Érase una vez, en la soleada ciudad de Reus, vivía un niño de 2 años y medio llamado Joan. Joan era la alegría de la casa, con su pelo rubio y su carita angelical, siempre estaba contento y con ganas de jugar.
Cada mañana, Joan iba feliz a la guardería Llarinfants Babi, donde jugaba y aprendía con muchos amigos. Sus juegos favoritos eran construir torres con bloques de colores y pintar dibujos que llenaban las paredes de la clase.
Después de la guardería, Joan esperaba con emoción la hora de ir al parque. Era su lugar favorito en todo el mundo. Los árboles altos, los columpios que volaban hasta el cielo y el tobogán gigante eran sus grandes tesoros.
Lo mejor de todo era cuando los Yayos, Juan y Carmen, junto con el Padri Manel y la Avia Pili, lo llevaban al parque. Joan corría hacia los columpios, y los Yayos lo empujaban, haciéndolo volar más y más alto. Joan reía a carcajadas, sintiéndose como un pájaro volando entre las nubes.
Luego, el Padri Manel le enseñaba a patear la pelota, mientras la Avia Pili preparaba un delicioso picnic con sándwiches y jugo de frutas. Joan adoraba esos momentos, compartiendo risas y juegos con sus abuelos.
Mientras tanto, en una banca bajo un árbol, Papa Joan y Mama Annabel observaban a su pequeño hijo, llenos de amor y orgullo. Les encantaba verlo tan feliz, disfrutando de la simpleza de la infancia.
A veces, Joan también era un poco travieso, como cuando decidió perseguir a las palomas o esconderse detrás de los arbustos, haciéndose el invisible. Pero siempre con una sonrisa, Joan regresaba a los brazos de sus padres o abuelos, listo para un abrazo cálido.
Al atardecer, cuando el sol comenzaba a esconderse, era hora de volver a casa. Joan, cansado pero feliz, se despedía del parque, prometiendo regresar al día siguiente para más aventuras.
En casa, después de un baño con burbujas y juguetes de agua, Joan se ponía su pijama con dibujos de estrellas y lunas. Entonces, sus padres le leían cuentos de hadas y aventuras, mientras Joan se acurrucaba en su cama, sus ojitos empezaban a cerrarse lentamente.
Con el suave sonido de la voz de su mama, Joan se dejaba llevar al mundo de los sueños, donde jugaba en parques mágicos y volaba entre nubes de algodón.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Rieles de Amor y Abrazos Eternos
El Portal Mágico
El Viaje Mágico de Lia y Estelita
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.