En un parque lleno de color y alegría, vivían dos grandes amigos: Gaby Carrizo y Ricardo Lombana. Gaby amaba pintar y Ricardo adoraba contar historias. Pero había algo muy curioso con Gaby: siempre que intentaba contar cuántas manzanas había pintado, terminaba inventando historias tan grandes como un elefante jugando a la rayuela.
Un día soleado, mientras Gaby pintaba manzanas rojas, verdes y amarillas en su gran hoja de papel, Ricardo se acercó sonriendo. «¿Cuántas manzanas has pintado, Gaby?» Preguntó Ricardo con curiosidad.
Gaby miró su dibujo, rascándose la cabeza. «Hmm, hay una manzana, dos elefantes y un cohete espacial», respondió, señalando su dibujo con seriedad.
Ricardo se rió, «¡Pero Gaby, los elefantes y los cohetes no son manzanas!» Y así, con una sonrisa, Ricardo tuvo una idea genial para enseñarle a Gaby sobre los números.
Juntos, buscaron piedras en el parque, cada una representando una manzana de los dibujos de Gaby. «Vamos a contar manzanas de verdad», dijo Ricardo, colocando las piedras en el suelo.
Con cada «manzana» que colocaba, Ricardo decía un número. «Uno, dos, tres…», y así hasta llegar a cinco. Gaby lo miraba, con los ojos abiertos de asombro, como si Ricardo hubiera hecho un truco de magia.
Después, para hacerlo aún más divertido, Ricardo trajo su caja de juguetes y encontró una pelota, un patito de goma, y un tren. «Cada juguete será una manzana», explicó. Juntos, lanzaron los juguetes al aire, riendo cada vez que decían «¡Otra manzana vuela!»
La tarde pasó entre juegos y risas, y Gaby aprendió a contar hasta cinco. Ahora, cada vez que pintaba, podía decir cuántas manzanas había en su dibujo, aunque a veces, solo por diversión, añadía un elefante o un cohete, recordando ese día especial con Ricardo.
Y así, en ese parque donde la imaginación y los números se encontraban, Gaby y Ricardo descubrieron que aprender puede ser la aventura más divertida de todas, especialmente cuando se comparte con un amigo.
Conclusión:
Esta historia, diseñada para capturar la atención de los más pequeñitos, utiliza la repetición, la simplicidad y elementos visuales para enseñar de manera divertida y accesible. La amistad de Gaby y Ricardo nos muestra cómo, con creatividad y humor, cualquier desafío puede convertirse en una oportunidad para aprender y jugar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.