunque al principio estaba torpe, rápidamente comenzó a disfrutar. Cuando comenzó a moverse con la música, incluso el cocodrilo sonrió.

—Esto es… divertido —admitió, sorprendido por su propia reacción.

A medida que la noche avanzaba, todos se unieron en una danza, riendo y disfrutando de la compañía. Morgana, Pipo, Lucho, Triki y Niko se dieron cuenta de que, a pesar de las diferencias, todos podían disfrutar de la luz y la amistad. El cocodrilo, que antes había sido un extraño en la oscuridad, se convirtió en un valioso amigo.

La luna brillaba con más intensidad, iluminando el pantano lleno de risas y alegría. Los amigos continuaron celebrando hasta que el sol comenzó a asomarse en el horizonte, llenando el cielo de colores cálidos y brillantes. La luz del día traía consigo un nuevo comienzo.

Al final de la fiesta, el cocodrilo se volvió hacia sus nuevos amigos.

—Gracias por mostrarme lo que significa la amistad y la alegría. Nunca imaginé que podría disfrutar de algo así.

Morgana sonrió y respondió:

—La luz siempre estará disponible para quienes estén dispuestos a abrir su corazón. ¡Y siempre serás bienvenido a unirte a nuestras aventuras!

Así, el pantano se convirtió en un lugar donde todos se sentían aceptados, independientemente de sus diferencias. Morgana, Pipo, Lucho, Triki, Niko y el cocodrilo formaron un grupo unido, listo para enfrentar nuevas aventuras juntos.

Desde ese día, cada luna llena, se reunían en el pantano para celebrar su amistad y recordar cómo la luz puede transformar incluso los corazones más oscuros. Las risas resonaban en el bosque, y el pantano, una vez solitario y sombrío, se convirtió en un lugar mágico lleno de amor y camaradería.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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