Había una vez una niña llamada Florencia. Florencia era una niña muy curiosa y alegre, con el cabello corto y marrón, y unos ojos azules brillantes como el cielo. Un día, mientras Florencia estaba en el baño cepillándose los dientes, notó algo extraño. Uno de sus dientes de leche estaba muy suelto. «¡Mamá, mamá!» gritó Florencia, corriendo hacia la cocina donde su mamá estaba preparando el desayuno.
Su mamá, una mujer alta con cabello largo y marrón y ojos verdes, dejó lo que estaba haciendo y miró a Florencia con una sonrisa. «¿Qué pasa, mi amor?»
«Mamá, mi diente está a punto de caerse,» dijo Florencia, abriendo la boca para mostrarle el diente suelto.
La mamá de Florencia se inclinó para mirar más de cerca y dijo, «¡Oh, qué emocionante! Estás a punto de perder tu primer diente de leche. Pronto vendrá el Ratoncito Pérez a buscarlo y dejará una sorpresa para ti.»
Florencia se emocionó al escuchar esto, pero también estaba un poco nerviosa. «Mamá, ¿y si no me vuelve a salir otro diente? ¿Y si me quedo sin dientes para siempre?»
Su mamá rió suavemente y le dijo, «No te preocupes, Florencia. Los dientes de leche se caen para dar lugar a los dientes permanentes. Es una parte natural de crecer. Ahora, vamos a terminar de cepillarte los dientes.»
Florencia asintió y volvió al baño, pero no podía dejar de pensar en su diente suelto. Durante todo el día, se lo movía con la lengua, sintiendo cómo estaba a punto de caer. En la escuela, mostró su diente suelto a todos sus amigos, quienes también estaban emocionados por ella.
Esa noche, Florencia estaba en la cama, lista para dormir, cuando de repente sintió algo extraño en la boca. Tocó su diente con la lengua y se dio cuenta de que ya no estaba. «¡Mamá, se cayó!» gritó, corriendo hacia la habitación de su mamá con el diente en la mano.
«¡Felicidades, Florencia!» dijo su mamá, abrazándola. «Ahora ponlo debajo de tu almohada y el Ratoncito Pérez vendrá a buscarlo.»
Florencia hizo exactamente eso. Puso el diente debajo de su almohada y se durmió, soñando con lo que podría encontrar por la mañana.
Al día siguiente, Florencia despertó y, con gran emoción, levantó su almohada. Allí, en lugar de su diente, había una moneda brillante. «¡Gracias, Ratoncito Pérez!» dijo en voz alta, sosteniendo la moneda.
Durante los días siguientes, Florencia no podía dejar de sonreír, mostrando orgullosa el espacio donde solía estar su diente. Pero después de unos días, comenzó a preocuparse. «Mamá, ¿cuándo me saldrá un diente nuevo?» preguntó.
«Pronto, mi amor,» respondió su mamá. «Los dientes permanentes tardan un poco en salir, pero no te preocupes. Mientras tanto, puedes disfrutar de tu sonrisa con espacio.»
Florencia trató de no preocuparse, pero cada vez que se miraba en el espejo, se preguntaba si su diente nuevo tardaría mucho en aparecer. Una noche, mientras estaba en la cama, decidió escribir una carta al Ratoncito Pérez.
«Querido Ratoncito Pérez,
Gracias por la moneda que me dejaste. Estoy muy contenta con ella. Pero estoy un poco preocupada porque mi diente nuevo no ha salido todavía. ¿Podrías decirme cuánto tiempo más tengo que esperar?
Con cariño, Florencia.»
Florencia dejó la carta debajo de su almohada esa noche. A la mañana siguiente, encontró una pequeña nota escrita con una letra diminuta.
«Querida Florencia,
No te preocupes por tu diente nuevo. Los dientes permanentes tardan un poco en salir, pero cuando lo hagan, serán muy fuertes y hermosos. Ten paciencia y sigue sonriendo.
Con cariño, Ratoncito Pérez.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.