Cuentos para Dormir

Gina, la Guerrera del Templo Shaolin

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Hola, mi nombre es Gina. Tengo 20 años y esta es mi historia. Era solo una bebé recién nacida cuando mi padre adoptivo me encontró afuera de un templo de Shaolin en China una noche tranquila y misteriosa. Mi padre adoptivo era un profesor de artes marciales y propietario del templo. Desde el primer momento que me vio, supo que debía cuidarme. Trató de averiguar quiénes eran mis padres biológicos, pero nunca logró encontrar ninguna pista. Así que decidió acogerme y criarme como si fuera su propia hija.

La única pista sobre mi verdadera familia era un collar de aspecto muy singular que me dejaron. Este collar, con un intrincado diseño, siempre fue un misterio para mí. A medida que crecía, descubrí que era más débil que los otros niños del templo. Mientras ellos corrían y jugaban sin cesar, yo me cansaba rápidamente y me costaba mantener el ritmo. Sin embargo, papá siempre estuvo ahí para cuidarme y entrenarme duro, para que fuera más fuerte.

Los niños del templo eran los peores en ese aspecto. Siempre se burlaban de mí por ser diferente, por no tener la misma fuerza y resistencia que ellos. Sus desagradables comentarios me molestaban mucho y, a veces, me hacían llorar en silencio. Una noche, después de un día particularmente duro, papá habló conmigo. Sus palabras siempre me alentaron y me llenaron de esperanza.

—Gina, eres fuerte de muchas maneras—me dijo—. La fuerza no solo se mide por lo físico, sino también por lo que llevas en tu corazón y en tu mente. Concéntrate en ti misma y en mejorar cada día.

Decidí seguir su consejo. Comencé a concentrarme en mí misma, en mis entrenamientos y en mejorar cada día. Cuando cumplí 8 años, tuve un crecimiento repentino. De repente, era más alta que la mayoría de los niños de mi edad. Con el tiempo, incluso mis habilidades en las artes marciales mejoraron mucho. Empecé a ganar muchas competiciones y a destacar entre los demás.

Pero los niños en el templo, al ver mis logros, se sentían celosos y trataban de meterse conmigo todo el tiempo. Me retaban constantemente y, aunque ya no era la niña débil que solía ser, sus provocaciones a veces me afectaban. Aun así, papá siempre me recordaba que debía mantener la calma y la concentración.

Un día, durante uno de nuestros entrenamientos, papá me dijo algo que cambiaría mi vida para siempre.

—Gina, he notado que llevas ese collar desde que te encontré—dijo señalando mi collar—. Creo que es hora de que descubramos más sobre tu origen. Tal vez el collar tenga pistas que aún no hemos visto.

Intrigada y emocionada, comencé a investigar más sobre mi collar. Pasé horas en la biblioteca del templo, leyendo libros antiguos y buscando cualquier referencia a su diseño. Finalmente, encontré un libro que hablaba de un antiguo clan de guerreros que usaban collares similares para identificar a sus miembros. Decidí que debía encontrar a ese clan y descubrir más sobre mis raíces.

Papá apoyó mi decisión y, juntos, emprendimos un viaje para encontrar a mi verdadera familia. Viajamos por toda China, visitando templos y pueblos en busca de respuestas. Durante nuestro viaje, enfrentamos muchos desafíos, pero también encontramos personas amables que nos ayudaron en nuestro camino.

Finalmente, llegamos a un pequeño pueblo en las montañas donde se decía que vivía el clan que buscábamos. Al llegar, fuimos recibidos por un anciano que, al ver mi collar, inmediatamente supo quién era yo.

—Este collar pertenece a la familia Liu—dijo el anciano—. Hace muchos años, el clan Liu fue atacado y muchos de sus miembros desaparecieron. Tu collar indica que eres una de ellos.

Me sentí abrumada por la información, pero también aliviada de finalmente conocer mis raíces. El anciano nos contó más sobre la historia del clan Liu y cómo eran conocidos por su valentía y habilidades en las artes marciales.

A medida que aprendía más sobre mi familia, también descubrí que tenía un don especial. Una noche, mientras meditaba en el templo del pueblo, tuve una visión. Vi a mis padres biológicos luchando valientemente para proteger a su clan. Sentí una conexión profunda con ellos y supe que debía honrar su legado.

Con esta nueva determinación, continué mi entrenamiento en el templo del pueblo. Los miembros del clan Liu me acogieron y me enseñaron técnicas avanzadas que solo ellos conocían. Papá también se unió a nosotros y, juntos, seguimos aprendiendo y creciendo.

Con el tiempo, me convertí en una de las guerreras más fuertes del clan Liu. Mi collar, que una vez fue un misterio, ahora era un símbolo de mi identidad y mi legado. Los niños del templo, al ver mi dedicación y habilidades, dejaron de meterse conmigo y comenzaron a respetarme.

Aunque había encontrado mi verdadera familia, nunca olvidé al hombre que me había criado y enseñado todo lo que sabía. Papá siempre sería mi verdadero padre, y el templo Shaolin, mi hogar. Decidí dividir mi tiempo entre el clan Liu y el templo Shaolin, enseñando a los niños y continuando mi entrenamiento.

A través de este viaje, aprendí que la fuerza no solo viene del cuerpo, sino también del corazón y la mente. La determinación y el coraje pueden superar cualquier obstáculo, y las raíces familiares son importantes, pero la familia que elige es igualmente valiosa.

Así, cada noche, antes de dormir, recordaba las palabras de papá y las enseñanzas del clan Liu. Me acostaba con el corazón lleno de gratitud y una sonrisa en el rostro, sabiendo que, sin importar dónde estuviera, siempre llevaría conmigo la fuerza de mi familia y mis propios logros.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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