En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían tres grandes amigos llamados Lila, Hugo y Max. Les encantaba pasar sus tardes jugando en el parque, inventando historias de aventuras y exploraciones. Un día, mientras jugaban a ser astronautas, encontraron algo que cambiaría sus vidas para siempre: un cohete mágico escondido entre los árboles.
El cohete no era como cualquier otro. Era pequeño pero brillante, con luces de colores que parpadeaban y una puerta que se abría al acercarse. Lila, la más curiosa del grupo, fue la primera en acercarse.
—¡Miren esto! —exclamó, señalando al cohete—. ¡Parece un cohete de verdad!
Hugo, siempre el más valiente, dio un paso adelante y tocó la puerta, que se abrió automáticamente. Dentro del cohete había tres asientos, uno para cada uno de ellos, y una consola llena de botones y palancas.
—¡Vamos a explorar el espacio! —dijo Hugo, emocionado.
Max, el más práctico del grupo, miró a sus amigos y luego al cohete.
—¿Creen que funcione de verdad? —preguntó.
Sin dudarlo, los tres amigos subieron al cohete y se sentaron en los asientos. Apenas se acomodaron, la puerta se cerró y una voz robótica los saludó.
—Bienvenidos al Cohete Mágico. ¿A qué planeta les gustaría ir?
Lila, Hugo y Max se miraron con ojos brillantes. ¡Era una oportunidad única!
—¡Al planeta más colorido del universo! —pidió Lila.
El cohete empezó a vibrar y en cuestión de segundos, despegó hacia el espacio exterior. A través de la ventana, los amigos vieron cómo la Tierra se hacía cada vez más pequeña mientras se adentraban en el universo.
El viaje no duró mucho. Pronto, el cohete aterrizó en un planeta lleno de colores y criaturas asombrosas. Había árboles con hojas de arcoíris, ríos de agua dorada y flores que brillaban como estrellas.
—¡Este lugar es increíble! —dijo Max, maravillado.
Los tres amigos bajaron del cohete y comenzaron a explorar. Conocieron a una criatura llamada Lumina, que parecía un pequeño dragón con escamas que cambiaban de color.
—Bienvenidos a Colorín —dijo Lumina—. Este es el planeta de los colores. Aquí aprendemos sobre la belleza de la diversidad y la importancia de ser únicos.
Lila, Hugo y Max pasaron el día jugando con Lumina y sus amigos, aprendiendo sobre cómo cada color tenía su propio significado y cómo todos juntos formaban un mundo hermoso. Cuando llegó la hora de irse, Lumina les regaló una piedra brillante como recuerdo de su visita.
De regreso en el cohete, los amigos no podían esperar para ver qué más les deparaba el universo.
—¿Adónde vamos ahora? —preguntó Hugo.
—Al planeta más valiente del universo —respondió Max.
El cohete despegó nuevamente y, después de un breve viaje, aterrizó en un planeta cubierto de montañas y desiertos. Allí, conocieron a un grupo de pequeños seres llamados Valientes, que estaban enfrentando un gran desafío.
—Necesitamos tu ayuda —dijo uno de los Valientes—. Un dragón de fuego ha estado atacando nuestro pueblo y necesitamos encontrar una manera de ahuyentarlo.
Lila, Hugo y Max decidieron ayudar. Juntos, idearon un plan para enfrentar al dragón. Utilizaron su inteligencia, su valentía y trabajaron en equipo para crear una trampa que atrapara al dragón sin hacerle daño. Cuando el dragón finalmente apareció, los amigos pusieron en marcha su plan y lograron capturarlo.
—Gracias por ayudarnos —dijo el líder de los Valientes—. Han demostrado una gran valentía y nos han enseñado que con colaboración podemos superar cualquier desafío.
El dragón, al darse cuenta de que no querían hacerle daño, se calmó y prometió no molestar más al pueblo. En agradecimiento, los Valientes les dieron a los amigos un amuleto de coraje para recordarles su valentía.
De regreso en el cohete, los tres amigos estaban agotados pero felices.
—Una última parada —dijo Lila—. Al planeta más verde del universo.
El cohete despegó una vez más y, después de otro breve viaje, aterrizó en un planeta cubierto de bosques densos y selvas exuberantes. Allí conocieron a un grupo de seres llamados Guardianes, que se dedicaban a cuidar el medio ambiente.
—Bienvenidos al planeta Verde —dijo uno de los Guardianes—. Aquí aprendemos la importancia de cuidar nuestro hogar y respetar la naturaleza.
Los amigos pasaron el día plantando árboles, limpiando ríos y aprendiendo sobre la importancia de proteger el medio ambiente. Al final del día, los Guardianes les regalaron semillas especiales que podrían plantar en la Tierra para ayudar a su propio planeta.
—Gracias por enseñarnos tanto —dijo Lila—. Prometemos cuidar mejor de nuestro hogar.
Con corazones llenos de nuevas lecciones y recuerdos, los amigos regresaron al cohete y emprendieron el viaje de regreso a la Tierra. Cuando aterrizaron de nuevo en el parque, el cohete se desvaneció en el aire, dejándolos con las piedras brillantes, los amuletos de coraje y las semillas especiales como prueba de su increíble aventura.
—Nunca olvidaré este viaje —dijo Hugo—. Hemos aprendido tanto y hemos hecho nuevos amigos.
—Sí —añadió Max—. Y lo más importante, sabemos que juntos podemos hacer cualquier cosa.
Lila, Hugo y Max prometieron cuidar su planeta y compartir las lecciones que habían aprendido con todos en su pueblo. Y así, con corazones valientes y mentes llenas de sueños, los tres amigos continuaron viviendo aventuras, sabiendo que el universo estaba lleno de posibilidades y que, juntos, podían hacer del mundo un lugar mejor.
Fin.
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El Portal Mágico
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.