Cuentos de Humor

El Secreto del Frasco Encantado de la Tita Raquel

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un mundo lleno de colores y risas, una niña llamada Raquel. Raquel era muy curiosa y tenía una sonrisa brillante como el sol. En su pequeño pueblo, todos la conocían por su risa contagiosa y por su amor a las aventuras. Un día, mientras exploraba el jardín de su abuela, encontró un frasco hermoso, cubierto de purpurina, que brillaba con la luz del sol. Era un frasco pequeño, pero lo que había dentro parecía ser un gran secreto.

Raquel, emocionada, corrió a casa de su mejor amiga, la Reina de la Purpurina Alva. Ella era una niña especial; siempre llevaba algo de purpurina en su cabello y sus ropas, y le encantaba hacer magia. Juntas, eran un par de amigas inseparables. La Reina de la Purpurina Alva tenía el poder de hacer que la purpurina brillara más intensamente cuando estaba feliz, y esa tarde, Raquel estaba segura de que Alva se pondría muy contenta al escuchar su hallazgo.

Cuando Raquel llegó a la casa de Alva, encontró a su amiga jugando en el jardín. – ¡Alva! ¡Mira lo que encontré! – gritó Raquel, agitando el frasco frente a ella.

Alva se acercó rápidamente, sus ojos brillando con curiosidad. – ¡Qué hermoso frasco! ¿Qué hay dentro? – preguntó. Raquel, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo: – No lo sé, pero creo que deberíamos abrirlo.

Ambas niñas estaban tan emocionadas que decidieron que lo mejor sería abrirlo juntas. Con manos temblorosas, Raquel destapó el frasco y, de repente, una nube de purpurina salió volando en círculos alrededor de ellas. La purpurina comenzó a brillar y a danzar en el aire, como si tuviera vida propia. Las risas de las niñas se mezclaron con el brillo del polvo mágico.

Cuando la purpurina se asentó, el frasco reveló un muy pequeño y gracioso duende llamado Pipo. Era de tamaño diminuto con un gorro puntiagudo y una gran sonrisa. Se rió y dijo: – ¡Hola, chicas! Gracias por liberarme. He estado atrapado en este frasco desde hace mucho tiempo.

Raquel y Alva se miraron sorprendidas, ¡nunca habían visto un duende! – ¿Qué puedes hacer? – preguntó Alva, mientras se llenaba de emoción. Pipo se frotó las manos y decía: – ¡Puedo hacer magia! Pero, sobre todo, puedo hacer cosas divertidas. ¡Soy un experto en chistes!

Raquel y Alva no podían creerlo. – ¿Tienes un chiste para nosotras? – le preguntaron al unísono. Pipo sonrió y dijo: – ¡Claro! Aquí va: ¿Por qué el libro de matemáticas estaba estresado? ¡Porque tenía demasiados problemas!

Ambas niñas estallaron en carcajadas. – ¡Es muy bueno! – dijo Raquel, mientras se retorcía de risa. Alva estaba tan feliz que la purpurina en su cabello empezaba a brillar aún más intensamente. – Cuéntanos otro, Pipo, por favor – pidió Alva con una sonrisa.

Pipo sacudió su gorro con doquiles y exclamó: – ¡De acuerdo! Aquí va otro: ¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba!

Las risas resonaron entre los árboles del jardín. Las niñas estaban encantadas con su nuevo amigo y le pidieron que se quedara con ellas un rato más. – ¡Claro que sí! – respondió Pipo. – ¡Hay más diversión por venir!

Así, los tres comenzaron a jugar en el jardín. Pipo les enseñó juegos que causaban mucha risa, como hacer carreras con sacos y saltos divertidos. De repente, mientras estaban inmersos en su diversión, Pipo dijo: – ¡Tengo un reto! La próxima vez que alguien me cuente un chiste mejor que los míos, ¡le daré un deseo mágico!

Raquel y Alva miraron preocupadas, pero decidieron que lo intentarían. En su mente, pensaban en el mejor chiste que conocieran. Pasó un rato y de repente, Alva exclamó: – ¡Ya tengo uno! ¿Por qué los pájaros no usan Facebook? ¡Porque ya tienen Twitter!

Pipo agachó la cabeza, muy divertido por el ingenio de Alva. – ¡Ese estuvo bueno! – reconoció. Pero todavía no era suficiente. – Necesito algo más gracioso – dijo, con una sonrisa y un guiño.

Raquel pensó y pensó mientras su amiga le decía que debía intentar. De repente, ella gritó: – ¡Lo tengo! ¿Qué le dice una iguana a su hermana gemela? ¡Iguanita!

Pipo se retorció de risa y finalmente dijo: – ¡Ese fue el mejor chiste que he escuchado en mi vida! ¡Te lo mereces! – Entonces, hizo un gesto mágico con su mano y una luz brillante rodeó a Raquel. – ¿Qué deseas?

Raquel pensó en todos los lugares que le gustaría visitar, pero luego recordó que su mayor deseo era hacer sonreír a las personas. – Quiero que cada día, todos en el pueblo se sientan felices y sonrían al despertar – dijo con firmeza.

Pipo sonrió y dijo: – ¡Hecho! Desde hoy, siempre habrá algo que haga reír a todos en el pueblo. ¡Ahora todos se llevarán bien y se harán reír entre sí!

Con un chasquido de sus dedos, Pipo hizo aparecer en el cielo un arcoíris lleno de colores y alegría. Raquel y Alva saltaron de felicidad, pero más que eso, supieron que sus risas y amistad fueron las cosas más importantes del mundo.

Months later, en el pueblo, la gente comenzó a reírse cada mañana al ver el arco iris. Cada día se organizaban juegos y chistes por doquier. Raquel y Alva, junto con Pipo, ayudaron a crear un mundo donde la felicidad reinaba como un bello jardín.

Desde entonces, las risas nunca faltaron, y cuando Raquel recordaba a su nuevo amigo el duende, siempre sonreía, pensando que el verdadero secreto no era solo el frasco encantado, sino el poder de hacer reír y compartir alegría con sus amigos. Y así, aprendieron que la risa es la mejor magia de todas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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