Había una vez un pato llamado Pato Lucas que vivía en un hermoso estanque en el bosque. Pato Lucas era un pato muy curioso y siempre le gustaba explorar los alrededores. Cada mañana, al salir el sol, Pato Lucas estiraba sus alas, se zambullía en el agua fresca del estanque y nadaba felizmente alrededor de los lirios y juncos que decoraban su hogar.
Un día, mientras Pato Lucas nadaba y buscaba pececillos en el agua, escuchó a dos ranas conversando sobre un lugar misterioso llamado el Lago Encantado. Las ranas decían que el Lago Encantado estaba lleno de maravillas y criaturas asombrosas, y que aquellos que lo visitaban regresaban con historias increíbles y muchas aventuras para contar. Pato Lucas, con su gran curiosidad, decidió que tenía que encontrar ese lago y descubrir sus secretos.
Al día siguiente, Pato Lucas se despidió de sus amigos del estanque y emprendió su viaje hacia el Lago Encantado. Voló sobre campos y bosques, siempre manteniendo sus ojos bien abiertos en busca de cualquier señal del lago mágico. Durante su vuelo, Pato Lucas encontró a una mariposa llamada Margarita, quien le contó que el Lago Encantado estaba más allá de las colinas altas y que debía seguir volando hasta ver un gran roble solitario.
Pato Lucas agradeció a Margarita y continuó su viaje. Mientras volaba, disfrutaba de los paisajes cambiantes: prados llenos de flores, ríos serpenteantes y árboles frondosos. Después de varias horas, Pato Lucas divisó el gran roble solitario que Margarita había mencionado. Emocionado, aceleró su vuelo y finalmente llegó a un claro donde, en el centro, brillaba el Lago Encantado.
El lago era aún más hermoso de lo que Pato Lucas había imaginado. El agua era tan clara como el cristal y reflejaba los colores del cielo y los árboles circundantes. Había nenúfares gigantes flotando en la superficie y peces de colores nadando alegremente en el agua. Pato Lucas no podía contener su emoción y se zambulló de inmediato en el lago, disfrutando de la frescura y la belleza del lugar.
Mientras exploraba el lago, Pato Lucas se encontró con una tortuga anciana llamada Tula. Tula le contó que el Lago Encantado tenía muchos secretos y que no todos podían descubrirlos. Solo aquellos que eran valientes y curiosos, como Pato Lucas, podían encontrar las verdaderas maravillas del lago. Tula invitó a Pato Lucas a seguirla y juntos nadaron hacia una cueva escondida en uno de los rincones del lago.
Dentro de la cueva, Pato Lucas vio algo increíble: un tesoro de conchas brillantes, piedras preciosas y perlas de todos los colores. Tula le explicó que ese tesoro era un regalo del lago para aquellos que mostraban valentía y curiosidad. Pato Lucas estaba maravillado y agradeció a Tula por mostrarle el tesoro. Sabía que no necesitaba llevarse nada, pues la verdadera recompensa era haber vivido una gran aventura y haber hecho nuevos amigos.
Después de pasar un tiempo explorando el Lago Encantado y disfrutando de su belleza, Pato Lucas decidió que era hora de regresar a su hogar en el estanque. Se despidió de Tula y de los demás habitantes del lago, prometiendo regresar algún día para contarles nuevas historias de sus aventuras.
El vuelo de regreso fue tranquilo y Pato Lucas se sintió feliz y satisfecho. Había descubierto un lugar mágico y había aprendido mucho sobre la importancia de ser curioso y valiente. Cuando finalmente llegó a su estanque, sus amigos lo recibieron con alegría y curiosidad por escuchar sus historias.
Pato Lucas se posó en una roca y comenzó a contarles a todos sobre su viaje al Lago Encantado, describiendo cada detalle con entusiasmo y emoción. Los otros animales del estanque escuchaban con atención, maravillados por las aventuras de Pato Lucas.
Desde ese día, Pato Lucas se convirtió en un héroe para sus amigos, y todos esperaban con ansias escuchar más historias de sus futuras aventuras. Y así, el pato curioso y valiente siguió explorando nuevos lugares y viviendo emocionantes experiencias, siempre regresando a su hogar para compartir sus cuentos y alegrías con sus queridos amigos del estanque.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.