En un pequeño pueblo lleno de flores y árboles verdes, vivían cinco amigos que adoraban jugar al fútbol. Sus nombres eran Shiro, Maru Chan, Eren, Levi y Ash. Cada tarde, después de la escuela, se reunían en el parque del vecindario, donde había una gran cancha de fútbol. Era su lugar favorito, lleno de risas y aventuras.
Un día soleado, los amigos decidieron que era hora de organizar un gran partido de fútbol. “¡Vamos a jugar el mejor partido del año!”, exclamó Shiro, saltando de emoción. “Sí, ¡será divertido!”, agregó Maru Chan, moviendo su cabello en dos coletas. Eren, que siempre llevaba su balón de fútbol, dijo: “No olvidemos que tenemos que hacer un gran equipo”. Levi, con una sonrisa confiada, respondió: “No se preocupen, yo seré el capitán y seremos invencibles”.
Ash, el más pequeño del grupo, miró a sus amigos con ojos brillantes. “¡Yo también quiero ser parte del equipo!”, dijo con entusiasmo. Los demás rieron y le dieron palmaditas en la cabeza. “Claro, Ash, eres uno de nosotros”, dijo Maru Chan.
Antes de comenzar el partido, se dieron cuenta de que necesitaban más jugadores. “¡Vamos a invitar a los otros niños del vecindario!”, sugirió Eren. Así que, llenos de energía, los cinco amigos fueron de casa en casa, llamando a sus compañeros para que se unieran al juego.
Uno a uno, los niños se unieron a ellos, hasta que finalmente hubo un gran grupo listo para jugar. La emoción en el aire era contagiosa. “¡Comencemos el partido!”, gritó Levi, haciendo sonar el silbato que había traído. Los niños se colocaron en sus posiciones, listos para jugar.
El partido comenzó con mucha energía. Shiro corría por el campo con el balón, esquivando a sus amigos como si fueran obstáculos. “¡Mira, aquí voy!”, gritó mientras hacía un giro impresionante. Pero de repente, tropezó y cayó al suelo. Todos los niños se detuvieron y comenzaron a reír. “¡Eso fue un gran salto, Shiro!”, dijo Maru Chan, mientras ayudaba a su amigo a levantarse.
“No te preocupes, Shiro, todos nos caemos a veces”, dijo Eren, sonriendo. Max, un niño del vecindario que se había unido al juego, se acercó y dijo: “¡Eso fue increíble! ¡Tienes que intentarlo de nuevo!”.
Animado por sus amigos, Shiro se levantó y volvió a la acción. Esta vez, estaba decidido a hacerlo bien. Corrió, pasó el balón a Eren, quien rápidamente hizo un pase a Levi. Levi, con su gran habilidad, disparó hacia la portería y… ¡gol! La multitud de amigos estalló en vítores y aplausos. “¡Increíble, Levi!”, gritaron todos.
Con el juego en marcha, la diversión no se detuvo. Ash, que era pequeño pero muy rápido, se convirtió en el mejor defensor del equipo. Cada vez que un niño del equipo contrario intentaba pasar, Ash corría y lo detenía con su energía. “¡No podrás pasar!”, gritaba mientras reía y saltaba.
Después de un rato, decidieron hacer una pausa. Se sentaron en el césped, respirando profundo, con el corazón latiendo rápido por la emoción. “Esto es lo mejor que hemos hecho”, dijo Maru Chan, mientras tomaba un sorbo de agua. “Sí, deberíamos hacerlo más a menudo”, agregó Eren.
Mientras descansaban, Shiro tuvo una idea. “¿Qué tal si hacemos una competencia de habilidades después del partido? Podemos ver quién puede hacer el mejor tiro o el mejor regate”, sugirió. Todos estuvieron de acuerdo, emocionados por la idea.
Así que, después de unos minutos de descanso, comenzaron la competencia de habilidades. Primero, hicieron una ronda de tiros al arco. Cada uno intentó anotar de diferentes maneras, desde disparos potentes hasta tiros con efecto. Las risas llenaron el aire mientras se animaban mutuamente. “¡Vamos, Ash, tú puedes hacerlo!”, gritó Levi.
Luego, llegó el turno de los regateos. Cada niño tuvo que mostrar su habilidad para manejar el balón. Luna, un perro del vecindario que siempre los acompañaba, se unió a la diversión y corrió tras el balón, causando risas y alboroto. “¡Luna también quiere jugar!”, gritó Eren, riendo mientras el perro intentaba atrapar el balón.
La competencia fue muy reñida, pero al final, todos fueron declarados ganadores. “La verdadera victoria es la diversión que tuvimos juntos”, dijo Kǎ Luó Lái Nà Zhōu mientras todos aplaudían. Cada uno se sintió como un campeón, y el sentido de amistad creció aún más fuerte.
Al caer la tarde, los amigos decidieron que era hora de regresar a casa. Mientras caminaban juntos hacia sus casas, comentaban lo mucho que habían disfrutado el día. “Hoy fue un día increíble. Me encanta jugar al fútbol con ustedes”, dijo Shiro, sintiéndose más seguro y feliz.
Maru Chan sonrió. “¡Yo también! Y lo mejor es que hemos creado recuerdos juntos”.
Dānní’Ěr, mirando hacia el cielo anaranjado, agregó: “No hay nada mejor que jugar con amigos. La diversión se multiplica cuando estamos juntos”.
Ash, con su gran sonrisa, concluyó: “Y no olvidemos a Luna. ¡Ella fue la mejor jugadora de hoy!”. Todos rieron y miraron al perro que trotaba a su lado, feliz de ser parte del grupo.
Cuando llegaron a casa, Shiro se sintió agradecido. Aquel día no solo había jugado al fútbol, sino que había aprendido lo importante que es la amistad y la diversión compartida. “No puedo esperar a jugar de nuevo mañana”, pensó mientras entraba a su casa.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Shiro sonrió al recordar cada momento de su día. Sabía que al día siguiente habría más aventuras esperando, más risas y más fútbol con sus amigos. Y lo más importante, había encontrado una gran familia en sus amigos. Con ese pensamiento feliz, cerró los ojos y se quedó dormido, soñando con todos los partidos y aventuras que les esperaban.
Y así, Shiro, Maru Chan, Eren, Levi y Ash siguieron disfrutando de cada día, sabiendo que con amigos a su lado, cada momento podía convertirse en una gran aventura.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.